Más allá de pintar tu fábrica o tus productos de color verde
En la anterior entrada mencionamos dos iniciativas (una de IKEA y otra de Google) respecto a sus programas de sostenibilidad corporativa. Aunque estas dos empresas son casos únicos, no fácilmente extrapolables a otros sectores más relacionados con la “fabricación tradicional”, siguen siendo buenos ejemplos honestos de la tendencia que empieza a extenderse respecto a la preocupación medioambiental.
En un mundo cada vez más globalizado y competitivo, las preocupaciones medioambientales de los ciudadanos por el futuro de nuestro planeta no siempre son consideradas una prioridad por los legisladores. Afortunadamente, hoy los consumidores empiezan a demandar a las empresas un mayor compromiso con el medio ambiente. Los consumidores rechazan los productos o servicios más contaminantes e, incluso, están dispuestos a pagar más por los menos contaminantes. Ante este nuevo escenario, las compañías se están preocupando por mostrarse ante la comunidad lo más “verdes” posible. Pero no siempre se corresponde con la realidad, sino que se produce lo que los anglosajones llaman “greenwashing” y nosotros deberíamos traducir por “publicidad verde engañosa”.
Según la Wikipedia, el greenwashing es “un término que describe el uso engañoso de marketing verde para promover una percepción errónea de que las políticas o los productos de una compañía son adecuados desde el punto de vista medioambiental”.
Se puede decir que se está ante un caso de greenwashing cuando una compañía o una organización gasta más tiempo y dinero proclamando ser “verde” a través de la publicidad y el marketing que implementando prácticas y cambios de negocio que minimicen su impacto ambiental.
Vale, es otro tipo más de publicidad engañosa, ¿por qué éste representa un problema mayor?
Últimamente parece que todo se ha vuelto “ecológico”: los coches, las aerolíneas, las compañías, los comercios, los restaurantes… Afortunadamente, en la mayoría de los casos, es una buena noticia. Sin embargo, es malo si es una práctica de greenwashing, y es malo para el medio ambiente, para los consumidores e incluso para el propio negocio que realiza la práctica.
Medio Ambiente: En el peor de los casos, esta práctica puede hacer que los consumidores en masa consuman productos o servicios completamente perjudiciales para el medio ambiente. En el mejor de los casos, esta práctica desplazará las ventas hacia referencias que no son ni mejores ni peores que otras para el medio ambiente.
Consumidores: A nadie le gusta que se aprovechen de uno, especialmente en temas económicos. La última cosa que desean los consumidores es gastar dinero extra en un producto o servicio pensando que es lo correcto para el medio ambiente, pero en realidad no lo es (o al menos no lo es tanto como la publicidad quiere hacerles creer).
Negocio/Mercado: Las compañías más avanzadas están descubriendo que hacer lo correcto respecto al medio ambiente aumenta su rentabilidad en muchos casos. Es una pena, que a pesar de haber multitud de opciones para reducir el impacto medioambiental o mejorar sus productos y procesos, muchas empresas no hagan nada para ello. Incluso en los casos peores, algunas empresas simplemente emplean sus recursos en disfrazarse como empresas verdes. Sin embargo, a medida que aumenta el “entrenamiento” de los consumidores, estos empiezan a distinguir a las compañías honestas de las tramposas.
Tarde o temprano, la práctica del greenwashing les explotará en las manos, destrozando la reputación de la compañía y consecuentemente también sus ventas.
Vale, problemática entendida, ¿qué podemos hacer para erradicar esta práctica?
En 2008, la Universidad de Oregón creó el sistema GREENWASHING INDEX, en que cualquiera que lo desee puede enviar y valorar los reclamos publicitarios ecológicos . Los usuarios evalúan de forma justificada la veracidad de los anuncios en una escala de 1 a 5 donde el 1 significa sincero y el 5 significa falso.
En ese mismo año, la asociación británica Carbon Trust, lanzó su certificación Carbon Trust Standard, en la cual se incluyen protocolos de medida de reducción de impacto ambiental que impiden la tentación del greenwashing.
En España, no existen iniciativas similares. Algunas compañías voluntariamente están realizando Declaraciones Ambientales de Producto (o Environmental Product Declaration, EPD) de sus productos bajo la certificación ISO 14025, que obliga a utilizar metodologías certificadas y a publicar los resultados haciendo un verdadero ejercicio de transparencia medioambiental. Desafortunadamente, son casos meramente testimoniales.
En España, como ciudadanos-consumidores, aún no parece que estemos concienciados de que nuestro mayor poder para cambiar el mundo no es nuestro voto, sino nuestra cartera.
Otro posible ejemplo o indicador de dichas diferencias de mentalidad es la comparación de los efectos que el “Dieselgate” ha producido sobre las ventas de vehículos Volkswagen en España y en el Reino Unido.
Y tú, ¿conoces algún caso de greenwashing? ¿Qué porcentaje de sobrecoste estarías dispuesto a pagar por un producto o servicio más respetuoso con el medio ambiente?
¿Has pensado alguna vez quién decide cuándo hay que reparar una carretera o un túnel? Lo más habitual es que un operario, a pie, vaya anotando en un cuaderno los deterioros que ve y utilice estas anotaciones para determinar el estado de la infraestructura. En muchas ocasiones los operarios caminan por el arcén, mientras el tráfico circula normalmente a su alrededor, con el consiguiente peligro tanto para ellos como para los usuarios de la vía. Esta tarea resulta realmente monótona y repetitiva, provocando fatiga visual en los operarios, lo que hace difícil que obtengan unos grados de fiabilidad aceptables. Además, aunque la inspección visual cuando es realizada por operarios se adapta muy bien a nuevas situaciones, tiene un alto grado de subjetividad, lo que provoca que ante una misma situación dos operarios distintos, o el mismo operario en distintas ocasiones, ofrezcan resultados diferentes.
La aplicación de nuevas tecnologías para realizar estas inspecciones permite reducir estos riesgos, obtener resultados objetivos, incrementar la velocidad de inspección, y disponer de estos datos digitalizados. En definitiva, mejora las condiciones de trabajo de los operarios y la calidad de los resultados.
Entre las distintas variables que se necesita medir en las infraestructuras viarias, está el deterioro superficial. Para medir este deterioro, es preciso analizar la apariencia visual de la superficie. La tecnología que nos permite obtener está información son las cámaras. Pero debemos tener en cuenta que este tipo de superficies tiene unas peculiaridades que no nos permiten obtener los resultados deseados utilizando cámaras convencionales.
Este tipo de superficies se caracterizan por tener un ancho acotado y una longitud indeterminada, pero mucho mayor que su anchura, por lo que podríamos considerarlas superficies continuas. Las imágenes de estas superficies deben capturarse en movimiento y a la mayor velocidad posible para conseguir realizar la adquisición de forma eficiente. Para ello, aunque sería posible utilizar cámaras matriciales, es mucho más recomendable utilizar cámaras lineales. Una cámara lineal construye la imagen capturándola línea a línea, y por lo tanto construyendo una imagen continua en la dirección de avance. La cámara consta de un sensor lineal, que suele oscilar entre los 512 y los 12.000 píxeles, y para realizar la captura del objeto, éste debe desplazarse con respecto a la cámara, o bien la cámara debe desplazarse respecto al objeto.
La principal ventaja de utilizar una cámara lineal es que solo es necesario iluminar una delgada línea del objeto a inspeccionar. Gracias a ello, se reduce drásticamente la cantidad de energía necesaria y es más sencillo conseguir iluminar de forma homogénea la zona a inspeccionar. La iluminación de una línea se realiza fundamentalmente mediante fuentes de iluminación led que concentran la luz mediante ópticas en una línea del ancho deseado. Para conseguirlo, el sistema de iluminación debe encontrarse a la distancia adecuada del objeto a inspeccionar y debe alinearse con el sensor de la cámara con gran precisión. También son muy efectivas las fuentes de iluminación láser, con la ventaja de que concentran la luz a cualquier distancia. Por último, para sincronizar la adquisición de cada imagen con el desplazamiento de la superficie a inspeccionar respecto a la cámara, se utilizan codificadores incrementales, que generan un pulso cada vez que el vehículo de inspección se desplaza una distancia determinada, indicando a la cámara el instante exacto en el que debe adquirirse la línea de la imagen.
Detección de fisuras en túneles
Disponer de las imágenes de la superficie a inspeccionar, es por sí mismo de una gran utilidad para el gestor de la infraestructura. Sin embargo, lo que realmente le da un valor añadido al sistema de inspección, es la interpretación automática de las imágenes. Recordemos que el objetivo último es detectar la presencia de deterioros en la superficie y catalogarlos según su tipo. En muchas ocasiones resulta difícil separar automáticamente los defectos de la zona sin deterioro y además deterioros de un mismo tipo tienen una apariencia visual muy dispar.
Para lograr el correcto procesamiento de las imágenes se han desarrollado complejas técnicas de procesamiento de imágenes que caracterizan las anomalías en el dominio espacio-frecuencial.
En CARTIF, en colaboración con empresas del sector de la construcción, se ha abordado la inspección de estas superficies en diversos proyectos de investigación. En uno de ellos, por ejemplo, se ha desarrollado un vehículo de inspección para detectar deterioros en la superficie de la carretera. Por otro lado, se ha desarrollado una plataforma de inspección del recubrimiento de la superficie de túneles.
Los resultados obtenidos en la inspección son mostrados al usuario final, de tal manera que le permita tomar las decisiones oportunas y, fundamentalmente, determinar cuándo debe ser reparada la infraestructura.
En el año 2800, según nos contó la mágica Pixar®, el robot de limpieza WALL-E lleva cientos de solitarios años haciendo aquello para lo que fue construido: limpiar la Tierra de basura y recolectar cosas inservibles, en un planeta devastado y sin vida. Lo que no sabemos es si WALL-E conocía las bondades del reciclaje, la importancia de poder otorgar un segundo ciclo de vida a las cosas y, sobre todo, si sabía que el plástico que recogía en su día a día debía llevarlo al contenedor amarillo. Y es que, quizás, alguien debería haberle contado a WALL-E que los plásticos son materiales valiosos y se caracterizan por tener un interesante potencial para ser reciclados, muchas veces sin perder valor ni propiedades funcionales.
La producción masiva de plásticos se generalizó en los años 50 y ha aumentado exponencialmente en los últimos años (Plastics Europe, 2015). Además, y según la web de AEMA, cerca de un tercio de la producción actual se debe a envases desechables que se abandonan al cabo de un año aproximadamente.
«Una Europa que utilice eficazmente los recursos» es una de las siete iniciativas emblemáticas que forman parte de la estrategia Europa 2020. Y utilizar eficazmente los recursos plásticos post-consumo implica poder reciclarlos, bien sea:
Químicamente, rompiendo las moléculas de los residuos plásticos para dar origen nuevamente a materia prima básica que puede ser utilizada para fabricar nuevos plásticos vírgenes, o
Mecánicamente, a través de diferentes procesos físicos en los que los residuos plásticos se vuelven a poner en circulación para su reutilización, tras una serie de etapas que pueden comprender acopio, lavado, separación, molido, aglutinado etc …
¿Y por qué es tan importante hacerlo? Echad un vistazo a los siguientes datos, extraídos del nuevo informe del World Economic Forum publicado el pasado mes de enero, sobre el futuro de los plásticos:
Se estima que actualmente existen en el mar 150 millones de toneladas de plástico.
La producción de plástico se ha multiplicado por 20 en los últimos 50 años y se triplicará en los próximos 30 años, pudiendo alcanzar las 1.124 toneladas.
Los residuos plásticos representan más del 12 % del total de residuos sólidos urbanos, en comparación con el 1 % de 1960.
El 95 % del valor material de los embalajes plásticos se pierde después de un solo uso.
Si los componentes de los productos que se fabrican se reutilizaran y no acabasen siendo residuos, se ahorrarían 625 M€.
Si se pusieran en fila todas las botellas de agua que se consumen en EE.UU en una sola semana, darían cinco vueltas al planeta.
Mientras caminamos hacia un escenario futuro en el que disminuya progresivamente la necesidad de plástico virgen, debemos trabajar en investigar, desarrollar y optimizar nuevas técnicas de reciclado, mejorando sus tasas de eficacia.
En entradas anteriores ya os hemos hablado de la importancia de la concienciación y de la responsabilidad individual, así que aprender a reciclar y reutilizar desde nuestros hogares puede ser un buen punto de partida para ello. Y qué mejor manera de comenzar que con los más pequeños.
Con esta intención y en colaboración con el Ayuntamiento de Valladolid, hemos organizado el próximo domingo 24 de abril un evento dirigido al público infantil, en el marco del proyecto LIFE COLRECEPS, con el objetivo de concienciar sobre el reciclado del poliestireno expandido, más conocido como corcho blanco.
En el evento se creará una escultura de poliestireno sostenible, en forma de mosaico, a partir de unos trozos de corcho pintados para la ocasión por los niños que participen… ¡y habrá premio! El objetivo es demostrar que, gracias a tecnologías como la que se está desarrollando en este proyecto, los plásticos pueden tener infinitas vidas y no tienen por qué estar condenados a terminar en un vertedero.
Síguenos en nuestras redes sociales para conocer más detalles al respecto… ¡allí nos vemos!
En un tiempo en que las tecnologías están presentes en todos los ámbitos de la vida de una persona, la accesibilidad TIC es imprescindible para asegurar la igualdad de oportunidades para todas las personas en el uso y acceso de recursos, productos y servicios.
En España, según el informe sobre Estrategia Española de la Discapacidad, un 8,5% de la población declara tener alguna discapacidad.
Teniendo en cuenta esta cifra, la tendencia a crear normativas y estándares para que las empresas ofrezcan productos accesibles, puede convertir el producto, no sólo en un bien social, sino también en una oportunidad de mercado.
Las grandes empresas, se pronuncian al respecto y empiezan a dirigir sus proyectos hacia la discapacidad. En este mes de marzo, Microsoft ha liderado una jornada informativa centrada en el “Estándar Europeo de Accesibilidad y su impacto en la industria TIC”.
En esta jornada se han reunido expertos nacionales de asociaciones y entidades públicas y privadas con Alex Li, experto en accesibilidad y analista de estándares de Microsoft. Juntos, han analizado las implicaciones de este estándar, su implementación en las administraciones españolas y la creación de mecanismos para garantizar su cumplimiento.
El Estándar Europeo de Accesibilidad se aprobó en febrero de 2014 y ha sido adaptado en España a partir de la norma europea EN 301 549: “Requisitos de accesibilidad adecuados para la contratación pública de productos y servicios TIC en Europa”.
Con este estándar se establecen los requisitos funcionales para garantizar que los productos y servicios TIC sean accesibles para todas las personas. Además, la norma europea describe los procedimientos de ensayo y la metodología de evaluación de cada uno de ellos.
Aun siendo conscientes de la importancia de la norma y de su aportación a derechos fundamentales, no es de obligado cumplimiento, por lo que se insta tanto a la administración como a las empresas privadas a responsabilizarse de su implantación en la industria TIC.
La implicación de la administración pasa por incluir la accesibilidad en las licitaciones y en sus criterios de contratación y la garantía de su cumplimiento. La de las empresas privadas por ofertar productos con accesibilidad integrada desde el principio del diseño.
Los puntos más destacables de las conclusiones de las jornadas se pueden resumir en los siguientes:
• “El estándar acercará la tecnología a un mayor número de personas“ (Alex Li – Microsoft) • “El diseño para todos deber ser incorporado de serie”. (Miguel Ángel Valero -CEAPAT) • “La norma establece unos mínimos. La responsabilidad de su implementación es de todos”. (Loïc Marínez – Equipo redactor de la norma) • “La integración de la accesibilidad es también una obligación moral” (Miguel Ángel Valero – CEAPAT) • “El diseño accesible es una oportunidad de mercado que las empresas deben aprovechar” (Jesús Hernández – Fundación ONCE)
En cuánto a los debates abiertos, cabe destacar el referente a la garantía y certificación de la accesibilidad del producto. Por un lado, están aquellos que creen que debe existir una certificación externa para garantizar la accesibilidad de los productos. Por otro, aquellos que creen que cada empresa debe auto certificar su producto.
La segunda opción puede resultar mucho más práctica y fácil de aplicar, ya que cada empresa conoce mejor que nadie su producto. Sin embargo, asociaciones relacionadas con la discapacidad parten de la desconfianza de la no aplicación de otras normas por empresas que dicen hacerlo, como ocurre en muchas ocasiones con la accesibilidad web.
Otro debate abierto, es el que se refiere a la vigilancia por parte de la administración del cumplimiento de la norma. Li, apoya la idea de medidas por incumplimiento de contrato. Para ello, el contrato o licitación debe llevar claramente incluidas las condiciones de accesibilidad del producto o servicio.
Por otra parte, si entre los criterios para la contratación pública se incluyen pautas de accesibilidad, las empresas que lo ofrezcan tendrán una ventaja competitiva sobre el resto, y la administración tiene en su mano garantizar la accesibilidad del producto.
Tenemos a la vista la posibilidad de evitar futuras sanciones, la oportunidad de mercado y la satisfacción de crear y vender productos socialmente inclusivos.
Entomofagia. Así es como se denomina el consumo de insectos por los seres humanos. Se calcula que más de 2.000 millones de personas de todo el mundo incluyen insectos en su dieta diaria pero, hasta ahora, esos paladares no eran europeos. Entre los más consumidos están los escarabajos, orugas, abejas, avispas y hormigas. No quiero ser portadora de malas noticias pero, hace unos meses, con la publicación del Reglamento (UE) 2015/2283, cayeron las barreras legislativas que lo impedían en Europa así que, como en Poltergeist …ya están aquííí!!!!
Hasta la fecha, un “nuevo alimento” o “novel food” ha sido todo alimento o ingrediente alimentario que no había sido utilizado en una medida importante para consumo humano en la UE antes del 15 de mayo de 1997. En el contexto del Reglamento 258/1997, se han autorizado alimentos con hongos o algas (aceites de microalgas ricos en DHA), alimentos producidos con tecnologías emergentes (zumos de frutas sometidos a alta presión), alimentos típicos consumidos fuera de la UE (semillas de chía), etc. Los procedimientos de autorización de un nuevo alimento suponían una auténtica demostración de tesón y perseverancia humana, ya que siendo optimistas, estaríamos hablando de procesos de al menos tres años y medio de duración. Aun así, desde 1997 hasta comienzos del 2015 se han presentado unas 180 solicitudes de autorización (7-10 al año) en toda la UE, que han permitido el uso de unos 90 nuevos alimentos.
Desde luego, no me extraña que en un Reglamento publicado hace casi 20 años nadie pensara en la posibilidad de incluir una categoría para que el consumo de insectos pudiera autorizarse en Europa como novel food. De hecho, al no estar contemplados por la legislación, pasa como hoy en día con LinkedIn: si no estás, no existes. Esta situación no es más que el reflejo de una realidad con la que nos encontramos a diario: el desfase entre el avance tecnológico y los aspectos legales provocan situaciones de conflicto que terminan limitando la investigación y desarrollo de nuevos alimentos. Con el nuevo Reglamento se espera que las empresas puedan comercializar más fácilmente alimentos innovadores en la Unión Europea, manteniendo siempre un elevado nivel de seguridad alimentaria. Para ello, se ha simplificado el proceso de autorización de un nuevo alimento y se han introducido disposiciones sobre la confidencialidad de la información presentada y la protección de datos tras su autorización.
Para la FAO, en el consumo de insectos, todo son ventajas como podemos ver en la siguiente tabla.
Pero no puedo terminar así. Por favor, alguien tiene que decirle a la FAO que los insectos serán muy buenos pero que nos dan un ASCO horrible!!! Seguramente no soy la única a la que casi le da un infarto cuando me cae un bicho encima, así que imaginad qué pasaría si lo tengo de primer plato. Soy consciente de que en los próximos años seremos testigos de un cierto despliegue para crear esa cultura de la entomofagia que hoy por hoy nos falta. Ya estoy viendo a los mejores chefs creando recetas y menús para deleitarnos con los nuevos sabores de los insectos, o a la industria alimentaria lanzando sabrosos y nutritivos snacks para el almuerzo de los niños, o la respuesta de tu madre (seguidora acérrima del canal de los chefs) cuando tu padre le pregunte…Mari, ¿qué hay de cena?…
El mayor obstáculo no son las barreras tecnológicas sino las psicológicas y organizativas.
En la anterior entrada, explicamos los tres pasos (reducir, recuperar, reemplazar) con los que una fábrica puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a su consumo energético.
Supongamos que Pedro es un joven ingeniero recién contratado en una gran fábrica como Responsable Energético para reducir sus emisiones y mejorar su imagen corporativa, siguiendo los pasos del proyecto REEMAIN.
Nuestro nuevo responsable energético, empieza por la primera etapa: reducir, que es la más fácil de llevar a cabo, al menos en lo que respecta a desconectar la maquinaria que no se está utilizando. Estos gestos permiten a la fábrica ahorrar energía y dinero al mismo tiempo y no suelen provocar tensiones dentro de la estructura organizativa de una factoría. Utilizando un símil ciclista, “este tramo es llano y con el viento a favor”.
Sin embargo, el siguiente paso, tarde o temprano pasará por analizar los distintos reglajes energéticos de los sistemas de producción en busca de reglajes energéticos alternativos que permita reducir su consumo energético y aquí, volviendo a los símiles ciclistas, es donde “la carretera se empieza a empinar”.
Los incentivos salariales de los responsables de producción suelen estar basados en el cumplimiento de la producción planificada. Esto se traduce en una presión de arriba a abajo dentro del organigrama de la factoría para que nada impida cumplir las cifras de producción efectiva. A continuación, una vez asegurada la producción, el siguiente parámetro a optimizar, de cara a los incentivos, es el coste económico de dicha producción. Pero estudiado y optimizado de forma agregada o global.
Por ejemplo; los procesos térmicos de fundición suelen especificar un posible rango de temperaturas de trabajo. La temperatura mínima de trabajo será aquella que garantiza que el metal fundido no se solidifica antes de tiempo bajo las condiciones nominales de funcionamiento. La máxima la fijan las características de la propia maquinaria y el producto. Muy ocasionalmente, por paradas de producción, el metal fundido se enfría ligeramente y, provoca defectos por “caldo frío” con el consiguiente rechazo de las piezas producidas y por tanto la no consecución de los objetivos de producción. ¿Cómo se evita este problema en la mayoría de los casos? Pues optando por la solución más fácil, que consiste en subir la temperatura del metal fundido de forma permanente para tener algo más de margen frente a eventuales paradas, se produzcan éstas o no.
Otro ejemplo práctico son los sistemas de aire comprimido de las fábricas. De nuevo, para evitar problemas de falta de suministro y su correspondiente “reprimenda”, los responsables de mantenimiento acaban haciendo funcionar los compresores a la potencia necesaria para suministrar aire comprimido a fábrica y media y se evitan problemas.
Lo que los ejemplos anteriores pretenden mostrar es el hecho de que, a veces se sobredimensionan los reglajes energéticos de los procesos con el consiguiente aumento del consumo energético. Esto es así porque los actores involucrados en la producción y mantenimiento perciben que no hacerlo podría perjudicarles en otros indicadores como el cumplimiento de la producción y coste total planificados. En la medida que estos dos indicadores clave sean los únicos o principales criterios de evaluación del desempeño de los trabajadores de producción y mantenimiento, siempre habrá resistencias internas a la implantación de los cambios necesarios para conseguir una fabricación más limpia.
En el pasado, otros indicadores secundarios no considerados importantes como la seguridad en el trabajo o el respeto de los derechos laborales, ganaron importancia y se convirtieron también en indicadores clave a la hora de evaluar el desempeño de una fábrica. Ya existen empresas como Google (iniciativa Google Green) o IKEA (iniciativa People and Planet Positive) que han emprendido reestructuraciones internas con el único fin de reducir las emisiones asociadas aún a costa de empeorar alguno de los KPI económicos.
En la próxima entrada hablaremos de ejemplos de iniciativas de fabricación más limpia.