ROS4HRI: un lenguaje común para la interacción humano-robot en la Industria 5.0

ROS4HRI: un lenguaje común para la interacción humano-robot en la Industria 5.0

En la nueva era de la Industria 5.0, los robots dejan de ser simples herramientas de automatización para convertirse en colaboradores activos de las personas. La clave ya no está solo en producir más rápido, sino en lograr entornos productivos flexibles, personalizados y centrados en el ser humano. Y aquí aparece un reto fundamental: ¿cómo conseguimos que los robots entiendan y se comuniquen con nosotros de forma natural?

La respuesta está en la interacción humano-robot (HRI, por sus siglas en inglés). Se busca que las máquinas puedan percibirnos, interpretarnos y responder de manera adecuada. Sin embargo, uno de los grandes obstáculos es la falta de un lenguaje común que permita a distintos sistemas y sensores trabajar juntos de forma armonizada.

En este contexto surge ROS4HRI, un estándar abierto impulsado por nuestro partner en ARISE, PAL Robotics. En este ecosistema, nuestro partner aporta su experiencia en robótica humanoide y social, asegurando que la validación de ROS4HRI se realice en entornos reales, desde laboratorios de pruebas hasta escenarios productivos reales como hospitales y centros de atención sanitaria.

Standard ROS4HRI

ROS4HRI es una extensión de ROS2 (Robot Operating System) que define un conjunto de interfaces, mensajes y APIs estandarizadas orientadas a la interacción humano-robot.

Su propósito es claro: crear un lenguaje común que unifique la forma en la que los robots perciben e interpretan las señales humanas, sin importar qué sensores o algoritmos están detrás. Los robots pueden gestionar información clave como:

  • Identidad de la persona: reconocimiento y seguimiento individual.
  • Atributos sociales: emociones, expresiones faciales e incluso edad estimada.
  • Interacciones no verbales: gestos, mirada, postura corporal.
  • Señales multimodales: voz, intenciones y comandos en lenguaje natural.

El diseño de ROS4HRI sigue un enfoque modular, derribando las barreras entre distintos sistemas de percepción, asegurando que los robots puedan procesar información humana de manera coherente, independientemente de los sensores o algoritmos que se utilicen, siempre en línea con la filosofía abierta de ROS2. Sus componentes principales son:

  1. Mensajes estándar: definen cómo representar identidades humanas, caras, esqueletos y expresiones.
  2. APIs de interacción: facilitan que las aplicaciones accedan a esta información de manera uniforme.
  3. Integración multimodal: combina datos de voz, visión y gestos para enriquecer la interpretación.
  4. Compatibilidad con ROS2 y Vulcanexus, que asegura su despliegue en entornos distribuidos.

En la siguiente figura puede verse parte de su núcleo y los distintos módulos que lo conforman. Para quien quiera profundizar, el código y la documentación están disponibles en el repositorio oficial: github.com/ros4hri

Ejemplo en el laboratorio de PAL Robotics: ros4hri/hri_fullbody

En el proyecto europeo ARISE, ROS4HRI juega un papel clave dentro del ARISE middleware, integrándose con ROS2, Vulcanexus y FIWARE.

Esta combinación permite explorar escenarios de industria 5.0 en los que robots equipados con ROS4HRI pueden:

  • Reconocer a un operario y adaptar su comportamiento en función de su rol o gestos.
  • Interpretar señales sociales como expresiones de cansancio o estrés para ofrecer un apoyo más humano.
  • Compartir información en tiempo real con plataformas de gestión industrial p.e a través de FIWARE, enriqueciendo así la toma de decisiones.

Lo interesante es que ROS4HRI no funciona de manera aislada, sino que se apoya en recursos ya existentes dentro de la comunidad. Un buen ejemplo es MediaPipe, la librería de Google muy utilizada para el reconocimiento de gestos, poses y rasgos faciales. Gracias a ROS4HRI, los resultados obtenidos con MediaPipe (como esqueletos 2D/3D o detección de manos) pueden integrarse de manera estándar dentro de ROS2.

Un ejemplo práctico en ARISE usando ROS4HRI es la creación de un módulo para detectar los movimientos de los dedos de la mano. Para ello, se desarrolló un paquete en ROS2 que sigue el estándar ROS4HRI y emplea la librería MediaPipe de Google para procesar el vídeo de una cámara.

En este caso el nodo principal extrae las coordenadas 3D de las articulaciones de la mano y las publica en un tópico de ROS siguiendo las convenciones de ROS4HRI, cómo /humans/hands/<id>/joint_states. Gracias a este formato estandarizado, otros componentes del sistema (por ejemplo, un visualizador en RViz o un controlador de robot) pueden usar esos datos de manera interoperable para tareas como control por gestos.

La evolución hacia la Industria 5.0 exige robots capaces de interactuar de forma más humana, confiable y eficiente. En este camino, ROS4HRI se consolida como un estándar clave para habilitar la colaboración humano-robot, garantizando interoperabilidad, escalabilidad y confianza, con aplicaciones que transformarán no sólo la industria, sino también la sanidad, la educación y los servicios.


Referencias

Lemaignan, S.; Ferrini, L.; Gebelli, F.; Ros, R.; Juricic, L.; Cooper, S. Hands-on: From Zero to an Interactive Social Robot using ROS4HRI and LLMs. HRI 2025. https://ieeexplore.ieee.org/document/10974214

Ros, R.; Lemaignan, S.; Ferrini, L.; Andriella, A.; Irisarri, A. ROS4HRI: Standardising an Interface for Human-Robot Interaction.2023 PDF link

Youssef, M.; Lemaignan, S. ROS for Human-Robot Interaction. IEEE/RSJ International Conference on Intelligent Robots and Systems (IROS), 2021.IEEE link  https://ieeexplore.ieee.org/document/9636816


Innovación en salud y bienestar en Castilla y León: ciencia, tecnología y personas en el Foro Nacional

Innovación en salud y bienestar en Castilla y León: ciencia, tecnología y personas en el Foro Nacional

El pasado 23 de septiembre Zamora respiró innovación: investigadores, médicos, tecnólogos, empresas e instituciones se reunieron con un mismo objetivo en mente, el futuro de la salud y el bienestar.

El Foro Nacional de Salud y Bienestar, impulsado por CARTIF junto a ITCL dentro del programa CENTRATEC, que se celebró en la ciudad, se convirtió en un espacio en el que la innovación no era solo una oportunidad tecnológica, sino una herramienta clave para mejorar la vida de las personas.

Tecnología al servicio de los cuidados

La apertura institucional estuvo marcada por la intervención de Isabel Blanco, vicepresidenta de la Junta de Castilla y León y consejera de Familia e Igualdad de Oportunidades, quien destacó la importancia de poner la tecnología al servicio de los cuidados. Un mensaje que resonó a lo largo de toda la jornada y que marcó la línea de trabajo: innovar, sí, pero siempre con el paciente en el centro.

Inauguración institucional a cargo de Isabel Blanco, vicepresidenta de la Junta de Castilla y León en el foro nacional de salud y bienestar de CARTIF

Las conversaciones comenzaron a fluir con el primero de los temas, pasar de la investigación sanitaria al desarrollo de soluciones concretas. La estrategia RIS3 de Castilla y León (2021-2027), reconoce la salud como uno de sus ejes prioritarios, apostando por ámbitos con enorme proyección como la medicina personalizada, las terapias avanzadas o los productos sanitarios tecnológicos.

-Beatriz Asensio, responsable de la Unidad de Transferencia Tecnológica del Instituto de Competitividad Empresarial de la Junta de Castilla y León.-

La reflexión de fondo fue compartida por todos: ¿cómo trasladar el enorme potencial científico a resultados concretos para los pacientes, garantizando rapidez, seguridad y sostenibilidad?

Salud digital: del dato a la decisión

El futuro digital también fue protagonista. Conceptos como inteligencia artificial, big data y telemedicina dejaron claro que el futuro ya está aquí, y que el reto es aprender a usar las herramientas digitales de forma responsable, tanto en la prevención como en la atención personalizada.

Ética, formación y adaptación de los sistemas sanitarios fueron palabras recurrentes en un debate apasionado.

Pero si hubo un momento en el que todos parecían remar en la misma dirección fue al hablar de colaboración público-privada. Empresas, startups, centros de investigación y administración coincidieron en que la clave está en unir esfuerzos para que las innovaciones lleguen realmente al sistema de salud y al mercado.

Mesa redonda sobre digitalización del sistema sociosanitario en el foro nacional de salud y bienestar de CARTIF

-Manuel Ángel Franco, jefe de Servicio de Psiquiatría y Salud Mental en el Complejo Asistencial de Zamora.-

-Alberto Saez, responsable IT de Affidea-

-Juan Ignacio Coll, vicepresidente de la Sociedad de Informática de la Salud-

En la zona de demostración esa visión se volvió tangible: un lugar lleno de soluciones tecnológicas y proyectos en marcha que poder conocer de primera mano y que parecía abrir una puerta a nuevas formas de cuidar.



De residuo a recurso: cómo dar una segunda vida a los subproductos alimentarios.

De residuo a recurso: cómo dar una segunda vida a los subproductos alimentarios.

Se conoce como bagazo al residuo que queda tras triturar, prensar o macerar frutos, semillas o tallos para extraer su jugo. Es un subproducto muy común en la elaboración de alimentos y bebidas como el vino, la cerveza o las bebidas vegetales. Hablamos con naturalidad de “bagazo de avena”, “bagazo de cerveza” o “bagazo de uva”, y sin embargo, en otros casos similares, usamos nombres específicos como okara o magaya. ¿Por qué ocurre esto?

La diferencia está en el contexto cultural y el uso histórico. Magaya es una palabra tradicional del norte de España —especialmente en Asturias y Galicia— donde la producción de sidra forma parte del día a día rural. Por su presencia continua y valor local, este residuo se ganó un nombre propio. Lo mismo ocurre con la okara, término de origen japonés que se refiere al residuo que queda tras elaborar leche de soja o tofu, muy presente en la cocina tradicional de Japón, Corea y China. Cuando un residuo se ha aprovechado históricamente en la alimentación o la vida cotidiana, y ha adquirido un valor social o económico, es común que reciba un nombre específico. Nombrarlo es reconocer su valor y su utilidad.


Existen más ejemplos de subproductos alimentarios con nombre propio que reflejan esa tradición de uso: el orujo, que es el residuo sólido de la uva tras su prensado y se emplea para destilar aguardientes; la harinilla, que resulta del tamizado de la harina y se utiliza en piensos; la salmuera, el líquido agotado tras la fabricación de quesos o encurtidos, rica en sales y nutrientes; la melaza, un subproducto espeso del refinado de caña o remolacha que puede destinarse a fermentación o a la alimentación animal; o los sueros lácteos, líquidos ricos en proteínas que quedan tras elaborar quesos y que se transforman en bebidas o suplementos. Puede que estos nombres suenen raros, pero todos ellos tienen algo en común: son subproductos, los “restos” que quedan después de elaborar algo… y que aún tienen mucho que ofrecer.

Personal de CARTIF en el laboratorio de alimentación haciendo ensayos con productos cárnicos

Darle una segunda vida o una segunda oportunidad a esos restos o residuos se llama valorizar. Se trata de convertir lo que parecía un final en un nuevo comienzo. Es REincorporarlos a la cadena de valor para que vuelvan a tener vida, una Revida. En CARTIF nos gustan los RE: los REtos de la innovación, los REstos de la industria alimentaria, la REcirculación de recursos y la REvalorización de residuos. Porque, para nosotros, tirar no es una opción. Y no solo porque desde este año está en vigor la nueva Ley de prevención de pérdidas y desperdicio alimentario, sino porque lleva 30 años en nuestro ADN innovar en soluciones para devolver este valor a la propia cadena de alimentación.

A partir de residuos de empresas cárnicas, obtenemos ingredientes de alto valor añadido como heparina, grasas funcionales o proteínas. De la magaya, extraemos pectinas naturales con aplicaciones alimentarias y cosméticas. Con la okara, desarrollamos snacks ricos en proteínas, saludables y sostenibles. ¿Y lo que sobra de todo eso? También lo valorizamos: lo transformamos en bioestimulantes para suelos agrícolas. ¿Y después, cuando ya hemos agotado todas las opciones? Lo seguimos aprovechando para producir biogás, hidrógeno y syngas, generando energía y cerrando así el círculo.

En CARTIF creemos que los residuos no son basura, sino recursos esperando una segunda oportunidad. Con innovación, ciencia y colaboración con la industria, demostramos que un modelo más circular es posible. ¿Te unes al reto de Revalorizar y ayudarnos a ponerle nombre propio a estos «bagazos»?

Cómo superar el miedo a innovar: confianza y gestión del riesgo

Cómo superar el miedo a innovar: confianza y gestión del riesgo

Si la innovación es retorno, impacto, ingreso… ¿por qué no innovamos más?

Durante el tiempo que llevo dedicándome a innovación y, en mi caso, a fomentar el uso de tecnologías por entidades a través de procesos de transferencia, he podido hablar y ver ejemplos muy de cerca de por qué nos cuesta tanto innovar.

Nos cuesta innovar porque nos cuesta dedicar tiempo, recursos y energía a planificar en qué innovar, porque nos cuesta aceptar que la competencia está creciendo porque ha hecho de la innovación su estrategia principal.

Porque nos cuesta proponer nuevas formas de hacer las cosas, nuevos proyectos, nuevas ideas a nuestros superiores, porque es más sencillo seguir con lo que siempre hemos hecho y no involucrarnos en “otros rollos”.

Porque nos cuesta salir de esa zona confortable, de esa rutina adquirida que, aunque ya no nos desafía, nos ofrece seguridad en la consecución de resultados.

Nos cuesta porque innovar significa adentrarse en lo incierto, y eso nos asusta. Nos asusta el error, la posibilidad de fracasar, la idea de que los recursos que pongamos puedan no dar el fruto esperado.

Nos cuesta porque lo desconocido asusta y más cuando lo desconocido para alcanzarlo supone superar ciertas barreras, supone enfrentarse a riesgos que, aunque a veces son conocidos, no siempre tenemos claro cómo gestionarlos

Nos cuesta, también, porque la innovación exige un cambio de mentalidad. No se trata solo de invertir en nuevas tecnologías o en productos, se trata de transformar nuestra forma de pensar, de cuestionarnos lo que damos por hecho.

Nos cuesta porque, a menudo, preferimos lo que conocemos, incluso si eso significa quedarnos estancados.

Y, sin embargo, lo cierto es que el verdadero riesgo no está en innovar, sino en no hacerlo. El verdadero peligro está en mirar al futuro y darnos cuenta de que hemos sido superados por quienes sí se atrevieron a cambiar.

Por todo esto, la clave de la innovación es entender y, sobre todo, asumir que el riesgo forma parte del proceso. De esta manera puedes identificar como afecta el riesgo y establecer las condiciones para mitigarlo.


Un sistema de gestión del riesgo inherente al proceso de innovación es el primer paso para desbloquear ese miedo hacia innovar. No se trata de teoría, sino de poner en marcha ciertas acciones concretas que permiten generar un ambiente idóneo para estimular la innovación.

En mi experiencia, los factores que son determinantes para crear un buen sistema de mitificación del riesgo son:

  • Constituir un ecosistema de innovación propio y rodearse de socios estratégicos: centros tecnológicos, universidades, startups, empresas-clientes o proveedores- para fomentar la transferencia de know how de esas entidades y acelerar el aprendizaje colectivo y reducir así los tiempos para llegar al impacto.
  • Planificar presupuestos de innovación: destinar recursos específicos a proyectos innovadores en un periodo concreto, evitando que la innovación dependa de la improvisación o del éxito asociado a la concurrencia competitiva. No hay que dedicar recursos que comprometan el core bussines de la entidad, pero si los suficientes que actúen de palanca dinamizadora. Un 1% del presupuesto de un año ya es mucho. Es importante porque igual que lo que no está en la agenda no es prioritario, lo que no está en presupuestos, no existe.
  • Impulso de la dirección: el compromiso firme desde arriba es el motor que da legitimidad y continuidad a la innovación y permite que el ecosistema que has elegido perdure en el tiempo y obtenga resultados. Compromiso reflejado en acciones, no solo presupuestarios si no a través de participación en reuniones de las nuevas iniciativas o en el análisis y selección del ecosistema.
  • Implementar rutinas innovadoras: incorporar prácticas que conviertan la innovación en una constante. Innovar no es un esfuerzo puntual o improvisado. Se trata de estimular la prueba y el error y de fomentar la ideación, la generación de nuevas propuestas de cambio y el espíritu emprendedor entre los equipos. Se trata de crear una cultura innovadora que permee de manera horizontal en la organización.
Factores clave para gestionar el riesgo en innovacion
  • Indicadores de rentabilidad adaptados: diseñar métricas específicas que midan la innovación de forma realista, considerando la madurez tecnológica y la del mercado y su impacto potencial y de escalabilidad. Esto supone alejarse de los indicadores económicos tradicionales, que están adecuadamente diseñados para proyectos de inversión o en general de mejora continua, pero no están preparados para medir los resultados o las rentabilidades de proyectos con riesgo que requieren de horquillas mucho más anchas y moldeables y que requieren aceptar que hay que abandonar un proyecto en un momento determinado.

Todo ello persigue un objetivo muy claro: construir CONFIANZA en el proceso, porque si el riesgo es una constante en innovación, la confianza es la constante que lo equilibra.

La confianza es como el alma en los procesos de innovación porque es aquello que no vemos pero que conecta todos los elementos que hacen posible la innovación y sobre todo hace posible que el riesgo se diluya. La confianza conecta la valentía de las personas para proponer ideas, la visión de la dirección para impulsarlas, las relaciones con tu ecosistema y ayuda a admitir y aceptar que los errores forman parte del aprendizaje y del proceso de innovación.

En definitiva, lo esencial es que la innovación no progresa solo con tecnología o con recursos, sino que progresa si lo hacen las personas que la impulsan y, sobre todo, si progresa la confianza compartida entre ellas. Esa confianza es la que convierte el riesgo en oportunidad y permite traer el futuro al presente. 

Microorganismos y vegetación espontánea: aliados naturales para proteger cultivos estratégicos y entornos urbanos

Microorganismos y vegetación espontánea: aliados naturales para proteger cultivos estratégicos y entornos urbanos

En el contexto actual, la agricultura está cada vez más afectada por los efectos del cambio climático. Las variaciones bruscas del clima, como lluvias torrenciales o elevadas temperaturas en épocas atípicas, contribuyen a que plagas y enfermedades desarrollen resistencias frente a los tratamientos químicos convencionales. Por ello, la búsqueda de soluciones naturales y sostenibles es prioritaria. En este escenario, los microorganismos beneficiosos y la vegetación espontánea emergen como grandes aliados en la defensa de los cultivos estratégicos y de nuestras ciudades.

Los suelos agrícolas albergan millones de microorganismos, como bacterias y hongos (Trichoderma spp., Bacillus, Pseudomonas, etc.), que, ya sea actuando por sí solos o en simbiosis con las plantas, desempeñan un papel fundamental en la protección frente a plagas y enfermedades. Dichos microorganismos actúan de maneras muy diversas contra plagas y enfermedades, compitiendo con ellos por nutrientes y espacio, produciendo metabolitos antimicrobianos que inhiben la acción de los patógenos, también pueden inducir los sistemas de defensa de las plantas o mejorar la nutrición y estructura del suelo, reforzando así la resistencia de las plantas allí cultivadas o establecidas, como puedan ser los árboles ornamentales de las ciudades.

Asimismo, la vegetación espontánea, tradicionalmente considerada “mala hierba”, puede ser, si se gestiona adecuadamente, una gran aliada frente a patógenos. Estas plantas, que crecen de manera natural en muchos espacios y que tienen una adaptación total al medio en el que residen, ofrecen una serie de beneficios que resulta necesario aprovechar. Permiten alojar enemigos naturales de las plagas, como insectos depredadores y parasitoides, favorecen la presencia de microorganismos beneficiosos en la rizosfera, ya que crecen de manera natural y ya tienen su propio ecosistema microbiano, pueden actuar como barrera física o biológica frente a patógenos, y por supuesto, contribuyen a biodiversidad funcional del ecosistema.

Por ello la utilización de estas plantas se antoja fundamental para comprender el ecosistema que nos rodea y apoyarnos en él para generar un medio de lucha natural, y a la vez eficaz para combatir patógenos y enfermedades que afectan a los cultivos.

Vegetación espontánea

La sinergia entre ambos elementos es fundamental. La vegetación espontánea influye en la composición de la microbiota del suelo a través de exudados radiculares y puede actuar como reservorio de microorganismos protectores. Estudios recientes demuestran que las parcelas con cobertura vegetal diversa presentan mayor resistencia a enfermedades.

Estas sinergias están siendo aplicadas con éxito en cultivos estratégicos como la vid, el almendro, el olivo o el pistacho, aportando resiliencia y sostenibilidad frente a las condiciones adversas del cambio climático.

La estrategia a seguir para que esta interacción sea totalmente funcional y eficaz pasa por la búsqueda e inoculación de consorcios microbianos autóctonos, es decir, microorganismos totalmente adaptados al medio y que no generen rechazo, realizar una gestión adecuada de la vegetación espontanea, creando mezclas de semillas seleccionadas de las plantas más adecuadas a cada tipo de cultivo o acción y, por supuesto, reducir el laboreo y las tareas de mantenimiento al mínimo, para así reducir el gasto energético y, con ello, nuestra huella de carbono.

En Castilla y León, se han identificado numerosas especies de vegetación espontánea que pueden integrarse de forma estratégica en los sistemas de cultivo. Especies como Papaver rhoeas (amapola), Sinapis arvensis (mostaza silvestre), Plantago lanceolata* (llantén), y Stellaria media (pamplina) son comunes en zonas de secano y márgenes agrícolas. Estas plantas no solo compiten con las especies invasoras, sino que también ofrecen hábitats para insectos auxiliares y mejoran la biodiversidad del suelo.

Una de las aplicaciones más sencillas de acometer con estos recursos naturales, es la implantación de estas medidas en nuestras ciudades (Fig. 1), transformando zonas degradadas y de escaso valor, en zonas con alta biodiversidad que aportan un valor fundamental para el desarrollo del eje persona, planta, suelo.

Esquema comparativo entre suelo degradado y suelo con microbiota y vegetación espontánea
Fig 1. Alcorque degradado (izquierda) y alcorque florido de vegetación espontánea (derecha). 2022. Fuente: El periódico de Aragón

El manejo selectivo de estas especies mediante técnicas como la siega diferenciada o el diseño de bandas de cobertura está demostrando beneficios agronómicos y ecológicos en ensayos de campo recientes en cultivos de cereal, vid y olivo.

La integración de microorganismos beneficiosos y vegetación espontánea representa una estrategia efectiva para una agricultura más natural y sostenible. Fomentar estas prácticas no solo ayuda a proteger los cultivos estratégicos y jardines, sino que también mejora la salud del suelo, reduce la dependencia de insumos químicos y nos ayuda a controlar el gasto energético. Es hora de mirar al suelo y al entorno como los verdaderos aliados en la protección agrícola.

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FAO (2022). *Harnessing the potential of soil biodiversity in agroecosystems*. Food and Agriculture Organization of the United Nations.
– Poveda, J., & González-Andrés, F. (2021). *Biological control of plant diseases through the rhizosphere microorganisms: Emerging strategies and challenges*. Frontiers in Microbiology, 12, 671495.
– European Commission (2020). *Biodiversity Strategy for 2030: Bringing nature back into our lives*.
– Martínez-Hernández, C. et al. (2023). *Vegetation management and soil microbiota interactions in Mediterranean agroecosystems*. Agronomy for Sustainable Development, 43(2).

¡Guárdame como sea!

¡Guárdame como sea!

¿Alguna vez te has preguntado cómo podría ser un mundo en el que el almacenamiento de energía renovable sea eficiente y accesible?

Uno de los retos a los que se tiene que enfrentar la sociedad para conseguir una descarbonización efectiva es el aumento de la generación y penetración de las energías renovables. A pesar del avance experimentado, la intermitencia de fuentes como la solar y eólica, junto con la necesidad de optimizar sistemas complejos, limita el potencial de estas energías. Además, los desarrolladores de tecnología de almacenamiento energético enfrentan riesgos elevados al probar nuevos dispositivos en entornos cambiantes que pueden limitar la información obtenida.

En CARTIF disponemos de un banco de ensayos multi-sistema que permite almacenar dichos potenciales excedentes en diferentes formatos: baterías, hidrógeno y calor. Además de poder evaluar la cadena de transformación en cada uno de los casos, se puede caracterizar su comportamiento frente a variaciones en la demanda, evaluando su comportamiento dinámico.

Está diseñado para replicar escenarios energéticos reales, de forma que ofrece un entorno único donde las empresas pueden validar estrategias y dispositivos con confianza. Para ellos destacamos algunas características:

  • Tecnología avanzada: Incluye pila de combustible PEM, electrolizador AEM, baterías eléctricas y almacenamiento de hidrogeno en hidruros metálicos.
  • Simulación realista: Capacidad para emular perfiles de generación y demanda energética al estar interconectado con un sistema de adquisición de datos.
  • Control inteligente: Incorpora un sistema de control multinivel que optimiza la operación en tiempo real y permite analizar su operación a largo plazo.

Aquí es donde nuestro banco de ensayos entra en juego. Estas son algunas de sus ventajas clave:

  1. Innovación acelerada: Se han desarrollado modelos matemáticos con los que poder escalar y ver las prestaciones que se tendrían con instalaciones más grandes.
  2. Mitigación de riesgos: Permite una reducción del riesgo del escalado tecnológico, ya que se pueden validar tecnologías nuevas y reducir los costes de desarrollo al prever posibles errores.
  3. Eficiencia energética superior: Con las pruebas realizadas simulando su funcionamiento en el sector residencial, se ha aprovechado hasta un 90% de los excedentes energéticos generados. permitiendo reducir picos de demanda, la potencia base instalada y la dependencia de la red eléctrica hasta en un 50%.
  4. Cumplimiento normativo: La información extraída también puede ser usada para garantizar el cumplimiento de la legislación a nivel ambiental y de seguridad.
Banco de ensayos multi-sistema CARTIF

El sector energético está inmerso en una transición crítica hacia fuentes limpias. Las decisiones que tomes ahora podrían determinar el éxito de tus proyectos en los próximos años. Nuestro banco de ensayos te ofrece la seguridad y flexibilidad necesarias para liderar esta revolución.

¡Únete a la transformación! Si eres una empresa energética que busca optimizar recursos o un desarrollador que necesita validar sus productos, este banco de ensayos es para ti.

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Luis Ángel Bujedo. Ingeniero industrial. Trabaja en eficiencia energética e integración de renovables en edificación y procesos industriales, especialmente sobre aplicaciones fotovoltaicas, monitorización y control de instalaciones solares y dimensionado e identificación de instalaciones de frío.