Para el año 2050 se espera que al menos un 25% de la población mundial viva en países afectados por la escasez crónica de agua dulce, por lo que este objetivo debe tomarse como un reto, responsabilidad de toda la sociedad y afrontarlo desde diferentes aspectos.
En un mundo en crecimiento constante, la demanda de agua va en aumento y, en consecuencia, la contaminación por su uso. En la mayoría de los países, más del 80% de las aguas residualesse vierten directamente a otros flujos de agua sin ningún tratamiento previo. Esto tiene consecuencias en la salud humana, la productividad económica, la calidad de los recursos de agua dulce ambiental y los ecosistemas (según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2017).
La gestión eficaz del agua se plantea como una herramienta esencial para alcanzar este objetivo, y la implicación de todos los agentes afectados es esencial para conseguir un agua sin contaminantes y accesible a todos. En este sentido, el tratamiento de las aguas residuales se plantea como una solución clave dentro de la gestión del agua, cuyo resultado puede tener grandes beneficios para la sociedad.
Una opción sostenible en el tratamiento de las aguas residuales, sobre todo en pequeñas poblaciones, es la utilización de humedales artificiales, sistemas naturales en los que la depuración de las aguas residuales se consigue mediante procesos químicos, físicos y biológicos que se desarrollan en el ecosistema suelo-agua.
Los humedales artificiales son sistemas diseñados y construidos para el crecimiento de plantas que, dispuestas en lagunas, tanques o canales poco profundos, facilitan la creación de un ecosistema propio encargado de la depuración de los contaminantes presentes
Estos sistemas de depuración se reconocen como artificiales ya que implican su diseño y construcción de manera controlada. En ellos se reproducen los mecanismos que ocurren de manera natural, pero en este caso el humedal se encuentra impermeabilizado para evitar pérdidas de las aguas residuales al subsuelo, el sustrato y las plantas presentes se seleccionan en función de la zona de ubicación y sus características climatológicas. Las especies vegetales presentes en este sistema de depuración han de ser tolerantes a la alta concentración de contaminantes y capaces de asimilarlos.
El agua a tratar pasa a través del humedal durante un tiempo determinado y allí la actividad bioquímica de los microorganismos, el aporte de oxígeno procedente de las plantas y la interacción con el material de soporte, (que funciona como soporte tanto para los microorganismos como para el componente vegetal, y como material filtrante) llevan a cabo la depuración y eliminación de contaminantes de las aguas tratadas.
Las especies vegetales utilizadas en estos filtros verdes, suelen ser en su mayoría macrofitas emergentes, como carrizos (Phragmites australis), juncos, (Scirpus lacustris), espadañas (Typha spp) y lirios, pero también plantas flotantes como la lenteja de agua (Lemna spp) o el jacinto de agua. También pueden utilizarse plantas sumergidas. La elección de las especies vendrá determinada por su adaptación al clima y condiciones locales de ubicación del humedal.
La importancia de la utilización de estos humedales radica, por un lado, en el bajo coste que supone su instalación y, por otro, un reducido coste de energía. Esto los hace muy útiles en pequeñas poblaciones, en los que la depuración de aguas residuales no se realiza debido a la falta de inversión en infraestructuras. Además, estos sistemas contribuyen a preservar ecosistemas que proporcionan condiciones para el desarrollo y preservación de la vida silvestre, acogiendo especies que en ocasiones han perdido o han visto deteriorado su hábitat original.
Actualmente, CARTIF participa en el proyecto Poctep Aquamundam en el cual, entre otras cosas, se pretende restaurar y optimizar un humedal en la localidad de Flores de Ávila (Castilla y León), para poder reutilizar el aguaprocedente de la depuradora de este pequeño municipio (para riego por ejemplo) y devolver el agua residual al río Trabancos con una calidad suficiente como para no alterar el ecosistema autóctono. Para comprobar la efectividad de este sistema de depuración, se estudiará la población de un pequeño pez, la bermejuela, natural de este río y que actualmente se ve sometida a estrés por las condiciones extremas en las que se encuentra el caudal del río en los últimos años.
Para los que trabajamos en I+D+i en alimentación, siempre es interesante acudir a citas como la de Alimentaria y Hostelco, eventos de referencia internacional en el sector alimentario. Con 4.500 expositores de 70 países y cerca de 150.000 visitantes profesionales registrados, España se ha convertido nuevamente en un referente europeo como feria del sector. Con un gran éxito de convocatoria e internacionalización, en este encuentro, además de generar negocio, se han presentado las nuevas tendencias y apuestas para los próximos años en innovación, gastronomía y restauración.
Desde el punto de vista de la innovación, hay que pasar por Innoval, en la que se dieron cita 300 novedades y próximos lanzamientos de nuevos productos. Para cualquier investigador es una satisfacción encontrar ya en el mercado productos en los que se ha trabajado en el laboratorio. En el caso de CARTIF, este año estaban presentes algunos de nuestros clientes como Cecinas Pablo, con su nueva gama de snacks a partir de cecina de vacuno o Campofrío, con sus jamones curados con un 25% menos de sal, resultado de un proyecto realizado conjuntamente.
Entre los productos más atrevidos, arriesgados y divertidos, las croquetas de gin-tonic de Maheso, el bocadillo de calamares de Pescanova listo para consumir, la conserva de pescado con aloe vera de Vixvital, el bizcocho impreso en 3D de Dulcesol, la pizza de chocolate de Telepizza, las pajitas comestibles de Sorbos, o la copa de plástico con vino de One Glass Wine. Todos ellos reflejan la importancia de la I+D+i aplicada a la alimentación para conseguir productos distintos que satisfagan a un público consumidor cada vez más exigente.
Pero, además de las ofertas más llamativas y originales, Alimentaria 2018 ha confirmado la tendencia de los últimos años de las empresas por ofrecer productos más saludables con reducción de azúcares añadidos, grasas saturadas y sal: platos precocinados, salsas, lácteos, bebidas de cereales, yogures, smothies “bio” «con» y “sin”, loncheados para vegetarianos (0% de carne) o nuevas formulaciones que incluyen los comúnmente llamados «superalimentos» (chía, chlorella, spirulina, kale, lúcuma, maca…). A esta tendencia se une la gran variedad de snacks (cárnicos, vegetales, de frutas, leguminosas o turrón) que se están introduciendo en el mercado con gran rapidez.
Por otro lado, en las numerosas jornadas, congresos y charlas realizadas en Alimentaria 2018, se han compartido experiencias llevadas a cabo en grandes proyectos de investigación nacionales e internacionales, en las que se ha resaltado la gran variedad de líneas de actuación y la fuerte colaboración entre empresas y centros de investigación. En Alimentaria 2018 destaca la importante apuesta y esfuerzo por parte de las empresas en el desarrollo y lanzamiento de nuevos productos encaminados a mejorar los perfiles nutricionales en sus formulaciones.
La preocupación de los consumidores por la salud en relación con la alimentación hace imprescindible trabajar en la realización de estudios de intervención y elaboración de ensayos nutricionales sobre alimentación personalizada con el fin de establecer una relación dieta y salud enfocados a los tres diferentes grandes grupos de población: infantil, adulto y tercera edad.
Dentro de este campo, en CARTIF estamos participando en grandes proyectos como PRIMICIA, METASIN, PROGRESO o NUTRIPRECISIÓN. En todos ellos trabajamos para mejorar los productos y adaptar las condiciones de procesado a las nuevas formulaciones con el fin de satisfacer las reglamentaciones actuales y, por supuesto, las necesidades y exigencias marcadas por los consumidores.
La alimentación es un tema estrella, no cabe duda. Una buena alimentación es aquella en la que se combina de manera apropiada nutrientes y alimentos, lo que permite un buen estado de salud.
Sin embargo, los desórdenes en la dieta son, actualmente, un auténtico reto para la salud pública. Las crecientes cifras de obesidad y de enfermedades relacionadas con la alimentación en España y en el resto de Europa, han impulsado que las administraciones públicas relacionadas con la nutrición y salud, desarrollen acuerdos con la industria alimentaria.
La Industria de Alimentación y Bebidas, el primer sector industrial de nuestro país, con una facturación de más de 98 M€ y con unas importantes expectativas de crecimiento, se enfrenta ahora a nuevos paradigmas y retos en política alimentaria y de nutrición.
Las nuevas exigencias del consumidor y las tendencias en materia de salud han impulsado la generación de un plan para mejorar la composición de alimentos y bebidas por parte del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSSSI) a través de la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN) con la adhesión, de manera voluntaria, de más de veinte asociaciones sectoriales que representan a 500 empresas del sector.
El Plan de colaboración para la mejora de la composición de alimentos y bebidas y otras medidas 2017-2020, como así se ha denominado, está alineado con la política de reformulación que impulsa la Unión Europea a través de varios marcos creados dentro del Grupo de Alto Nivel sobre nutrición y actividad física con los Estados miembros, en el que se establecieron grupos de alimentos y sectores prioritarios.
El PLAN, recoge los compromisos de reformulación de los sectores de la fabricación y distribución para más de 3.500 alimentos y bebidas de consumo habitual en niños, jóvenes y familias en relación a la reducción de azúcares añadidos, sal y grasas saturadas.
La reformulación consiste en mejorar el contenido de ciertos nutrientes seleccionados de los alimentos sin que esto conlleve a un aumento del contenido energético ni de otros nutrientes, manteniendo la seguridad alimentaria, sabor y textura para que el producto siga siendo aceptado por los consumidores.
Entre los compromisos más destacables, se encuentran las siguientes medidas que se llevarán a cabo en un plazo máximo de 3 años sobre 13 grupos de alimentos:
La reducción de azúcares añadidos hasta en un 18% en salsas tipo kétchup o tomate frito, del 10 % en productos lácteos, bebidas refrescantes, derivados cárnicos, cereales de desayuno infantil y néctares de frutas y de un 5% en bollería y pastelería, galletas, helados y panes especiales.
La reducción de sal, hasta en un 16% en derivados cárnicos y en salsas, de hasta un 13,8 % en aperitivos salados, 10% en el caso de platos preparados y de 6,7% en cremas de verduras.
La reducción degrasas saturadas en un10% en el caso de platos preparados y aperitivos salados y un 5% en bollería, pastelería y galletas.
Puede consultar la tabla del plan de colaboración aquí.
El compromiso de la Industria Alimentaria para la reformulación de determinados alimentos lleva asociada una importante labor de innovación para la identificación de nuevas materias primas e ingredientes, creación de nuevas fórmulas y procesos de elaboración con el fin de lograr productos acordes a las especificaciones sensoriales y de calidad que el consumidor espera, temas en los que en CARTIF hemos trabajado intensamente con un gran número de empresas del sector.
Por otra parte, dentro de este PLAN también se han incluido acuerdos con sectores como el de la restauración social o catering, con el que se han adquirido compromisos como el incremento de la oferta de menús o comidas más saludables, con un aumento de la oferta de platos que incluyan hortalizas y verduras, mayor presencia de carnes magras y pescados acompañadas de guarniciones de hortalizas, verduras y/o legumbres y minimizar la oferta de platos precocinados fritos. La elaboración de los platos se realizará con plancha, cocción y horno y se evitarán los sofritos o salsas. Se fomentará el aceite de oliva como mejor opción de aliño. El pan será integral y la opción principal de postre será la fruta de temporada.
Respecto a la restauración moderna, se han adquirido compromisos relacionados con la reducción de la cantidad de azúcar contenida en sobres monodosis al 50% y del 33% en los de sal, así como la utilización de leche baja en grasa en los servicios de desayuno.
Por último, el sector de la distribución automática o vending, se compromete a reducir la dosis máxima de azúcar que se añade a las bebidas calientes, a incrementar el número de alimentos equilibrados, agua y bebidas refrescantes sin azúcares añadidos del total de productos y bebidas incluidos en la máquina.
Así, se pretende, que los distintos sectores trabajen de forma sinérgica para contribuir a una alimentación más equilibrada y con calidad nutricional. El PLAN quiere fomentar la I+D dirigida a crear productos más saludables, potenciar la colaboración de las empresas y favorecer la coordinación de estas medidas con las administraciones, así como impactar en la cesta de la compra desde el punto sanitario y social e impulsar buenas prácticas para mejorar la dieta desde el punto de vista nutricional. A través de todas estas medidas, se pretende además contribuir a mejorar la base científica y recopilar datos que impulsen estas iniciativas y su seguimiento a nivel europeo.
Estas actuaciones, sin duda, suponen un avance y podremos encontrar productos con una composición mejorada respecto a los actuales (al menos en determinados nutrientes). Sin embargo, es necesario seguir dando pasos por parte de todos los actores implicados en promover la salud y reducir la aparición de enfermedades relacionadas con la alimentación creando nuevas estrategias.
El Big Data como uno de los llamados “habilitadores digitales” de la Industria 4.0 es, sin duda, una de las tecnologías más prometedoras para contribuir a la revolución en las fábricas, lugares donde grandes cantidades de datos esconden una enorme cantidad de conocimiento y posibles mejoras para los procesos de fabricación.
La Agenda Estratégica de Investigación e Innovación (SRIA) de la Big Data Value Association (BDVA) define los objetivos generales, las principales prioridades técnicas y no técnicas y una hoja de ruta de investigación e innovación para la Asociación Público-Privada Europea (PPP) sobre Big Data. Dentro de las expectativas actuales del futuro Mercado de Datos en Europa (alrededor de 60 B€), la fabricación estuvo en primer lugar en 2016 (12,8 B€) y en las proyecciones para 2020 (17,3 B €).
La BDVA adoptó la definición del concepto «industria manufacturera inteligente» (SMI, del inglés Smart Manufacturing Industry), que incluye toda la cadena de valor alrededor de la producción de bienes. Identificó, además, tres grandes escenarios para representar las diferentes características de una SMI en Europa: Fábrica inteligente, Cadena de suministro inteligente y Ciclo de vida del producto inteligente.
Para contextualizar estos desafíos de investigación, la asociación BDVA ha definido cinco áreas técnicas para investigación e innovación dentro de la comunidad BDVA:
Gestión de datos y ciclo de vida, motivado por la explosión de datos, donde los medios tradicionales de almacenamiento y gestión de datos ya no son capaces de hacer frente al tamaño y la velocidad de los datos generados.
Arquitecturas de procesamiento de datos, originadas por el rápido desarrollo y adopción de la internet de las cosas (IoT) y la necesidad de procesar cantidades inmensas de flujos de datos de sensores.
Análisis de datos, que tiene como objetivo el progreso de las tecnologías y el desarrollo de capacidades para convertir el Big Data en valor, pero también para que esos enfoques sean accesibles al público en general.
Protección de datos, que aborda la necesidad de garantizar el uso correcto de la información a la vez que garantiza la privacidad del usuario. Incluye tecnologías avanzadas de protección de datos, privacidad y anonimización.
Visualización de datos e interacción con el usuario, que abordan la necesidad de medios avanzados de visualización y de interacción con el usuario capaces de manejar continuamente la complejidad y el tamaño de los datos crecientes y ayudar al usuario a explorar y comprender el Big Data de manera efectiva.
A lo largo de 2016 y 2017, los expertos de la BDVA destilaron una serie de desafíos de investigación para los tres grandes escenarios de fabricación inteligente comentados anteriormente. Estos desafíos se mapearon en las cinco áreas de prioridad técnica del modelo de referencia de Big Data previamente comentadas.
Para ejemplificar los resultados de este mapeo, la siguiente figura reúne los títulos del conjunto de desafíos identificados y discutidos por los miembros de la BDVA para el Escenario Smart Factory. Se anima a los lectores interesados a analizar el conjunto completo de desafíos en el documento de orientación SMI.
Los desafíos establecidos inicialmente en esta primera versión del documento de orientación de SMI marcarán el tono para las próximas necesidades de investigación en diferentes áreas de Big Data relacionadas con la fabricación.
En el escenario Smart Factory, la atención se centra en la integración de múltiples fuentes de datos que provienen no solo del taller, sino también de las oficinas, tradicionalmente separadas en la Industria 3.0. La interoperabilidad de los sistemas de información existentes y el desafío de integrar tecnologías disruptivas de la IoT son pruebas importantes en el área de gestión de datos. Más cerca de las necesidades de una fábrica inteligente, los desafíos en analítica de datos se centran en el análisis prescriptivo como herramientas para un proceso de toma de decisiones óptimo en la gestión de operaciones de fabricación, incluida la optimización a través del nuevo concepto de gemelo digital.
Garantizar la seguridad de los trabajadores en el interior de los espacios confinados es una actividad crítica en el ámbito de la construcción y el mantenimiento por el elevado riesgo que entraña el trabajo en dichos recintos. Quizás convendría, en primer lugar, conocer qué se entiende por espacios confinados. Hay dos tipos principales: los llamados “abiertos”, que son aquellos que tienen una abertura en su parte superior y de una profundidad tal que dificulta su ventilación natural (fosos de engrase de vehículos, pozos, depósitos abiertos, cubas…) y los “cerrados” con abertura de acceso (tanques de almacenamiento, salas subterráneas de transformadores, túneles, alcantarillas, galerías de servicios, bodegas de barcos, arquetas subterráneas, cisternas de transporte, …). Los trabajadores que acceden a estos espacios confinados están expuestos a riesgos mucho mayores que en otros ámbitos de la construcción o el mantenimiento y, por tanto, es fundamental extremar las precauciones.
Cada espacio confinado tiene unas características determinadas (tipología de construcción, longitud, diámetro, instalaciones…) y unos riesgos asociados específicos, por lo que requieren de unas soluciones muy orientadas a sus necesidades concretas en materia de seguridad.
Los riesgos “convencionales” específicos de los espacios confinados son, principalmente, la asfixia por insuficiencia de oxígeno, la intoxicación por inhalación de contaminantes y los incendios y explosiones. Pero también están apareciendo nuevos riesgos, llamados “emergentes” derivados de la exposición a nuevos materiales de construcción como las nanopartículas y las partículas ultrafinas. Además, al ir mejorando la investigación relativa a nuevos materiales, también se conocen mejor sus posibles efectos negativos para la salud humana y cómo prevenirlos.
Lo cierto es que con la formación de los trabajadores y la normativa vigente de seguridad se busca anticipar las situaciones de riesgo con el fin de evitarlas y prevenir así la aparición de accidentes. Pero surgen varios problemas. Por un lado, la normativa no siempre se cumple estrictamente (ya sea por carga de trabajo, descuidos, cansancio) y, por otro, siempre existen riesgos inevitables. En el caso de los descuidos se pueden proponer sistemas que minimicen este tipo de errores y en el caso de los riesgos que no pueden ser evitados, se pueden plantear sistemas para poder detectarlos de forma temprana y planificar los protocolos de actuación correspondientes.
Hay que comentar que las situaciones de riesgo no suelen aparecer súbitamente y, en la mayoría de los casos, son detectables con tiempo suficiente para evitar desgracias personales. Los problemas son varios: la detección de estos riesgos se suele hacer con mediciones puntuales mediante los equipos portátiles que deben llevar los trabajadores, muchas veces no se controla que los trabajadores accedan al recinto con el equipo de protección correspondiente y casi nunca se hace una monitorización continua de la atmósfera interior.
En los últimos años se han desarrollado nuevas tecnologías y equipos que pueden ser aplicados para mejorar la seguridad en este tipo de entornos y reducir los riesgos asociados.
En este tipo de entornos, un sistema de prevención de riesgos eficaz debería basarse en aquellas soluciones tecnológicas capaces de aportar respuestas a aspectos de seguridad en todo el ciclo de trabajo en espacios confinados: antes de acceder al propio espacio, durante el trabajo en el interior del recinto y al salir del espacio de trabajo (tanto si es al finalizar el trabajo normal como si es por una evacuación).
Los sistemas más recientes de monitorización de la calidad del aire de los espacios confinados están basados en tecnología multisensorial que combina diferentes sistemas de detección para asegurar las mejores condiciones posibles y así evitar o disminuir los riesgos presentes en su interior.
También se están aplicando técnicas avanzadas de procesamiento de los datos disponibles (machine learning, data mining, algoritmos predictivos) que permiten una extracción de información mucho más eficaz y rápida.
De igual forma se han hecho grandes avances en los sistemas de control de accesos y seguimiento del personal, permitiendo conocer la posición de cada trabajador e incluso sus constantes vitales para poder detectar de forma casi inmediata cualquier problema que pueda aparecer.
Por último, comentar que se está generalizando el uso de robots y vehículos autónomos(terrestres y aéreos) dotados de diferentes tipos de sensorización, que permiten conocer las condiciones de un recinto antes de acceder a él. Esto es especialmente útil en aquellos en los que pueda haber habido algún incidente: fallo de alimentación eléctrica, derrumbamiento, incendio,… o simplemente porque se sospecha que las condiciones ambientales han podido cambiar y se desconoce la razón.
En CARTIF trabajamos en estos temas desde hace ya muchos años en proyectos de seguridad en entornos de construcción críticos (PRECOIL, SORTI) y en sistemas específicos de túneles y obras subterráneas (PREFEX, INFIT, SITEER).
Se busca, en definitiva, el desarrollo e implantación de nuevas tecnologías que ayuden a salvar vidas en un entorno tan crítico como son los espacios confinados.
En posts anteriores de ‘Cuando los edificios históricos hablan’ (2) y (3) hemos descrito cómo afectan y cuál es la importancia de monitorizar tanto la temperatura y la humedad, como la iluminación (natural y artificial) en los edificios históricos. Para completar esta saga de aspectos perniciosos, le toca el turno ahora a los contaminantes.
Todos sabemos, y sufrimos, que la composición del aire se ve alterada por compuestos que provienen fundamentalmente del uso de combustibles fósiles (tráfico rodado y calefacciones) y de las actividades industriales. Estos compuestos contaminantes pueden desencadenar reacciones químicas en los materiales que componen los bienes culturales (sean estos muebles o inmuebles), degradándolos en mayor o menor medida. Los contaminantes con mayor concentración en el exterior son el dióxido de azufre (SO2), los óxidos de nitrógeno (NOX), el ozono (O3) y las partículas en suspensión (PM). Además de estos contaminantes que “viajan gratis” por el aire del exterior de los edificios, existen otros a tener en cuenta en el interior de los mismos, como los vapores de compuestos orgánicos (COV), los productos utilizados en las obras de conservación y restauración, e incluso, la propia presencia humana.
De nuevo tenemos que preguntarnos: ¿cuáles son sus efectos? Esta es una pequeña descripción de los principales:
El SO2 está relacionado con la combustión del carbón y con las actividades industriales y el transporte. Causa la corrosión de metales, la decoloración de pigmentos, el debilitamiento del cuero y la acidificación del papel.
Entre los NOx destacamos el dióxido de nitrógeno (NO2), que procede de la combustión en vehículos y en la industria. Sus efectos son la decoloración de pigmentos y la contribución a la degradación del papel y del cuero.
El famoso ozono (O3) está presente de forma natural en la estratosfera. Es bueno que así sea, porque nos protege de las radiaciones solares malignas, pero su presencia a nivel del suelo está vinculada al tráfico rodado y a la radiación solar intensa. Provoca la degradación de gomas naturales y la decoloración de pigmentos.
Las PM se caracterizan por su diámetro, distinguiéndose entre las partículas finas (PM 2,5: con diámetro igual o menor a 2,5 μm), y las partículas gruesas (PM 10: con diámetro entre 2,5 μm y 10 μm –te recuerdo que 1 μm es la millonésima parte de un metro-). Las finas inciden en la decoloración y suciedad de las superficies. Las gruesas contienen compuestos muy reactivos (por ej. los residuos de la combustión incompleta del tráfico rodado). El polvo entra en este apartado: aparte de su claro impacto estético (denota dejadez y falta de cuidado) puede llevar a deterioro químico, y puede servir de hábitat para los insectos (ya te pica algo, ¿a que sí?…)
En general, el estudio de la contaminación exterior se encuentra más desarrollado y legislado que la relativa a interiores. No obstante, en el ámbito del Patrimonio Cultural, el estudio de la calidad del aire interior es muy importante por las lógicas exigencias que plantea la conservación de los bienes. Siguiendo una vez más los criterios del IPCE, que dispone el Plan Nacional de Conservación Preventiva (PNCP), los parámetros de evaluación de los riesgos derivados de la contaminación a la que están expuestos los edificios históricos son:
Parámetros externos:
Medio donde se encuentra el bien cultural (rural, urbano, industrial, costero, etc.).
Fuentes contaminantes próximas, bien sean de origen antropogénico (procesos industriales y de transporte) o de origen natural (volcanes, incendios, agua marina, vida animal, vegetación, etc.).
Factores meteorológicos, como vientos y precipitaciones que influyen en la dispersión y deposición de los contaminantes.
Parámetros internos:
Fuentes de contaminación interior.
Calidad del aire exterior y ubicación del recinto cerrado en relación al exterior.
Estanqueidad del edificio, de sus compartimentaciones y mobiliario.
Distribución de los contaminantes por la circulación del aire.
Instalaciones de aire acondicionado, calefacción y ventilación existentes, así como su uso y mantenimiento.
Y los criterios que debemos tener en cuenta para la valoración del deterioro producido por los contaminantes son éstos:
El daño por la contaminación es acumulativo, por lo que hay que establecer límites muy bajos, que estarán marcados por la capacidad de detección de los aparatos disponibles.
El daño causado viene determinado por la dosis, es decir, la concentración del contaminante (en μg/m3 o partes por billón –ppb-) por el tiempo de exposición. Este tiempo de exposición se estima convenientemente para considerar su efecto global.
Tener presente la influencia mutua entre contaminación y otros factores que ya conoces, como la humedad y la iluminación.
En conclusión, la calidad del aire dentro y/o fuera del patrimonio construido define su conservación. Permíteme recordarte de nuevo que en CARTIF estamos para asesorarte, ayudarte y ofrecer soluciones a la medida de tus posibilidades. Puedes echar un vistazo a las webs de los proyectos: RESCATAME, SHCITY y EQUINOX. Llevamos más de 20 años innovando en el Patrimonio Cultural y Natural. ¡A tu servicio!