¿Los videojuegos pueden mejorar nuestra salud?

¿Los videojuegos pueden mejorar nuestra salud?

Redes sociales, wearables y videojuegos se han instalado en nuestras vidas desde hace unos años y ocupan gran parte de nuestro ocio, permitiendo nuevas formas de relacionarnos con nuestros familiares y amigos. Forman parte de las denominadas Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), pilar de un nuevo concepto de salud: la eSalud que da sentido al uso de estas tecnologías con el fin de mejorar la calidad de vida de las personas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la eSalud como “el empleo de información y tecnologías de comunicación para un mejor control de la salud; por ejemplo, para el tratamiento de determinados pacientes, fomentar la investigación, crear herramientas para la educación de estudiantes, hacer screaning en diversas enfermedades”. Los principales participantes de la eSalud, pacientes (ePaciente) y médicos (eDoctor), son conscientes de que la tecnología puede mejorar el rendimiento de los sistemas sanitarios y hacen uso de ella para su beneficio.

El objetivo de la eSalud es centrar la atención del sistema sanitario en las necesidades específicas del ciudadano proporcionando e intercambiando información de forma que los pacientes, profesiones y gestores de la salud aporten conocimientos a la cadena asistencial con el objetivo de fomentar la prevención, el diagnóstico precoz y el tratamiento especializado.

Los principales servicios que nos proporciona la eSalud son: telemedicina, teleasistencia, consultas on-line, gestión telemática, monitorización y tratamientos a domicilio y la gestión de big data que la gestión de la salud conlleva. Esto acerca a profesionales, pacientes y gestores aligerando las gestiones, evitando desplazamientos y reduciendo recursos, a la vez que se mejora el servicio.

Las nuevas tecnologías, redes sociales, blogs especializadas, wikis, podcasts, vídeos, servicios de mensajería, videojuegos, wearables, etc, de los cuales conocemos su parte lúdica y social, permiten el intercambio de información y conocimiento, aspecto básico en eSalud, través de:

  • Comunidades de pacientes en las que compartir experiencias, hablar de una enfermedad, tratamientos y recursos disponibles. Los pacientes se sienten acompañados.
  • Comunidades de profesionales, donde compartir experiencias, conocimientos, enfoques, dudas, puntos de vista, etc.
  • Redes de salud que ponen en contacto a los pacientes con los profesionales y proporcionan información útil a los usuarios. Suelen incluir servicios de valoración, testimonios, consejos, recomendaciones, etc.
  • Fuentes de información sobre salud con publicaciones a disposición de pacientes y profesionales que informan sobre los últimos avances e informan sobre aspecto de la salud.
  • Comunicación directa a través de las últimas tecnologías (videoconferencia, chat, blogs, foros, etc.) que hacen posible la teleasistencia, y permiten al paciente y al profesional mantener una relación fluida.
  • Monitorización del paciente y sus tratamientos; uso de aplicaciones y dispositivos wearables que permita realizar un seguimiento continuo de las condiciones de salud de los pacientes sobre todos los crónicos y evaluar, motivar y guiar en sus tratamientos.

Los tratamientos y monitorización del estado de salud de pacientes crónicos requieren el seguimiento de profesionales. Hasta ahora requerían la necesidad de acudir al centro de salud de manera presencial. Las aplicaciones móviles, wearables y videojuegos permiten que el propio paciente pueda realizar sus pruebas en su domicilio, proporcionando a los profesionales los datos necesarios para realizar las evaluaciones oportunas sin necesidad de acudir a consulta, reduciendo costes, aumentado la tasa de monitorización y aumentado la adherencia al tratamiento.

Está claro que la eSalud ofrece muchas ventajas pero, ¿es accesible para todo el mundo? La base de la eSalud son las TICs y por tanto es necesario controlar su funcionamiento. No todas las personas dominan estas tecnologías. Las personas de mayor edad son las que más dificultad tienen en el acceso a Internet, por lo que hay un hándicap que superar para que puedan formar parte de la eSalud. Además, suelen tener recelos a los cambios y prefieren no cambiar.

Por tanto, aunque la eSalud facilita el intercambio de conocimiento, adherencia a los tratamientos reduciendo costes y aumentando el conocimiento de pacientes y profesionales, tardará años en generalizarse como herramienta, ya que su implantación no depende sólo de la tecnología sino de la actitud de las personas ante ella.

¡Aquí no se tira nada!

¡Aquí no se tira nada!

Hace unos años, el fotógrafo Peter Menzel visitó diferentes países del mundo con el objetivo de fotografiar a familias de esos países con los alimentos que consumían de manera habitual durante una semana. De aquel trabajo surgió el libro Hungry Planet, donde además de reflejar los gustos, preferencias y cultura alimentaria de cada país, nos hace ver la realidad de nuestro mundo, en el que millones de personas sufren hambre y malnutrición, mientras en otros países crecen los porcentajes de obesidad tratándose ya como una epidemia y se desperdician alimentos en grandes cantidades.

El gasto que una familia hace en su cesta de la compra es muy diferente entre los países que refleja Menzel. En algunos, como Chad, sobreviven con poco más de un dólar a la semana, mientras que en otros, los excesos de calorías y alimentos evidencian el derroche que hacemos en nuestros países. A este derroche contribuimos desperdiciando mucha de la comida que compramos y consumimos en nuestros hogares.

En esta ocasión he tomado las fotografías de Menzel para cerrar con este post la serie que comenzamos sobre el desperdicio alimentario, hoy hablando sobre el desperdicio alimentario en los hogares.

Según datos de la UE, el desperdicio en los hogares alcanza el 42% del total de alimentos desperdiciados, siendo España el séptimo país que más comida desperdicia con 7,7 millones de toneladas. En 2013 Hispacoop publicó un estudio avalado por el Instituto Nacional de consumo en el que se señaló que en España el desperdicio medio por hogar es de 1,3 kg/semana. Según datos de este estudio los alimentos que más se tiran son los formados por el grupo de pan, cereales, y otros alimentos de pastelería, (19,3%), después las frutas y verduras (16,9%), la leche, yogures, quesos y otros derivados lácteos (13,3%), y las pastas, arroces y legumbres (13,2%). Entre todos estos grupos los hogares suman el 62,6% de los alimentos desperdiciados.

El gran motivo: las sobras en la comida
Los alimentos sobrantes de las comidas son el principal motivo por el que se tiran los alimentos en los hogares, (86,5%), bien porque no calculamos correctamente las raciones, bien porque no planificamos los menús correctamente.

Tenemos que recuperar recetas y buscar cómo aprovechar estas sobras. Nuestro recetario está lleno de platos que han nacido como recetas de aprovechamiento: croquetas, ropa vieja, las riquísimas torrijas, etc. Todas ellas han surgido del ingenio de cocineros, cocineras y, sobre todo, de amas de casa, que han buscado la manera de aprovechar restos de pan, carne, verduras y darles una segunda oportunidad en buenísimos platos.

Detrás de las sobras, el deterioro de los alimentos por una mala conservación o por almacenarlos en exceso es el siguiente motivo para desechar alimentos en los hogares españoles.

Tendemos a guardar lo que ha sobrado de la comida con la intención de utilizarlo para una comida posterior, pero luego no planificamos bien, o dejamos que se nos estropee, para finalmente, acabar en el cubo de basura.

Planifica, cocina y reutiliza
Para reducir este desperdicio en nuestros hogares debemos comenzar por una buena planificación. Desde pensar el menú semanal y los alimentos que necesitamos confeccionarlo, hasta pensar qué vamos a hacer con los alimentos sobrantes que podamos tener. Conocer el menú semanal nos ayudará a saber qué cantidades e ingredientes necesitamos previamente, para no comprar en exceso y así evitar que algunos de estos alimentos acaben deteriorados, o comprar alimentos que ya tenemos en la despensa. Cuando hagamos la compra debemos fijarnos en la fecha de caducidad o consumo preferente de los alimentos, comprobando que entra dentro de nuestra planificación.

En el momento de cocinar, debemos ajustar las cantidades de ingredientes al número de personas que vayan a comer, utilizando utensilios de cocina que nos ayuden a calcular las raciones siempre de la misma manera. Se puede calcular para cocinar más cantidad si se tiene una intención clara, como congelar lo sobrante para una comida posterior planificada, pero esto hay que tenerlo en cuenta.

Reutilizar los alimentos sobrantes es la mejor manera de evitar el desperdicio. Piensa y crea: hay multitud de recetas y trucos para poder aprovechar esos restos de comida. En el siguiente enlace podéis encontrar un libro descargable publicado por Hispacoop, en el que el cocinero Sergio Fernández proponer trucos y recetas de aprovechamiento que nos van a dar ideas para reducir nuestro desperdicio alimentario.

Como consumidores, tenemos que tomar conciencia del desperdicio alimentario para adoptar nuevos hábitos que supongan un cambio global en el problema de la gestión sostenible de alimentos y disminuir el derroche entre todos.

Intentemos que, efectivamente, en nuestros hogares no se tire nada.

Agricultura conectada a Internet

Agricultura conectada a Internet

“Por Todos los Santos, a más tardar, el trigo has de sembrar”. “Por Santa Lucía, si sembraras, no cogerías”. Estos refranes recogen el saber popular sobre el mejor momento para realizar la siembra, aunque los agricultores nunca se hayan fiado ciegamente de ellos sino que han hecho uso de su conocimiento para saber cuándo la tierra tiene el tempero necesario para la sementera.

En los tiempos que corren, sin olvidar la perenne exposición a las heladas y sequías intempestivas, la sabiduría popular aplicada a la agricultura se ha visto comprometida por los nuevos cultivos, las nuevas políticas, la mayor competencia por los recursos hídricos, la creciente sensibilización frente al uso de fitosanitarios, por la despoblación del medio rural, la competencia con otros países y las políticas de los que intermedian entre el agricultor y el consumidor. Por todas estas razones, la agricultura se ve sometida a las mismas exigencias de optimización de procesos y mejora del rendimiento que cualquier otra actividad económica.

La optimización y mejora del rendimiento agrícola puede beneficiarse de los avances tecnológicos en los campos de las TIC (tecnologías de la información y comunicaciones) y de IoT (internet de las cosas en sus siglas en inglés). Todas estas tecnologías hacen referencia a la posibilidad de generar, procesar y aprovechar los datos procedentes de un proceso agrícola, generados tanto por sensores como por registros de la actividad.

Cuando se accede a los datos a través de Internet, se procesan en la nube y se consigue algún tipo de autonomía en el proceso hablamos de Internet de las cosas porque, en este caso, tenemos que una parcela, un sistema de riego o una cosechadora están ellas mismas conectadas a Internet, no su operador. Veamos algunos ejemplos.

Un sistema de riego se puede automatizar mediante sensores de humedad enterrados en el suelo. Cuando la medida de la humedad presente en el suelo alcanza un umbral crítico fijado por el agricultor, el sistema de riego se activa automáticamente y está en funcionamiento hasta que se restituye el nivel de humedad óptimo. Si se trata de una parcela grande se puede usar una red de sensores y el sistema de riego puede aplicar diferentes caudales en función de la necesidad de cada parte de la parcela. El sistema se puede perfeccionar si recibe predicciones meteorológicas, ya que si se prevén precipitaciones se puede valorar si merece la pena aplazar el riego. En este caso, el agricultor recibiría la información en su teléfono y tomaría la decisión de activar el sistema de riego o de esperar a la lluvia. Además, la actividad de riego quedaría registrada automáticamente en el sistema de gestión de la finca. En este caso se tiene un sistema de riego que de manera parcialmente autónoma mantiene la humedad necesaria en la tierra consumiendo las cantidades de agua y energía mínimas.

Otro ejemplo podría ser una cosechadora equipada con un sensor capaz de registrar los kilogramos de grano recogidos en cada metro cuadrado. Al finalizar la cosecha se dispondría de un mapa de producción de la parcela que podría ser utilizado en la temporada siguiente por el tractor que se encargue de distribuir abono. Al llegar a los lugares marcados en el mapa como de menor producción, la abonadora aumentaría automáticamente la dosis en una cantidad decidida por el agricultor después de haber estudiado la situación. Además, el momento del abono habría sido decidido de manera automática teniendo en cuenta variables ambientales y su evolución prevista. Esta manera de trabajar permitiría optimizar el uso de abono y registrar automáticamente toda la información en el sistema de gestión de la finca y en el cuaderno de campo, aumentando así el rendimiento agrícola. En el caso de una cooperativa, la información podría ser procesada en la nube, de manera que se pudiera tener un conocimiento exacto de la evolución de la campaña y se pudiera usar esa información para anticiparse a diferentes necesidades y prever el resultado de la cosecha.

Mediante estas técnicas basadas en sensores, en el procesamiento de los datos generados por ellos y en el acceso a las parcelas, máquinas y datos través de internet es posible mejorar el rendimiento de la actividad agrícola y cubrir las lagunas que pudieran haber aparecido en la sabiduría popular.

¿Por qué no es fácil conseguir la eficiencia energética?

¿Por qué no es fácil conseguir la eficiencia energética?

Más del 40% de las viviendas de Europa superan los 50 años y presentan serias deficiencias energéticas. Ante esta situación, los distintos países han ido desarrollando acciones para impulsar la rehabilitación energética de edificios con el fin mejorar el confort térmico de estas viviendas. De esta manera, también se contribuye a reducir el consumo energético y las emisiones de CO2 a la atmósfera a la vez que se consigue reactivar la economía y crear nuevos puestos de trabajo. Por otro lado, la implementación de medidas para conseguir eficiencia energética, supone una mejoría directa para el colectivo que habita en el edificio, que gana en confort a la vez que ve reducido el coste energético e incrementado el valor patrimonial del inmueble.

No es fácil proporcionar un número exacto del potencial de este nicho de negocio de la eficiencia energética ya que las estimaciones realizadas difieren en función de los escenarios considerados en los distintos informes realizados sobre este tema. Como referencia, cabe citar los empleos anuales cuantificados en el marco de la Estrategia para la Rehabilitación Energética en el Sector de la Edificación en España (Tabla: Informe GTR 2014: Estrategia para la rehabilitación. Claves para transformar el sector de la edificación en España), que estima cifras en torno a 97.000 y 141.000 entre los años 2014 y 2020. Sin embargo, pese a las grandes ventajas de este sector, el inicio de un proyecto de estas características para conseguir eficiencia energética no es sencillo debido a las barreras de índole no tecnológica. Esto explica por qué en la mayoría de los países europeos sólo se ha alcanzado una tasa de renovación anual del 1%.

Algunas razones para las barreras no tecnológicas:

1. La falta de financiación que permita hacer frente a los elevados gastos iniciales de una rehabilitación integral del edificio es una de las barreras más importantes y, en muchos casos, insuperable, dada la dificultad que tienen las empresas para conseguir un crédito de las entidades financieras. ¿Por qué? Generalmente, por la falta de conocimiento y la percepción de riesgo de los bancos hacia este tipo de actuaciones

2. También, en muchos casos, quienes residen en este tipo de viviendas rechazan las intervenciones. En ocasiones porque son personas con bajos recursos económicos, pero las más de las veces, por la dificultad de entender que se trata de una inversión, con un retorno a largo plazo y que se consigue a través de una reducción de los costes en la factura energética y la revalorización de la vivienda.

3. También hay que mencionar que, pese al desarrollo de normativas que favorecen conseguir la eficiencia energética en edificios, en este ámbito existen también muchos obstáculos que superar ya que hoy en día el marco regulatorio está disperso y gestionado por diferentes niveles y sectores de la administración lo cual complica la movilización de la inversión.


En el caso concreto de España, la situación de crisis vivida ha dificultado este proceso de transformación de los edificios, ya que existe una reticencia especial de los bancos hacia las empresas de la construcción. Por otro lado, se exigen avales a los propietarios con el fin de solventar la posible morosidad que pueda surgir dentro de la comunidad de vecinos. Por tanto, la rehabilitación de un edificio o distrito depende en muchos casos de la capacidad económica de las empresas inversoras, así como de la inversión pública. También cabe destacar en el caso español, la regulación en contra de las energías renovables y el autoconsumo.

Pero, en realidad, la clave del éxito de estas intervenciones está en que este tipo de negocio ha de ser rentable, tanto para las empresas como para los usuarios. A día de hoy, en muchos países es necesaria la participación público-privada que permita desarrollar un esquema financiero adecuado. También se logra atraer a los futuros clientes a través de un modelo ESCO, en el que se paga la inversión a través de los ahorros energéticos.

Existen otros muchos mecanismos innovadores y su aceptación y viabilidad varía en cada caso por la diversidad cultural, el tipo de régimen de propiedad (privado, público o en renta) y el tipo de vivienda (vivienda unifamiliar o en régimen de comunidad de propietarios). La identificación del modelo de negocio y esquema financiero más adecuado para cada caso es uno de los mayores retos de hoy en día y en estas líneas se está trabajando.

¿Superalimentos?

¿Superalimentos?

¿Sabías que el cacao aumenta la actividad mental? Vamos a descubrir y comprobar científicamente el increíble poder de lo que tenemos en la despensa.

Con estas palabras anunciaba Alberto Chicote el especial “Superalimentos”, emitido el pasado 28 de marzo de 2016 en Antena 3. En cuanto lo vi pensé: ¡no me lo pierdo! Mientras lo veía, tengo que reconocer que atravesé por ciertos momentos de sudor frío en los que pensaba: ¡¡Ay madre, que se están viniendo arriba!!

El programa, según los índices de audiencia, fue un éxito, y por una parte me alegro porque muestra el interés de los españoles por una alimentación saludable (más allá del fútbol, o la vida en directo de personas) y por otra, porque da una idea del enorme potencial que tendría la televisión para aumentar los conocimientos en nutrición de la población.

Debemos aprender a comunicar ciencia de forma didáctica y entretenida (como hizo el programa de Chicote), pero siempre bajo la estricta mirada de la evidencia científica.

Después de vivir unos años locos pregonando los efectos milagrosos de los alimentos, la publicación del Reglamento (CE) 1924/2006 relativo a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos cambia radicalmente el escenario anterior, prohibiendo atribuir a ningún alimento un efecto beneficioso sin fundamento científico y sin que esté expresamente autorizado.

En este caso, voy a dedicar la entrada de hoy a verificar brevemente la ciencia que hay detrás de los efectos que en el programa se atribuían a los 10 “superalimentos“. En el programa se aseguraba que:

“El aceite de oliva virgen extra fortalece los huesos y elimina grasas”
“El cacao refuerza los dientes y agiliza la mente”.
“El pescado azul es bueno contra el estrés”
“El café evita la fatiga al volante”
“Las naranjas retrasan el envejecimiento”
“La pasta aumenta el rendimiento deportivo”
“El tomate previene de quemaduras solares”
“El brócoli protege la vista del sol”
“Las pasas favorecen la recuperación muscular”
“Las legumbres reducen el colesterol”

La siguiente tabla recoge, por un lado, los supuestos “superalimentos” y los beneficios divulgados en televisión y por otro, los principios activos que aportan dichos alimentos, los efectos beneficiosos aceptados científicamente por la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) y si a día de hoy se autoriza informar a los consumidores europeos sobre dichos beneficios.

Efectivamente, existe evidencia científica de que los alimentos seleccionados tienen ciertos efectos beneficiosos aunque la palabra “superalimento” no me parece acertada porque puede dar la idea de que son “milagrosos” y luego pasa que empezamos hacer cosas raras como la “dieta del brócoli” o comer 2 kg de naranjas al día como elixir de la eterna juventud.

Al observar la tabla podemos concluir que:

  • Llama la atención que, existiendo efectos saludables reconocidos de estos alimentos, en el programa de televisión se exponen “otros efectos” que no cuentan con evidencia científica.
  • En el caso de las legumbres, por su contenido en fitoesteroles, podríamos admitir que “contribuyen a mantener los niveles normales de colesterol” pero no que “reducen el colesterol”.
  • Científicamente, los efectos sobre el estado de alerta y la concentración relacionados con el consumo de cafeína están demostrados. Sin embargo, en Europa no se ha autorizado dar publicidad a estos efectos para evitar un consumo excesivo de café o bebidas con cafeína. Para más información sobre la cafeína podéis consultar el siguiente póster elaborado por EFSA.
¿Te comprarías un coche eléctrico?

¿Te comprarías un coche eléctrico?

Si no tienes claro cuál de las dos tecnologías se ajusta mejor a tus necesidades y preferencias, entonces deberías analizar ventajas e inconvenientes. Un buen punto de partida puede ser plantearte el uso que piensas darle al coche. Si la idea es circular en un entorno con arranques y paradas continuos, entonces puede que te interese el vehículo eléctrico.

El precio de un vehículo eléctrico suele ser una barrera insalvable a menos que se vayan a recorrer suficientes kilómetros a lo largo de su vida útil. Esta primera inversión se podría compensar con el ahorro en combustible, debido al menor precio de la electricidad en comparación con el diesel o la gasolina.

Otra barrera es la autonomía, de 150 a 200 km en condiciones reales. Aunque debería cubrir las necesidades diarias de la mayoría de conductores, lo cierto es que para muchos este es un inconveniente importante. Actualmente existe menos de un 0,1% de vehículos eléctricos enchufables en el mercado, y es raro verlos en las ciudades de la mayoría de países (con la excepción de casos como Suecia o Países Bajos). La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) predice sólo un 1% de vehículos eléctricos en 2040, mientras que otros expertos no prevén un impacto real en los próximos 50 años.

Sin embargo, algunos indicios sugieren previsiones diferentes a corto plazo. Según Bloomberg New Energy Finance (BNEF), varios fabricantes (incluyendo a Tesla, Chevrolet y Nissan) lanzarán al mercado modelos de gran autonomía a unos 25.000 €, mientras invierten billones en nuevos modelos. Además, los precios de las baterías cayeron un 35% el año pasado, mientras que su capacidad es cada vez mayor. Según BNEF los precios de estos vehículos  caerán por debajo de 20.000€ en 2040 y un 35% de los coches nuevos vendidos en todo el mundo serán enchufables.

La realidad es que el modelo que alcanzó el mayor número de ventas en 2015 fue el Volkswagen Golf (275.848 ventas), seguido por el Ford Fiesta (173.999 ventas). Pues bien, estos números han sido superados por los 276.000 pedidos recibidos por Tesla para su nuevo Tesla 3, aunque no todos necesariamente se materializarán en ventas en 2017. El modelo básico tendrá un precio de salida de 31.000 €, y una autonomía de al menos 346 km por recarga. Esto supone un cambio radical respecto a lo que habíamos visto hasta ahora. Tesla es conocida en todo el mundo por sus lujosos modelos, sólo al alcance de unos pocos, mientras que ahora su tecnología está al servicio de todos.

Así que tal vez ni el precio ni la autonomía sean ya un problema.

Otro argumento a favor de la tecnología eléctrica es la experiencia de la conducción, extremadamente silenciosa y suave, sin necesidad de caja de cambios, y por tanto más sencilla que con un vehículo convencional.

Los costes de mantenimiento deberían ser menores para un vehículo eléctrico debido a la ausencia de caja de cambios, aceite o fluidos refrigerantes. Además, los motores eléctricos tienen menos partes móviles.

Un argumento importante en contra puede ser la vida útil de la batería, que no es 100% fiable y podría fallar antes de lo previsto. Muchos fabricantes ofrecen garantías mayores para tranquilizar a sus compradores. Algunos de ellos plantean modelos de alquiler de baterías como alternativa a comprarla junto con el coche.

Finalmente, otro inconveniente del vehículo eléctrico es la problemática y costes añadidos asociados a la instalación de un punto de carga en casa, donde uno siente que podrá cargar su vehículo con seguridad y en el momento más conveniente (normalmente de noche).

Puedes obtener una buena estimación de los costes totales asignados a tu nuevo vehículo, tanto si es convencional como si es eléctrico, con CEVNE, una herramienta desarrollada por CARTIF que te ayuda a decidir desde un punto de vista puramente económico.

Y si todos los argumentos anteriores no fueran suficientes para ayudarte a tomar una decisión, entonces deberías considerar los beneficios para el medio ambiente. Las emisiones de tu vehículo eléctrico son cero, lo cual redunda en un aire más limpio para la ciudad en la que vives, aunque sabemos que la electricidad con la que cargas debe de venir de algún sitio… tal vez una central térmica de carbón. Si así fuera no estaríamos contribuyendo tanto a un medio ambiente más limpio, aunque sabemos que las energías renovables tienen una presencia cada vez mayor en todo el mundo.