Nuestros mares se han convertido en “sopas de plástico” (garbage patch o islas de basura), donde cada año se vierten 8 millones de toneladas de plástico que quedan flotando en los océanos. Los plásticos llegan a bosques, ríos y se encuentran en los rincones más insospechados del planeta.
Este residuo que nos está ahogando y del que somos los únicos responsables, llega a la naturaleza de diferentes maneras, pero el origen de todas es el mismo: la utilización masiva y excesiva que la humanidad ha hecho de este material desde que se popularizara en los años 50.
El plástico ha invadido nuestras vidas. Hacemos uso de él en cualquier actividad de la vida diaria (ropa, cocina, aseo, ingeniería, comercio minorista…). En muchos casos es imprescindible y difícil de sustituir, pero en otras ocasiones es totalmente innecesario o sustituible por una alternativa sostenible y que no comprometa el medio ambiente.
Cada vez más personas son conscientes del problema que supone este residuo y reclaman un cambio urgente que implique medidas políticas y de gestión, pero también un cambio en nuestro estilo de vida, desde la manera en que producimos hasta el modo en que consumimos. Colectivos y personas individuales están lanzando iniciativas que animan a un consumo responsable y sostenible con el planeta.
Y es que todos hemos pensado lo mismo al ver como nuestro contenedor de envases y plásticos se llena a diario, y no queremos contribuir a este despilfarro y uso innecesario de los mismos. Uno de los usos que más nos indigna a muchos, es el de envases y plásticos en la venta de productos frescos, siendo muy llamativo en frutas y verduras. ¿Es necesario proteger una naranja, un plátano, una cebolla con una bandeja o un plástico para su venta? NO. Su propia piel es la mejor protección que tienen frente al deterioro. ¿Nos hemos vuelto tan vagos que no somos capaces de partir un tomate a la mitad, pelar un ajo, o cortar una manzana en dados para que nos los tengan que ofrecer en su correspondiente bandeja plastificada?
Esta misma reflexión fue lanzada hace unos meses desde el blog La Hipótesis de Gaia, por Isa su autora, y de ella partió la iniciativa #desnudalafruta, con el objetivo de eliminar el uso del plástico en productos frescos, proponiendo hacer fotos de frutas y verduras con envases innecesarios y denunciarlo a través de las redes sociales. Acciones similares son #BreakFreeFromPlastic o #RidiculousPlastic que buscan el mismo objetivo.
Los “plastic attack”, son otro tipo de acción organizada por ciudadanos indignados sobre el uso excesivo de plástico. Consisten en grupos organizados de personas que se reúnen en un supermercado, y tras realizar su compra y al salir del establecimiento, la “liberan” de todos los plásticos innecesarios devolviéndolos al supermercado, dejando carritos llenos de este material. De este modo se hace visible la cantidad de plástico de un solo uso utilizado y que es totalmente prescindible.
Pero el primer paso para reducir este tipo de usos del plástico es la reflexión, ser consciente del uso y abuso que hacemos del mismo y dejar de comprar aquello que no es necesario o que tiene una alternativa no contaminante. La compra a granel, usar bolsas de tela para hacer la compra, dejar de utilizar plásticos desechables buscando otras opciones, etc. Podemos empezar a decir adiós a la vajilla desechable, las pajitas de bebida, los tuppers de plástico, botellas de agua…para todo ello tenemos una opción reutilizable, más sostenible y menos contaminante. Esta tienda online de productos con materiales alternativos al plástico es un ejemplo de ello.
Pero existen muchos usos del plástico difíciles de sustituir, duraderos o para los que, de momento, no hay alternativa. En este caso la I+D está tomando la iniciativa hacía el desarrollo de los denominados bioplásticos, polímeros que provienen de fuentes naturales y son biodegradables.
Los bioplásticos se obtienen a partir de biomasa, residuos agrícolas u otros subproductos. Este material de partida es transformado, mediante una fermentación bacteriana, en monómeros que se utilizarán para obtener polímeros (ácidos polilácticos –PLA-, polihidroxialcanoato –PHA-), a partir de los cuáles se fabricarán productos de todo tipo, envases, piezas para automoción, bolsas, películas plásticas, etc.
Este tipo de materiales prometen ser la alternativa a los derivados del petróleo, ya que son biodegradables y se obtienen de materias primas renovables. La investigación actual y las nuevas tecnologías están permitiendo conseguir bioplásticos con las mismas características técnicas y las mismas aplicaciones que los derivados del petróleo.
En resumen, la investigación en nuevos materiales y el diseño de procesos más sostenibles serán nuestros aliados en la construcción de un planeta más sostenible, pero sólo si van acompañados de un cambio de actitud en nuestra vida diaria, siendo más responsables en nuestra manera de consumir y relacionarnos con nuestro entorno.
A los que nos gusta la cocina, y también comer bien, nos suele gustar ir al mercado, supermercado u otras superficies en busca de ricos y apetitosos productos. A mí, además, me gustar ir en pos de satisfacer mi curiosidad científica sobre si habrá algo nuevo en los lineales y escudriñarlo al detalle: el aspecto del producto, el diseño del envase, la composición, las propiedades nutricionales que lo acompañan… hasta que me decido por incorporarlo a mi cesta para, cómo no, probarlo.
Durante esas visitas es cuando más cosas interesantes escucho a pie de refrigerador o en la cola de rigor. Aquí es donde he percibido algo que no ha cambiado en mucho tiempo y es… el lío mental instaurado en el consumidor a la hora de elegir un producto entre una amplia gama: ¿leche con calcio mejor que sin calcio? ¿con calcio procedente de la leche o procedente de la industria química?, ¿leche fresca o leche esterilizada?, ¿paquete de lentejas, lentejas en bote, envase de plástico con lentejas cocidas? yogur cero… ¿cero qué?
Y es que la oferta de nuevos productos no ha parado de crecer en los últimos años, en parte, innovando al amparo del consabido Reglamento de las declaraciones nutricionales que ha dejado, y sigue dejando, un aluvión de “nuevos” productos llenos de leyendas nutricionales y de salud. Batiburrillo entre lo que el producto anuncia, lo que creemos que es bueno, las técnicas de elaboración empleadas y lo que el marketing nos invita a ver. O lo tienes claro, o ya lo decían Alaska y los Pegamoides: “terror en el hipermercado, horror en el ultramarinos”.
El número de conceptos en los productos se ha incrementado hasta el punto de que un gran número de consumidores no percibe los beneficios de muchas de estas leyendas o no conoce la diferencia entre los distintos tipos de procesados de los alimentos convirtiendo la elección de productos en una cuestión de percepción subjetiva o de mera opinión.
Aclaremos algunos de estos conceptos:
Sistemas de procesado: las gamas
Respecto al sistema empleado para el procesado y posterior conservación de alimentos nos encontramos desde el producto fresco –lo que se conoce como I Gama- hasta los productos preparados y envasados listos para consumir -la llamada V Gama-. Entre medias; las conservas (II Gama), los congelados y ultracongelados (III Gama) y los productos envasados al vacío o en atmósferas modificadas (IV Gama). ¿Hay diferencias entre los métodos de procesado? Sí, claro. Las propiedades nutricionales y sensoriales, la vida útil entre otros, van a venir determinados por el tipo y tiempo de tratamiento, el tipo de envase.
En concreto y muy de moda por ser productos “listos para el consumo”, están los productos de IV gama que están simplemente lavados, cortados y con un algún tipo de tratamiento mínimo. Por ello su duración es corta (entre 7 y 14 días máximo). Mientras que los productos V gama han recibido algún tratamiento térmico como puede ser una pasteurización o tratamiento mediante altas presiones que hace que su duración varíe entre 2 y 6 meses. Estos últimos requieren una breve preparación final como puede ser un calentamiento en microondas.
Productos “cero”
En cuanto a los productos “cero” es necesario saber a qué hacen referencia. Cero azúcar o cero grasa indican que la porción de producto contiene menos de 0,5 g de azúcar o de grasa mientras que cero calorías hace referencia a que en cada porción de producto hay menos de 5 calorías. Lo triste es que nos encontramos productos “cero grasa” con un montón de azúcar y viceversa.
Pre y probióticos
Probióticos; todavía nos preguntamos qué son y para qué sirven. Son microorganismos vivos como lactobacilos, bifidobacterias y otros que actúan positivamente a nivel de la flora bacteriana intestinal. Aunque la fiebre de estos productos ha bajado, en nuestro córtex se ha quedado la idea de que sin tomarnos una dosis de este tipo de bacterias beneficiosas (blanco y en botella…) no podemos salir a la calle. ¿Cualquier yogurt es un probiótico? Sí, todos lo son. Pero también se pueden encontrar en el queso curado, en productos fermentados como el chucrut o col fermentada y el tempeh (soja fermentada).
Por otro lado, los prebióticos básicamente son sustancias no digeribles como puede ser la inulina o la oligofructosa que llegan hasta el intestino grueso donde sirven de alimento para las bacterias beneficiosas. Su misión es mejorar la salud gastrointestinal, favorecer la síntesis de determinados grupos de vitaminas o favorecer la absorción de algunos minerales, como el calcio. Estos componentes se encuentran naturalmente presentes en alimentos como la fruta, verdura y los cereales integrales.
Productos light
Los productos light parece que están un poco más claros. Sabemos que tienen menos de algo. En realidad, la denominación light hace referencia a la reducción de al menos el 30% del contenido de uno o más en comparación con un producto similar.
Endulzantes
¿Panela o azúcar moreno? Ambas son azúcar. La diferencia entre una y otra estriba en que, en la primera, el azúcar no se ha separado de la melaza de la caña de azúcar y se ha dejado solidificar conjuntamente. De esta manera, la melaza aporta las vitaminas y minerales extraídos del jugo de caña y el mismo poder edulcorante que el azúcar moreno pero… ni una caloría de menos.
Integrales y ricos en fibra
¿Y cuál es la diferencia entre integral o rico en fibra? Cuando un alimento declara que es “rico en fibra” está obligado a contener más de 3 g de fibra por cada 100 g de producto. Si indica que tiene “alto contenido en fibra” se traduce en 6 g de fibra por 100 g de producto. Sin embargo, si un alimento es integral debe incluir en su composición “harina integral o harina de grano entero” como primer ingrediente. SI tengo que elegir, me quedo con la opción integral.
Productos “sin”
Sin lactosa, sin gluten, sin colorantes y así, un largo etc. Destacar la ausencia de determinados compuestos sólo tiene sentido en contadas y reguladas ocasiones en las que dicha declaración “sin” sugiera que el alimento posee propiedades nutricionales beneficiosas relacionadas con esas sustancias que no contiene.
La tendencia a “sin aditivos” forma parte del movimiento quimifóbico llevado a su extremo. Hasta que las autoridades competentes controlen este tipo de marketing, es nuestra responsabilidad informarnos adecuadamente sobre estos compuestos. No olvidemos que algunos o muchos de esos aditivos, están presentes en la naturaleza y no se sintetizan en ningún laboratorio y que, sin ellos, no tendríamos la oportunidad de comer con garantías de seguridad.
Con la misma repulsión hacia lo químico, surge la duda de si es mejor el calcio naturalmente presente o el calcio sintético añadido a los productos como es el caso de la leche. Yo me pregunto si necesitamos ese aporte de calcio extra, ¿no es mejor comernos un trocito de queso cargado de calcio?
Por otra parte, y más concretamente, la denominación “sin gluten” está permitida y regulada para unas condiciones concretas y son productos destinados a un grupo de población con algún tipo de alergia o intolerancia a esta proteína. Por cierto, nada más que esto, justifica el consumo de productos sin gluten.
Con estos datos en el bolsillo, con un poco de información por nuestra parte, con el compromiso de las autoridades y de la industria alimentaria, cada vez seremos más conscientes de lo que compramos y consumimos sin morir en el intento de hacer una compra a nuestra medida.
Después de unos inicios bastante tibios, la realidad aumentada se está dejando ver como una tecnología con un futuro bastante prometedor. Buena parte de este cambio de imagen surge del fenómeno Pokémon Go que, hace aproximadamente dos años, mostró al público generalista la realidad aumentada de una forma natural mediante los personajes del famoso videojuego. Este golpe de efecto ha servido para que muchos programadores se hayan dado cuenta de las múltiples posibilidades que ofrece esta tecnología, lanzándose al desarrollo de aplicaciones sencillas que, al igual que en el videojuego, permiten utilizar las capturas realizadas con la cámara del teléfono y/o la posición GPS para incorporar escenas y modelos 2D y 3D al mundo físico a través de la pantalla del móvil.
Esto ha hecho que actualmente nos podamos encontrar numerosas animaciones utilizando realidad aumentada en catálogos comerciales, paneles publicitarios, aplicaciones turísticas o juegos educativos para los más pequeños, entre otras aplicaciones.
Grandes compañías como Google, Apple, Microsoft o Facebook no quieren perder este tren y están tomando posiciones para sacar el mayor partido a las grandes posibilidades que proporciona el uso de la realidad aumentada. A finales de 2017 todas ellas han ido mostrando plataformas y herramientas software para incorporar realidad aumentada a sus dispositivos.
Google:ARCore es la plataforma de Google que permite crear experiencias de realidad aumentada. En el Google I/O celebrado en mayo se han presentado nuevas aplicaciones sobre todo para entornos colaborativos. ARCore está disponible actualmente para dispositivos con las últimas versiones de Android.
Apple: ARKit, incluido en los dispositivos con el sistema operativo iOS11, permite a los desarrolladores crear fácilmente aventuras de realidad aumentada que integran objetos virtuales en el mundo real combinando datos procedentes de las cámaras e información del sensor de movimiento.
Microsoft: kit de desarrollo Windows Mixed Reality, es la plataforma de realidad mixta que permite crear realidad virtual y mixta presentando hologramas virtuales junto a elementos reales. Está fundamentalmente desarrollado para las gafas inteligentes Microsoft Hololens.
Facebook: ha lanzado AR Studio para crear efectos de realidad aumentada sobre las imágenes capturadas, y que las personas puedan colocar objetos en 3D en su entorno e interactuar con ellos en tiempo real. Lo último que ha presentado es el AR Target Tracking que permite iniciar las experiencias de RA apuntando a una imagen, creando experiencias persistentes.
Más allá de los juegos y el entretenimiento, un futuro muy interesante para la RA, desde el punto de vista de CARTIF como centro de investigación, es el desarrollo de aplicaciones para profesionales en el ámbito laboral. El acceso a la información en cualquier lugar y la asistencia sobre la marcha, pueden marcar una gran diferencia en velocidad y eficiencia a la hora de ejecutar ciertas tareas.
Todas estas herramientas pretenden llegar a los usuarios a través de los dispositivos de los que ya disponen: smartphones, tablets o PC. Pero la incorporación de esta tecnología al ámbito laboral (industria, salud, logística,…) se topa en muchos casos con la exigencia de que el trabajador tenga las manos libres para realizar su trabajo, cosa que no se puede hacer con los dispositivos mencionados. En este sentido, las Smart Glasses se presentan como el dispositivo más adecuado para este tipo de entornos, aunque, tras la decepción de las gafas de Google lanzadas en 2013, la oferta de dispositivos físicos de este tipo sobre los que desarrollar las aplicaciones es escasa. Además, las herramientas de desarrollo son muy específicas para cada dispositivo, lo que complica el proceso, y la tecnología disponible todavía presenta precios sumamente elevados para el público general o para una implantación generalizada en una empresa.
A pesar de esto, según un estudio de Forrester Research, se estima que 14,4 millones de trabajadores estadounidenses llevarán gafas inteligentes para el desarrollo de su trabajo en el año 2025. En CARTIF apostamos por que la incorporación de este tipo de dispositivos a los procesos industriales se vaya produciendo poco a poco, y que los trabajadores se vayan habituando a su uso como una herramienta más de trabajo. Mediante el uso de gafas inteligentes, los empleados pueden acceder a instrucciones y contenido detallado sobre la tarea en cuestión sin interrumpir su trabajo.
En el ámbito industrial, existen multitud de procesos que pueden facilitar información en forma de realidad aumentada de una forma rápida y no invasiva. CARTIF, dentro del proyecto HABITAT-RA, está trabajando para acercar esta tecnología a las Pymes, utilizando realidad aumentada para tres aspectos diferentes:
Monitorización: visualización de información sobre el estado de una máquina o proceso.
Mantenimiento industrial: obtener información y alertas sobre las tareas periódicas de mantenimiento preventivo en máquinas.
Prevención de riesgos laborales: obtener información y alertas sobre zonas de riesgo y perímetros de seguridad en entornos industriales.
Por otro lado, en el proyecto MARCA, integrado en el sector de tratamiento y distribución de agua, CARTIF ha trabajado en el desarrollo de herramientas que permiten el acceso de un operario de mantenimiento a recursos avanzados de apoyo basados en RA, y a la comunicación intermodal avanzada utilizando para ello unas gafas inteligentes.
Por último, en el proyecto PUMAN se desarrolla un interfaz de realidad aumentada para los puestos de montaje manual en la industria mediante el guiado y presentación de información de los pasos del montaje de modo inmersivo. También se informa sobre los riesgos de seguridad del operario.
Aunque todavía está en una fase incipiente, la incorporación de realidad aumentada en la realización de muchas tareas en el entorno industrial puede marcar una gran diferencia en velocidad y eficiencia. Existen muchos factores por mejorar: la tecnología todavía no está lo suficientemente madura, el elevado coste de producir contenidos de realidad aumentada o las limitaciones técnicas de los dispositivos para poder proporcionar experiencias totalmente inmersivas. En todo caso, esta tecnología está en continuo crecimiento. Las grandes firmas están apostado por ella y poco a poco los usuarios se están acostumbrando a disponer de contenidos en forma de RA. El futuro pasa por disponer de un dispositivo que combine una alta capacidad óptica con tecnologías de comunicación y las características de un wearable, y cuyo precio permita una distribución masiva.
Dietas macrobióticas, disociadas, de la piña, de la sopa de cebolla, detox… son infinitas las dietas que se han puesto de moda desde que los temas de la alimentación y la nutrición comenzaron a interesarme. Y no es por empezar de forma negativa pero, ninguna de ellas me ha llegado a convencer desde el punto de vista de una Dietista-Nutricionista que siempre ha creído en la moderación y la dieta equilibrada.
Sin embargo, actualmente hay un movimiento en marcha (notad que digo movimiento y no dieta) que está cambiando mi opinión: el realfooding o “comida real”. Eso sí, con algún matiz.
Según Carlos Ríos, creador de la iniciativa, el realfooding es un estilo de vida basado en comer comida real y evitar los ultraprocesados. Tiene como objetivo mejorar la salud de la población a través de la alimentación.
Pero ¿qué entendemos por comida real? Por comida real se conoce a todos aquellos alimentos mínimamente procesados o cuyo procesamiento industrial o artesanal no haya empeorado la calidad de la composición o interferido negativamente en sus propiedades saludables presentes de manera natural. Concretamente son verduras y hortalizas, frutas, frutos secos y semillas, tubérculos y raíces, legumbres, pescados y mariscos, huevos, carnes, cereales integrales, aceites vírgenes, lácteos de calidad, café, cacao e infusiones, hierbas y especias. También se considera comida real a los “buenos procesados” que son aquellos con un procesamiento industrial o artesanal beneficioso o inocuo para la calidad del alimento con respecto a sus propiedades saludables. Los “buenos procesados” son los alimentos de segunda gama (alimentos reales en conservas y semiconservas), tercera gama (alimentos reales congelados/ultracongelados), cuarta gama (alimentos reales envasados en atmósferas modificadas) y quinta gama (platos de alimentos reales ya cocinados y envasados al vacío)
El movimiento realfooding también se basa en evitar los alimentos ultraprocesados: refrescos, bebidas energéticas, zumos envasados, lácteos azucarados, bollería, pan blanco, carnes procesadas, pizzas comerciales y precocinados, galletas, cereales refinados y barritas, patatas fritas y snacks, dulces y helados, productos dietéticos y salsas comerciales.
Los pilares sobre los que se fundamenta el movimiento realfooding son:
Para estar sano, come comida real
La comida real no se enfoca en calorías o nutrientes, sino en alimentos
La comida real se cocina
Más mercado y menos supermercado
La comida real no tiene conflictos de intereses
Los productos ultraprocesados son malos para la salud
La iniciativa realfooding anima a participar en el #retounmesconcomidareal que consiste en estar un mes comiendo solamente comida real y ningún ultraprocesado. De esta forma, la iniciativa pretende retar a la población a que prueben cómo se sienten al mantener un estilo de alimentación saludable. Realfooding pone a disposición de los realfooders una serie de herramientas que les ayuden a cumplir el reto: equipos de apoyo en redes sociales donde pueden hacer preguntas, contar sus experiencias, dificultades y logros; publicación de recetas con comida real, etc. Puedes encontrar toda la información en su web.
Realfooding podría significar el inicio del cambio de hábitos de alimentación que la población española necesita para reducir los altos índices de sobrepeso y obesidad que existen actualmente; por ello no debe quedarse únicamente en una dieta de moda pasajera sino en una práctica perdurable en el tiempo; una moda que ha llegado para quedarse.
Obviamente, esta iniciativa no significa que todo el camino recorrido hasta el momento en materia de campañas de educación en alimentación y nutrición no sirva para nada, sino que es una herramienta más. Por ello, si te propones hacer el reto realfooding, recuerda las siguientes palabras clave:
Variedad: además de elegir alimentos dentro del grupo de comida real, éstos deben ser variados, es decir, no podemos comer siempre y únicamente carne o arroz o yogur natural, por mucho que sea un alimento real.
Equilibrio: nuestro organismo necesita unos nutrientes en mayor cantidad que otros y esos nutrientes se encuentran en cantidades diferentes en los alimentos. Esta es la razón por la que algunos alimentos deben consumirse de forma más frecuente que otros. Esto nos recuerda a la famosa pirámide de la alimentación equilibrada de la que hablamos en el post anterior “malnutrición por exceso”.
Tecnología culinaria: es importante procesar los alimentos elegidos de forma correcta; por ejemplo, la patata es una hortaliza considerada comida real, pero mejor asada o cocida que frita.
Moderación: ¡cuidado con las cantidades! el hecho de que los huevos sean comida real, no significa que sea beneficioso comer 3 huevos diarios.
Con respecto a la industria alimentaria y a los organismos reguladores en materia de alimentación, nutrición y salud, debemos destacar el esfuerzo y la inversión que diariamente hacen en la mejora de la seguridad alimentaria, en la diversidad de envasados, presentaciones y formatos para mantener la calidad de estos alimentos, más adaptados a la sociedad actual, en la creación de alternativas culinarias para personas con intolerancias y alergias alimentarias, etc. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer en cuanto a la mejora del perfil nutricional de los alimentos, regulación del etiquetado, etc.
Desde CARTIF felicitamos a los creadores de “Realfooding” por la iniciativa y apoyamos la comida real como base de una alimentación saludable, variada, equilibrada y moderada pero siempre de la mano de la industria alimentaria y de los organismos reguladores, quienes, cada día trabajan para darnos productos alimentarios de mayor calidad y seguridad a todos los grupos de población.
Las acciones de rehabilitación que se están llevando a cabo en el barrio de Torrelago, ubicado en el municipio vallisoletano de Laguna de Duero, están llegando a su fin, y es el momento de echar la vista atrás y pararse a reflexionar, analizar y evaluar. CITyFiED es el proyecto financiado por la Unión Europea y liderado por CARTIF que está haciendo posible esta renovación desde el año 2014, y que ha establecido las bases para un desarrollo más sostenible de la ciudad, favoreciendo la creación de entornos urbanos más sostenibles.
El objetivo de este proyecto es reducir la demanda de energía de las viviendas intervenidas hasta en un 40% y evitar, al menos, 3.500 toneladas de emisiones de CO2 por año. Para ello, el proyecto ha remodelado con un sistema de aislamiento térmico externo los 31 edificios que componen el barrio de Torrelago, lo que supone más de 143.000 m2 de espacio habitable.
Cuatro años después de comenzar el proyecto, los andamios ya han desaparecido. El cambio estético producido en esta emblemática zona periférica de Valladolid, visible desde muchos puntos de la ciudad, es tan espectacular que no puede evitar llamar la atención de cualquiera que conociera la zona antes de 2014.
Pero, aparte de la evidente mejora estética, los beneficios que ya perciben los 1.500 vecinos de los edificios del distrito van mucho más allá. Además de la rehabilitación energética de las fachadas, se ha sustituido el antiguo sistema de energía, compuesto por dos redes de calor independientes de calefacción urbana de gas. Una de las salas de calderas de gas ha sido reemplazada por una nueva de biomasa de 3.5 MW, y las dos redes se han fusionado para construir un nuevo sistema de calefacción urbana de múltiples fuentes (biomasa y gas) que cubren el 80% de la demanda térmica con fuentes de energía renovables. Además, se han instalado nuevas bombas de caudal variable, subestaciones de intercambio de calor, contadores inteligentes individuales y termostatos, junto con un sistema de micro-cogeneración para generar 33 kW de potencia y 73,4 kW de energía térmica útil.
Tras las extensas acciones de renovación, va a comenzar una campaña de monitorización que durará un año con el objetivo de recolectar información de los nuevos sistemas de energía con un fin eminentemente práctico: comprobar que las mejoras implantadas funcionan. Para ello, se valorarán indicadores de carácter ambiental, técnico, económico y social.
La eficiencia energética se ha convertido en un aspecto fundamental en el municipio de Laguna de Duero, para alcanzar los objetivos de sostenibilidad y crecimiento. De hecho, la inversión del proyecto, superior a los 16,5 millones de euros, ha brindado diferentes beneficios a los ciudadanos. Desde la reducción directa del consumo de energía y sus costes asociados, lo que puede permitir la inversión en otros bienes y servicios, o facilitar el logro de otros objetivos, por ejemplo, crear ambientes interiores más saludables o aumentar la productividad industrial.
Los ciudadanos, como principales usuarios del entorno de la ciudad, tienen claros beneficiosen su actividad diaria: aumentar la actividad económica en la ciudad, lo que ha llevado a una reducción del desempleo con 50 nuevos empleos creados en el contexto de CITyFiED, mejora de su entorno y calidad de vida, y también estar a bordo para mejorar la transición al concepto de ciudad inteligente del futuro, con más comodidad a nivel de ciudad y más tecnología al servicio del ciudadano. Incluso los servicios públicos y otros proveedores de energía se benefician en una variedad de formas de las medidas de eficiencia energética de este proyecto. Los beneficios directos incluyen menores costes para la generación, transmisión y distribución de energía, una mayor confiabilidad del sistema, una volatilidad de los precios moderada en los mercados mayoristas y la posibilidad de retrasar o diferir las costosas actualizaciones del sistema.
Pero ninguna de estas acciones tendría sentido si el objetivo no fuera mejorar la calidad de vida de sus principales destinatarios: los residentes, los ciudadanos que viven en el entorno urbano. Las acciones del proyecto han llegado a más de 4.000 habitantes de Laguna de Duero, que se benefician de manera directa gracias al aumento de la actividad económica de la ciudad, la creación de 50 puestos de trabajo, o las mejoras del entorno y el confort.
Reducir el consumo de energía y las emisiones de CO2 mediante rehabilitación de edificios no solo consiste en aplicar nuevas tecnologías, sino también en garantizar que los ciudadanos acepten y aprueben estos cambios en sus hogares. Por eso, el consorcio del proyecto se ha esforzado por involucrar a los vecinos de Torrelago, que han podido decidir y participar en las acciones de renovación. Los representantes del proyecto se han asegurado de que las inversiones de las obras tengan un sentido económico y un beneficio para los residentes, quienes aseguran que ya han notado el ahorro en sus facturas en invierno, en comparación a las de años anteriores. Pero no son los únicos. Incluso los servicios públicos y otros proveedores de energía se van a beneficiar de las medidas de eficiencia energética aplicadas en este proyecto.
Con estas rehabilitaciones, Laguna de Duero, en Valladolid, y las otras dos ciudades europeas que han servido de demostrador (Lund, en Suecia y Soma, en Turquía) comienzan su evolución hacia la Ciudad Inteligente o Smart City, es decir, hacia entornos urbanos del futuro, que garanticen el confort y la mejor calidad de vida del ciudadano a través de la tecnología, y se postulen como un ejemplo a seguir para el resto de ciudades.
La importancia del tren desde el punto de vista económico no tiene discusión. Surgió como una de las innovaciones más extraordinarias en la Revolución Industrial, pues si bien es cierto que ya antes se habían creado las primeras locomotoras a vapor, fue durante este período cuando se pudo ver el potencial de este nuevo medio de transporte.
Y así se ha consolidado a lo largo de los años, como uno de los medios de transporte preferidos por los ciudadanos, por su seguridad y rapidez, solo superada por el avión. Además, en contraposición al uso del vehículo privado, el servicio ferroviario contribuye al ahorro de combustible por pasajero, y por tanto, es más sostenible que otros medios de locomoción.
Según datos de Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias), en España un viajero que utiliza el tren consume 5 veces menos litros equivalentes de gasolina por kilómetro que si viaja en coche, y 20 veces menos que si utiliza el avión. O, por ejemplo, transportar una tonelada de mercancía por ferrocarril consume 4 veces menos litros equivalentes de gasolina que hacerlo por carretera, y 1.380 veces menos que en avión.
Pero, ¿qué pasa con la construcción de la infraestructura ferroviaria necesaria para la circulación de los trenes? ¿Es sostenible?
Esta fue la premisa de la que partió el proyecto LIFE HUELLAS, liderado por CARTIF, junto a las empresas Vías y Construcciones e IK-Ingeniería y la Universidad de Granada. Su objetivo era mejorar el proceso de construcción de las vías ferroviarias en lo referente a su impacto ambiental, poniendo especial interés en aquellos aspectos que afectan al cambio climático.
Hay que tener en cuenta que la infraestructura ferroviaria está integrada por obras civiles como puentes, viaductos, túneles y caminos de servicio, y por la superestructura, formada por carriles, traviesas, material de sujeción, e instalaciones de electrificación, señalización y seguridad de la vía. La producción, construcción y mantenimiento de toda esta infraestructura supone un elevado impacto medioambiental.
El consorcio del LIFE HUELLAS consideró que las técnicas de análisis de ciclo de vida, combinadas con el análisis inteligente de datos, podrían ayudar a reducir la huella de carbono y la huella hídrica de las obras de infraestructuras ferroviarias en un 10% y un 5%, respectivamente.
Tras cuatro años y medio de intenso trabajo, el proyecto ha conseguido reducir una media del 12,9% de la huella de carbono, y el 14,1% de la huella hídrica por kilómetro construido en las obras que se han utilizado como pilotos, es decir, unos datos superiores a los previstos. Todo un éxito.
El proyecto comenzó con la recopilación exhaustiva de información básica para analizar el impacto medioambiental que suponía la construcción de redes ferroviarias, en base a unas variables previamente identificadas. Más tarde, las empresas implicadas centraron sus esfuerzos en el estudio de la transformación del impacto ambiental en huellas de carbono e hídrica, por medio del desarrollo de una metodología de evaluación consolidada.
A partir de esta recopilación, surge una herramienta inteligente que, aplicando diversas técnicas de inteligencia computacional, establecerá diferentes alternativas de planificación, mostrando valores específicos de huella y de indicadores ambientales previamente seleccionados. Es decir, el objetivo es servir de ayuda en la toma de decisiones en la fase de planificación de las obras.
Por otro lado, el equipo investigador ha desarrollado una herramienta online de libre acceso que permite realizar un diagnóstico ambiental detallado de los procesos implicados en la construcción de este tipo de infraestructuras. Esta herramienta, disponible en la página web del proyecto www.life-huellas.eu, permite fomentar el desarrollo de proyectos ferroviarios con criterios no solo económicos, sino también ambientales y sociales.
Para el desarrollo de ambas herramientas, el consorcio ha estudiado de manera exhaustiva más de 460 unidades de obra, junto a una colección de variables e indicadores de sostenibilidad relevantes, agrupados en:
Indicadores ambientales: huella de carbono y huella hídrica, potencial de acidificación, de oxidación fotoquímica y de eutrofización.
Indicadores sociales: valorización de las condiciones de trabajo, salud y seguridad, derechos humanos, gobernanza, infraestructura comunitaria y creación de puestos de trabajo.
Indicadores económicos: costes del proyecto.
Las pruebas se han llevado a cabo en la fase de demostración del proyecto en dos obras reales; por un lado, el tramo Ponte Ambía (Orense)-Taboadela (Orense) de la Línea Madrid-Galicia para la infraestructura de vía, es decir, para las obras de tierra (terraplenes, trincheras, túneles, etc) y para las obras de fábrica (puentes, drenajes, viaductos y pasos a nivel); y por otro lado, el tramo Antequera (Málaga)-Loja (Granada), para la superestructura de vía sobra la que circulan los trenes, cuyos elementos principales son el balasto, las traviesas, el carril, la electrificación y la señalización.
Con el objetivo de contribuir a optimizar estos procesos en términos de sostenibilidad, el consorcio ha recogido en una guía de Buenas Prácticas las principales conclusiones de la experiencia adquirida durante el desarrollo del proyecto, así como las diferentes alternativas sostenibles propuestas.
Aunque el proyecto LIFE HUELLAS ya ha finalizado, las obras ferroviarias sobre las que se ha validado han reducido de manera efectiva la huella de carbono y huella hídrica de su fase de ejecución, aportando por tanto su granito de arena a la mejora medioambiental de su entorno.
Además, el acceso libre a la calculadora seguirá disponible en www.life-huellas.eu para que cualquiera pueda usarla. También podrás encontrarnos en eventos de networking y difusión, transfiriendo el conocimiento adquirido a todos los interesados, ya que el objetivo ahora es fomentar la replicabilidad comunicando los resultados obtenidos a otras empresas y sectores. Por ejemplo, muchas de las operaciones de construcción de infraestructuras ferroviarias son comunes a las de construcción de otras infraestructuras, como carreteras, por lo que también pueden beneficiarse de los resultados del proyecto.