El conjunto de los residuos procedentes de la construcción de nuevas edificaciones, la demolición de inmuebles antiguos y los derivados de pequeñas obras de reforma, forman la categoría denominada Residuos de Construcción y Demolición (RCD). La generación y gestión de estos residuos constituye un problema ambiental grave. El abandono o la gestión inadecuada de los RCD producen impactos negativos, que pueden provocar la contaminación en el agua, en el suelo o en el aire, contribuir al cambio climático y afectar a los ecosistemas y a la salud humana.
La normativa vigente en materia de gestión de RCD determina la necesidad de realizar una estimación “ex-ante” de la tipología y volumen de los distintos residuos que se generarán en la ejecución de una obra. El nivel de detalle y precisión, debe ser el adecuado para hacer efectiva una planificación que permita llevar a cabo la gestión de este tipo de residuos.
La preocupación en torno a la cantidad de RCD que se generan y a su impacto sobre el medio ambiente es creciente. Por ese motivo, las administraciones públicas de muchos países están revisando las políticas relativas a cómo deben gestionarse estos residuos. Para poder mejorar esta gestión de RCD es necesario conocer la composición y las magnitudes con las que hay que tratar, así como algún método de estimación de los residuos que se generarán en una obra, en una región o un país.
A pesar de todos los problemas que los RCD pueden ocasionar y las dificultades que plantea su tratamiento, cuando los residuos se gestionan de forma adecuada se convierten en recursos o subproductos, que contribuyen al ahorro de materias primas, a la conservación de los recursos naturales, del clima y, por ende, al desarrollo sostenible, de acuerdo con los principios de la economía circular.
La forma de estimar los residuos generados por las actividades de construcción y demolición varía significativamente de unos lugares a otros, como se explica a continuación.
América En Estados Unidos, la USEPA (US Environmental Protection Agency) estima la cantidad de RCDs generados en una región concreta sólo a partir de la superficie construida, pero sin tener en cuenta si el edificio es residencial o no, ni si las obras son de construcción de obra nueva, rehabilitación o demolición, lo que influye en el tipo y cantidad de residuos producidos.
Otro caso interesante es Brasil, ya que es un país emergente pero con una legislación en cuanto a los RCDs muy similar a la europea, en concreto a la portuguesa. En este país, el sector de la construcción civil es un importante generador de residuos y las leyes nacionales obligan a los constructores a responsabilizarse de los residuos generados en sus obras, planificando la gestión de los mismos. Una parte muy importante de esta gestión es la previsión de los residuos que se van a generar, diferenciando por tipo de residuo (ladrillo, madera, cristal, etc.) ya que cada uno necesitará un espacio adecuado para su depósito y será tratado de una manera diferente.
Asia La situación en Asia varía mucho de unos países a otros. Salvo excepciones como Corea y Japón, la falta de conocimientos y concienciación sobre las prácticas de construcción eficientes se traduce en un uso excesivo de recursos naturales y la generación de grandes cantidades de residuos de construcción, que raramente se reciclan. Aproximadamente el 40% de los residuos totales generados provienen de las actividades de construcción y demolición, residuos que además son difíciles de gestionar porque son pesados y voluminosos y no se pueden incinerar ni utilizar para compostaje.
Europa La Unión Europea, en su catálogo de residuos (EWC, European Waste Catalogue), establece una clasificación de los RCDs por categorías. Según las estadísticas, en la UE hay grandes diferencias ente unos países y otros, variando entre menos del 10% y más del 90% de reciclaje y recuperación de residuos. EnEspaña se recicla en torno al 65% de los RCDs que se generan. Las compañías constructoras se benefician de la reducida cantidad de residuos generados al reducirse los costes asociados al depósito en vertederos y reducirse el presupuesto dedicado a la compra de materias primas.
La gestión de RCD en España La mayor parte de los residuos que no se reciclan van, en el mejor de los casos, a vertederos controlados, ocupando grandes espacios de vertido y provocando su colmatación de manera más rápida. En España, la estimación de RCDs generalmente se realiza a partir de la superficie construida. Para el cálculo de la cantidad de residuo de cada tipo, un criterio bastante extendido es el de 20 cm de altura de mezcla de residuos por m2 construido, según usos, con una densidad tipo del orden de 0,50 Tn/m3 a 1,50 Tn/m3. Para obtener el peso por tipo de residuo, se pueden emplear los datos obtenidos de estudios sobre la composición de los RCDs que van a vertedero.
¿Qué aporta la I+D+i? A modo de resumen, se puede ver que la investigación en este campo se ha enfocado de dos maneras distintas: los métodos «hard», midiendo los residuos producidos directamente en la obra o a través del peso de los camiones que salen de la obra, y los métodos «soft», mediante cuestionarios, entrevistas y sondeos a expertos y trabajadores. Cuando se trata de determinar la tasa de generación de residuos, se han encontrado dos aproximaciones. La primera es clasificar los residuos en distintas categorías, por ejemplo, las establecidas por el catálogo europeo de residuos. La segunda es tratar los residuos como un todo y estimar el volumen total.
Una aproximación realista al problema obliga a tratar la obra como lo que es: un conjunto de un elevado número de trabajos interrelacionados de distinto tipo (unidades de obra), en las que cada uno de ellos incide de forma diferente en la generación de residuos. De igual modo, si se toma como única base para el desarrollo de modelos de cálculo los datos históricos disponibles sin el procesamiento y preanálisis necesario, se puede introducir en los mismos un relevante grado de error, ya que esta información puede proceder de fuentes heterogéneas y no evaluadas.
“¿Cómo va a hacer este fin de semana?”, preguntamos todos cuando llega el viernes. “Soleado, pero cualquiera se fía del tiempo”, responde nuestro compañero de mesa. “¡Cierto! la culpa la tiene el cambio climático” concluimos.
En entradas anteriores de nuestro blog, habéis podido conocer cómo trabajamos en CARTIF para ayudar a paliar el cambio climático, tanto con el desarrollo de nuevas tecnologías como con la concienciación. Y digamos que, si el cambio climático es responsable hasta de trastocarnos los planes el fin de semana, ha llegado la hora de conocerlo un poquito mejor, de saber cuándo y por qué surgió.
Eduard Punset hace una introducción excelente sobre esto en su último libro.
“En 1995 el premio Nobel de Química fue para el mexicano Mario Molina, el holandés Paul Jozef Crutzen y el estadounidense Frank Sherwook Rowland, por advertir al mundo de un adelgazamiento de la capa de ozono que envuelve la Tierra, de entre unos veinte y cincuenta kilómetros sobre nuestras cabezas (…) Mostraron, ante la incredulidad de muchos, que dicha capa se estaba adelgazando en la región de los polos, sobre todo en el Sur, encima de la Antártida, y que la causa de esa degradación eran unos gases que no existen en la naturaleza pero que, tras su descubrimiento, a principios del siglo XX, fueron ampliamente utilizados en la industria como refrigerantes y propelentes de aerosoles. Son los gases clorofluorocarbonados, más comúnmente conocidos como CFCs, y en el ámbito doméstico los encontrábamos en los frigoríficos y en los sprays, desodorantes… Lo que descubrieron los laureados con el Nobel fue que, pese a ser gases inocuos para la salud humana, éstos son muy estables y permanecen suficiente tiempo en el medio ambiente como para llegar a la altitud donde se concentra el ozono. Ahí se descomponen por radiación ultravioleta y los productos de ese proceso provocan la degradación del ozono” (Carta a mis nietas: todo lo que he aprendido y me ha conmovido. Eduardo Punset, 2015, Editorial Destino).
Y aunque la alerta surgió en 1974, todavía tuvieron que pasar unos cuantos años más para que la sociedad tomara conciencia del problema y se ampliara el estudio de los posibles gases de efecto invernadero. Vamos con un poquito de historia.
Es en Río de Janeiro, en 1992, donde nace la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y donde oficialmente comienzan las negociaciones mundiales para buscar un instrumento internacional con el que reducir las emisiones que causan el calentamiento global.
Tres años después, se celebra en Berlín la primera Conferencia de las Partes (COP1) y en 1997 se adopta el Protocolo de Kyoto en Japón, con el objetivo de que los países industrializados reduzcan un 5% las emisiones en el período 2008-2012. En 1999, el Protocolo es firmado por 84 países pero, para que entre en vigor, debe ser también ratificado, lo cual representó un problema porque no había acuerdo sobre las reglas para aplicarlo. En 2001, George W. Bush anuncia que EE.UU no lo ratificará y en 2005 el Protocolo entra en vigor muy mermado, al quedarse fuera los dos principales emisores, EE.UU y China.
Pero había que seguir trabajando y llegó la COP15, en 2009 y en Copenhague, recordada por considerarse la menos exitosa, al cerrarse con un acuerdo de mínimos que no comprometía realmente a los países. Esta situación se dilata hasta 2012, en Doha, cuando se decide marcar nuevos horizontes temporales, y se elige el año 2015 como próxima fecha para alcanzar un nuevo acuerdo internacional. Y así es como llegamos, el pasado mes de diciembre, a la COP21de París, donde por primera vez todos los países se han comprometido con el objetivo común de limitar sus emisiones.
“Nunca es tarde para bien hacer; haz hoy lo que no hiciste ayer” dice el refranero español, así que nosotros confiamos en que un exitoso capítulo haya comenzado ya en la historia del cambio climático. Crucemos los dedos.
Así funciona nuestro robot de neurorehabilitación E2REBOT, que favorece la rehabilitación de los miembros superiores de personas con algún tipo de discapacidad neuromotora.
Teniendo en cuenta que la industria de alimentación y bebidas en España supone el 22% del PIB industrial y está formada por 30.000 empresas (de las cuales el 96% son Pymes), no es de extrañar que nuestro país acoja una de las ferias más importantes de Europa: ALIMENTARIA.
Este encuentro bianual es, sin duda, un escaparate profesional y un evento de referencia en el sector alimentario. Con casi 4.000 expositores de 63 países, permite conocer las novedades, y las tendencias presentes y futuras en alimentación, además de hacer negocio.
En la edición de ALIMENTARIA 2016, celebrada la semana pasada, destaca la fuerte internacionalización de las empresas y productos como vector de cambio (o de superación de la famosa “crisis”), así como un aumento del mercado de productos ecológicos y alimentos obtenidos y elaborados a través de procesos sostenibles.
Algunas de las grandes áreas que comprende ALIMENTARIA 2016 son Intercarn, Interlact, Intervin, Multifoods o Restaurama. En ellas hemos podido ver multitud de novedades, de las que destacaremos algunas, siempre desde nuestro punto de vista de tecnólogos e investigadores en materia de alimentación.
Hemos encontrado preciosas perlas (o esferificaciones) de aceite de oliva, de aceite de almendras, vinagre y zumo.
Chorizo, butifarra y salami para vegetarianos; sin carne, pero con clara de huevo como fuente proteica.
Continuando con los cárnicos, nos encontramos con paletilla o costillar de lechazo semielaborado que se termina de cocinar en el horno dentro de un envase… sin manchar y dejando la carne en su punto y con corteza crujiente. Más fácil y limpio, ¡imposible!.
Tortillas rellenas de morcilla, chistorra o queso de cabra.
Sal de todos los sabores y colores.
En cuanto a la bebida, además de la multitud de bodegas con deliciosos vinos y preciosas etiquetas y botellas, hemos encontrado varias bebidas a base de extractos. Una azulada con ingredientes de judía o una rosada con esencias naturales de fresa. Bebidas vegetales con sabores; bebida de arroz con coco o con almendras, bebida de chufa con chocolate o con café. Cerveza artesana con aloe.
Harina de pizza al carbón vegetal. O sea; bases de pizza negras para que los ingredientes destaquen más. Y con los beneficios depurativos del carbón vegetal, claro.
Gran variedad de snacks más saludables a base de guisante, alubia, extrusionados o brócoli, mango, plátano, piña o manzana texturizados. Y, como novedad, snacks a base de cecina con distintos aromas (especias, chile, curry)
Salsas y chutneys; de algarroba con dátiles, mostaza con piña o manzana, miel con jengibre o con canela, crema de cacao con trufa o mermelada de vino, aceite y vinagre… delicias envasadas en lo que se denomina producto “Premium”
Personalmente si tengo algo que destacar, es un riquísimo gazpacho de mango…
Y por último, pero con una fuerte presencia: quinoa. Harina de quinoa, cereales, galletas y barritas con quinoa, quinoa lista para consumir con verduras, y un largo etc.
El consumidor actual busca placer en la alimentación pero, sin duda, la tendencia que marca el desarrollo de nuevos productos es la preocupación por la salud. Este factor incluye sentirse bien, estar en forma, mejorar la salud y no envejecer. Esta tendencia se nota en las múltiples declaraciones nutricionales y de salud en los distintos productos, y en el creciente consumo de alimentos sin gluten o sin lactosa.
CARTIF colabora con distintas empresas del sector agroalimentario en el desarrollo de nuevos productos, mejora de los ya existentes, modificación de ingredientes, vida útil y valorización de subproductos para adaptarse a un mercado exigente y competitivo que está en constante movimiento.
Las microempresas y pymes españolas se han enfrentado durante los últimos años a un entorno macroeconómico muy complejo. En realidad, es más apropiado decir, que se están enfrentando en estos momentos a un entorno de ese tipo. La caída del consumo interno, junto con las restricciones a la financiación, ha provocado una contracción de los principales indicadores económicos en la mayoría de sectores productivos de nuestra economía.
A pesar de este escenario desfavorable, es una gran alegría destacar que aún sigue presente en la filosofía de muchas de nuestras empresas la certeza de que, la adopción en sus procedimientos de trabajo diario de herramientas de gestión y control amparadas por las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) es absolutamente necesaria para su supervivencia en el mercado. Las TIC siguen siendo las mejores aliadas de los empresarios en su intento de mejorar la competitividad de sus negocios, permitiendo la apertura a nuevos mercados y optimizando los procesos de gestión interna.
Uno de los mayores retos que se pueden plantear en una de estas empresas, en lo que a sus sistemas de información se refiere, es la adopción de un sistema de gestión avanzada con el que sean capaces de identificar exactamente la situación actual y futura de sus negocios. Es decir, un sistema en el que centralizar todos sus datos y números como empresa.
Sin embargo, y por desgracia, es mucho más común de lo que podemos esperar el hecho de encontrarnos con pymes que han sufrido serios problemas en los procesos de implantación de sistemas de este tipo. Si quisiéramos elaborar una lista para enumerar las distintas causas posibles para la aparición de estos problemas, cada empresario, trabajador o técnico de implantación que se hayan encontrado en una situación de este tipo, podrían añadir seguramente un par o más de motivos, sufridos en su caso particular. Lo que si podemos decir es que, en demasiadas ocasiones, los proyectos fracasan porque se prolongan demasiado en el tiempo y la empresa requiere adaptaciones a nuevas tendencias del mercado mientras está implantando herramientas asociadas a los procesos ya obsoletos.
Pero no debemos entender estos problemas como un freno a la adopción de un sistema de gestión avanzada dentro de nuestras empresas. Simplemente, debemos considerarlo como un aviso sobre la importancia de los procesos de implantación de los mismos dentro de la empresa. Es necesario entender y aceptar que todo el personal debe ser parte activa del proceso de implantación y que la misión de cada uno es igual de relevante que la del resto, independientemente del puesto desempeñado por cada uno en la empresa. Para el correcto fin del proyecto, es igual de importante el hecho de acertar en la elección del sistema de gestión escogido por el empresario, debiendo este ser adecuado tanto al perfil de la empresa como a los objetivos que se desean conseguir; como que el personal encargado de los registros de información sea minucioso en los datos registrados tanto en valor como en forma y lugar.
Pero también es fundamental destacar la importancia de la experiencia del personal técnico encargado de la implantación. Evidentemente, no toda la responsabilidad del éxito o fracaso recae sobre el personal de la empresa, sino que es muy destacable el papel desempeñado por el personal técnico de la empresa implantadora. Los procesos de implantación podrán afrontar los problemas detectados de diversas formas, y es labor del técnico escoger la solución más apropiada en cada momento.
En este sentido, en CARTIF llevamos muchos años desarrollando nuestro propio sistema de gestión avanzada para la pequeña y mediana empresa: SAGIT. Pensado inicialmente para la industria agroalimentaria y orientado a dar soluciones a los requerimientos de trazabilidad exigidos a estas empresas, los primeros desarrollos se centraron en los sectores hortofrutícola y vitivinícola, para rápidamente ampliar sus capacidades con implantaciones en empresas de diversos sectores como cárnico, lácteo, bollería industrial, aperitivos, etc. Con el tiempo ha evolucionado hacia una solución multisectorial capaz de gestionar cualquier tipo de empresa de cualquier sector. Además, hemos conseguido crear, formar y mantener un equipo de trabajo con amplia experiencia en la adopción de soluciones de implantación del mismo en multitud de diferentes procesos y situaciones.
Seis cuestiones más para saberlo todo acerca de los certificados de eficiencia energética
Aunque a primera vista los certificados de eficiencia energética exigidos a la hora de vender o alquilar una propiedad parecen resultar un lastre para el propietario, suponen una gran fuente de información para el futuro arrendatario o comprador de un inmueble. Para elegir un nuevo lugar de residencia o local no sólo debería importarnos el precio, la ubicación o el tamaño, sino también su demanda energética, y, por consiguiente, el gasto que nos generará en un futuro. Si nos preocupan tanto estos temas cuando compramos un coche o un electrodoméstico, ¿por qué no nos vamos a preocupar cuando se trata de un inmueble con una repercusión mucho mayor?
Estas son algunas claves para entender fácilmente qué supone tener o no este certificado:
¿Qué es?
El certificado de eficiencia energética es un informe, redactado por un técnico competente, que recoge una calificación global de nuestro inmueble basada en las emisiones de dióxido de carbono que estemos produciendo a través de la calefacción, agua caliente sanitaria, refrigeración e iluminación. Además, nos aporta información sobre la demanda energética proveniente de calefacción y refrigeración y el consumo de energía primaria. Al final del certificado se nos ofrecen una serie de indicaciones que podemos seguir para mejorar nuestra calificación y, consecuentemente, ahorrar en la factura.
¿Qué significa la calificación energética?
La calificación que obtendremos está graduada en una escala de la A (más eficiente) a la G (menos eficiente), que depende de nuestras emisiones de CO2. Esta graduación no es proporcional y, por ejemplo, la diferencia entre una calificación A y B es muy inferior a la existente entre una E o F, como se puede ver en la imagen.
¿Cómo se realiza?
Un técnico competente realizará una visita a la vivienda o local donde recogerá la información necesaria acerca de los cerramientos, la envolvente, nuestro sistema energético, de producción de agua caliente y, sólo en caso de los locales, la información referente a iluminación. Los datos se introducen en una herramienta validada por el Estado (CEX, CE3X, HULC o CERMA en el caso de España), desde donde se emitirá el certificado. Además deberá incluir por lo menos dos medidas de mejora de nuestra eficiencia energética.
¿Qué son las medidas de mejora de la eficiencia energética?
La herramienta de certificación energética obliga a introducir medidas de mejora, clasificadas en cuatro categorías: aislamiento, huecos, puentes térmicos e instalaciones. El técnico competente tendrá la labor de evaluar, tras los pasos anteriores, cuáles son las medidas más recomendables para aplicar en cada caso. Esto supone una auditoría energética de nuestro inmueble, que aporta información valiosísima para poder llevar a cabo una rehabilitación energética.
Certificación de vivienda frente a certificación de edificio completo, ¿qué es lo obligatorio?
Las certificaciones energéticas se pueden realizar tanto para edificios completos como para locales o viviendas individuales. Para edificios construidos de menos de 50 años de antigüedad (salvo especificación a nivel autonómico o municipal) no es obligatorio hacer certificaciones a nivel de edificio, por lo que lo normal suele ser que el propietario cuando tenga que alquilar o vender su vivienda o local encargue la certificación. Cabe destacar que sale más rentable una certificación conjunta del edificio que las individuales una por una.
Sin embargo, si nuestro edificio tiene más de 50 años o queremos solicitar una subvención, nos obligarán a realizar el IEE (Informe de Evaluación del Edificio) que especifica el estado de conservación, el cumplimiento de la normativa de accesibilidad y el grado de eficiencia energética de la totalidad del edificio. Y es obligatoria la certificación a este nivel en cualquier caso para edificios de nueva construcción.
¿Se pueden consultar los resultados en Internet?
Solamente los datos de la calificación general son accesibles al público. Por ejemplo, para Castilla y León se pueden consultar aquí.
Aunque la expedición de certificados de eficiencia energética no es una actividad de investigación propiamente dicha, se usan mucho para extraer la valiosa información que aportan al realizar auditorías y rehabilitaciones energéticas.