Nuestros maravillosos aliados ¡y vecinos!

Nuestros maravillosos aliados ¡y vecinos!

Se oye hablar mucho del declive de las abejas, de la falta de polinizadores, pero ¿qué son los polinizadores? Y lo más importante ¿qué hacen por nosotros y que hacemos por ellos?

El grupo de polinizadores es muy amplio, no solo son las abejas productoras de miel, las cuales pertenecen a una familia. De hecho, solo en España tenemos más de 1.000 especies de abejas de seis familias diferentes, el 75% de las abejas son solitarias y viven en el suelo, y es que con más de 20.000 especies de abejas en el mundo han evolucionado y se organizan de muy distintas maneras.

Polinizadores

Otros polinizadores son las aves, mamíferos y reptiles, y es que las plantas son muy listas ¡llevan muchos millones de años más que nosotros sobre la tierra! Y eso se traduce en mayor evolución y adaptación. Los vegetales han desarrollado sofisticados métodos de atracción para lograr sus propósitos reproductivos, ya que ¡hay que hacer llegar el polen a su destino! por ello se valen desde una lagartija hasta una mosca, pasando por el murciélago, sin olvidar también el aire y el agua, que también ayudan en la polinización.

Pero si hay tantos medios para la polinización, ¿por qué son tan importantes los polinizadores, en concreto las abejas? Pues es que, al menos en este caso, ¡el tamaño y la forma importa! Hay todo tipo de insectos pequeños, gordos, largos, con lengua muy larga, en fin, ¡de muchos tamaños! Al igual que hay muchas formas y tamaños de flores, de granos de polen, y es que las plantas, son muy sibaritas.

Las plantas han evolucionado de tal manera que cada una ha desarrollado su sistema, algunos muy exclusivos, para que no le llegue el polen de otra planta, por eso hay tantos olores, para hacer una primera criba de «invitados a comer»; y muchos tamaños, algunas abejas deben sacar hasta 20mm su probóscide o «lengua» para llegar a la comida; algunas como la flor de la pasión que tiene los estambre y pistilos muy grandes, y solo pueden ser polinizada por abejorros grandes; otras son complicadas como la flor boca de dragón que la abeja tiene que meterse como si fuera una cueva; y otras más pequeñas como las margaritas que necesitan que el insecto sea pequeño y, por eso, son polinizadas por ejemplo, por pequeñas moscas a rayas negras y amarillas que son los sírfidos, pasando por el girasol que es una margarita en grande y por tanto necesita un polinizador más grande como es la abeja de la miel. Y es que hay miles de familias de abejas de distintos tamaños, que van desde los 4-5 mm, hasta los 30-35 mm (las de la miel miden entre 15 y 20mm).

Ambas flores, girasol y margarita, tienen unos «pétalos» grandes alrededor blancos o amarillos (que en realidad son lígulas) y un montón de florecillas amarillas en el centro de donde salen las semillas (que en el girasol las llamamos pipas), la próxima vez que paséis por un parque coged una margarita y fijaros bien en la parte amarilla ¡son todo pequeñas flores! Con sus estambres, estigmas y todas las partes de una flor ¡ que recordamos a duras penas de cuando lo estudiamos en el colegio!

Corte de nido de abejas solitarias. Fuente: Luis Óscar Aguado

Los colores, otro mecanismo de atracción para que los polinizadores las detecten ¡desde muy lejos! Con nuestra vista nos parecen todos los colores iguales, pero con su visión especial ven de distinta forma los colores de las flores. Y es que al final las plantas han hecho que los insectos y polinizadores evolucionen como transportadores de polen, y ellas, a cambio, dan manjares, en forma de frutos, semilla, polen, néctar etc. Como veis, hay numerosos mecanismos para atraer al polinizador correcto, por tanto, si la población de alguno desaparece en un corto periodo de tiempo, la planta no puede adaptarse y menos reproducirse.

Abeja poniendo huevo en caña de bambú. Foto: María González

Muchos polinizadores obtienen recompensas alimenticias de las plantas, pero no se alimentan exclusivamente de ellas como son los reptiles o las aves, sin embargo, las abejas si, las abejas dependen en exclusiva de las plantas para alimentarse. Y es que tanto sus larvas como el insecto adulto se alimenta de productos florales como son el néctar y el polen. Y como hemos visto no todas las flores alimentan a todos los polinizadores.

Entonces, ¿cómo podemos ayudar a los polinizadores?

Podemos construirles un refugio, según la familia de abejas tiene distintas formas de vivienda o agrupación social. Algunas construyen galerías en el suelo donde viven, por lo que colocar un tiesto en la ventana es suficiente; otras en agujeros en los troncos o trozos de madera ¡incluso conchas! Así que una manera sencilla que no ocupa mucho espacio es poner un hotel para abejas solitarias, es muy sencillo, consiste en un manojo de cañas de bambú cortadas o un trozo de madera con agujeros de distintos diámetros entre 5-25 mm, con fondo, es decir, que no atraviesen la madera y sin grietas, ya que son posibles entradas para parásitos y predadores. Ahí las abejas pondrán poner los huevos que dejarán con el néctar o el polen recolectado y lo taparán, y al cabo de un año saldrán las nuevas abejas y se irán a buscar otro agujero. Así que no hay peligro de que nos piquen. Las abejas no viven ahí, solo dejan los huevos, son solitarias, no forman colmenas, no forman comunidades, duermen en las flores y ramas.

Las abejas solitarias ¡no pican! Bueno sí, pero no como las de la miel, me explico, muchas abejas mueren al picarte, las abejas solitarias no forman comunidades, como no tienen que defenderla, no son agresivas, no atacan, no pican, esto hace que instalar este tipo de refugios sea recomendable en colegios, los niños pueden acercarse y ver cuantos agujeros hay tapados y contar así las abejas a las que han ayudado.

Además, estas abejas solo recolectan sustento para comer y para sus propias larvas, por lo que no necesitan hacer tanta recolección, otras necesitan comida para criar a toda su descendencia, y otras a toda la colonia y a los humanos, por eso si las molestas con la mano, la mayoría se van, no quieren problemas, atacarte les cuesta la vida, pero otras son más insistentes porque necesitan mucha comida y cuanto más cerca de la colmena estés, como las de la miel, más agresivas se vuelven y te atacan. Por eso hay una regulación especial para tener colmenas, considerándose un tipo de ganadería (apicultura o ganadería de la miel) y teniendo que cumplir requisitos de distancias a poblaciones, etc. Incluso tiene que respetar distancia entre ellas, ya que, si hay poca comida, ataca a otros polinizadores, como las abejas solitarias, ya que están compitiendo por el alimento.

Hotel de abejas con dos agujeros ocupados situado en CARTIF. Foto: María González.

También es importante que haya flores todo el año, por ellas y por nosotros, hay muchas plantas autóctonas con distintos periodos de floración para que tengan comida todo el año, de distintos tamaños para abejas de todos los tamaños.

¿Cómo nos ayudan? La parte más conocida de la labor de los polinizadores, es la de polinización y es que el 80% de las plantas dependen de ellos, de entre ellas muchas su función es la de proveernos de comida, actualmente el 75% de los cultivos necesitan de la polinización, y ahí incluimos los cultivos necesarios para la alimentación del ganado, por lo que de ellos también depende la producción de derivados ganaderos.

Módulo de polinizadores en CARTIF
Módulo de polinizadores, módulo con flores todo el año situado en CARTIF. Fuente: María González

Los polinizadores por tanto son nuestros aliados, gracias a ellos se mantiene una gran parte de las comunidades vegetales naturales y urbanas, y de nuestros alimentos. El cambio climático, los pesticidas, la intensificación agrícola, el desbroce y segado continuado de parques y lindes, incluida la proliferación de colmenas, están haciendo que su población descienda de manera rápida. Además, todavía nos queda mucho por aprender de ellas por lo que es muy necesario ayudarlas de manera consciente y racional, y no solo a nivel de expertos, sino también a nivel social, todos nosotros podemos ayudar a su conservación, cuidando a los polinizadores y cultivando más flores a nuestro alrededor, ya que sin flores no hay polinizadores y viceversa.


Bibliografía

Si queréis saber más podéis consultar las webs de grandes profesionales como son www.lepidopteros.com y www.abjeassilvestres.es

Bibliografía: Curro Molina & Ignasi Bartomeus. 2019. Guía de campo de las abejas de España. Editorial Tundra, Castellón. 250pp. 19,5 x 12’5 cm. ISBN 978-84-1670-77-0.

http://arba-va.blogspot.com/2019/06/la-importancia-de-las-abejas-solitarias.html

Fotos: Óscar Aguado y María González.

Nuevas estrategias (y tecnologías) frente a los grandes incendios forestales

Nuevas estrategias (y tecnologías) frente a los grandes incendios forestales

Aunque a veces lo olvidemos, los bosques proporcionan enormes beneficios al planeta en general y al ser humano en particular. Nos ayudan a mitigar los efectos del cambio climático actuando como sumideros de carbono y eliminando grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. Los bosques nutren los suelos y sirven de barrera natural contra la erosión del suelo, deslizamientos de tierra, las inundaciones, avalanchas y los fuertes vientos. Los bosques albergan más de tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre mundial, y representan una fuente de alimentos, medicinas y combustible para más de mil millones de personas.

Pero los bosques están seriamente amenazados por la deforestación, el cambio climático y los incendios. El avance de la frontera agrícola y la tala no sostenible de los bosques hacen que cada año se pierdan 13 millones de hectáreas de bosque. El cambio climático está permitiendo que las especies de plantas e insectos invasores tengan ventajas sobre las especies nativas incrementando así sus efectos negativos. Existe además una relación directa entre los incendios, la deforestación y las pandemias: la destrucción de los bosques, en especial los tropicales como la Amazonia, Indonesia o el Congo, posibilita que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de fauna silvestre portadoras de patógenos.

incendios forestales

Respecto a los incendios forestales se ha constatado que cada vez hay menos incendios, pero son más destructivos. Algunos de ellos, los más terribles, son los llamados «incendios de sexta generación«, y están asolando los bosques del planeta. Este tipo de incendios no se puede combatir e incluso tienen la capacidad de modificar la meteorología del lugar donde se encuentra el fuego. Frente a este tipo de incendios solo vale una estrategia defensiva, intentar dirigirlo a zonas no pobladas y confiar en que la lluvia ayude a controlarlo. Ni siquiera zonas que apenas han tenido incendios se libran de esta tragedia: en los últimos años se han quemado 5,5 millones de hectáreas en el Círculo Polar ártico. El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta y, como consecuencia, se están generando incendios de alta intensidad.

Queda claro que es fundamental prevenir los incendios y para ello hay que plantear estrategias que permitan reducir la vulnerabilidad de los bosques. Fijándonos en nuestro contexto más cercano, la estrategia forestal de la Unión Europea promueve la gestión forestal sostenible y respetuosa con el clima y la biodiversidad, intensificando la vigilancia de los bosques y brindando un apoyo más específico a los silvicultores. Se convierte en evidente que se necesita una mejor gestión forestal con énfasis en la protección y regeneración sostenible. Sin embargo, tenemos una disminución constante de masa forestal ya que el proceso de «reforestación» no puede competir con la tasa de deforestación en toda Europa. Además, en Europa, los datos muestran un gran aumento en la explotación forestal durante los últimos años, lo que reduce la capacidad de absorción de CO2 del continente y posiblemente indica problemas más amplios con los intentos de la UE para combatir la crisis climática. Otra paradoja con respecto a los bosques dentro de la UE es que una gran parte de ellos son propiedad privada de empresas productoras de madera. Como resultado, la tala regular de esos bosques, junto con la naturaleza privada de su propiedad hacen que la concienciación pública y la ecología sean aún más difíciles de lograr. La pérdida de biomasa de 2016 a 2018, en comparación con el período de 2011 a 2015, ha aumentado un 69%, según datos de satélite.

España, como les sucede a todos los países de la zona mediterránea, es especialmente vulnerable a los incendios, dado el escenario de sequía y desertificación, acelerada por el cambio climático. En España tenemos amplia experiencia apagando incendios forestales: colaboramos a nivel internacional y conseguimos extinguir el 65% de los incendios en su fase de conato (menos de 1 hectárea), aunque esto a veces produce el efecto llamado «la paradoja de la extinción» (que consiste en que perdemos la oportunidad de que pequeños incendios vayan eliminando el matorral que hay en el sotobosque y así favorecemos que haya grandes y peligrosas acumulaciones de combustible). En España se destinan 1.000 millones de euros al año a la extinción de incendios, sin embargo, tan solo 300 millones de euros a su prevención.

La extinción es necesaria y positiva pero no es suficiente, hay que invertir en otra serie de medidas (prevención, detección y recuperación) que permitan hacer frente a los incendios forestales desde una perspectiva más amplia y completa. En este sentido es muy importante aprovechar las nuevas herramientas que ofrecen recientes tecnologías y avances científicos.

incendios forestales

Por ejemplo, el uso de imágenes obtenidas con drones y satélites y redes de sensores junto con técnicas de inteligencia artificial permiten detectar incendios con mayor rapidez y precisión y ya hay en marcha numerosos proyectos de investigación en varios países: Bulgaria, Grecia, Portugal, Líbano, Corea y muchos otros. Incluso hay retos planteados por la Agencia Espacial Europea para usar imágenes satélite e inteligencia artificial en la detección de incendios y otros retos similares de la NASA, H20.ai y Cellnex. Otra iniciativa interesante es ALERTWildfire, consorcio de varias universidades norteamericanas que proporciona cámaras y herramientas contra incendios para descubrir, localizar y supervisar fuegos forestales. También hay sistemas comerciales para detectar fuegos forestales, como éste de Chile, que usa Inteligencia Artificial y varios tipos de sensores o éste otro de Portugal.

Ya en España, los ministerios de Transición Ecológica y Agricultura han desarrollado el proyecto Arbaria capaz de «predecir» con un considerable porcentaje de acierto dónde se producirán incendios.

Buscando un enfoque global en la prevención y gestión de incendios se acaba de lanzar el proyecto europeo DRYADS, en el que participa CARTIF. Este proyecto tiene como objetivo el desarrollo de una plataforma holística de gestión de incendios basándose en la optimización y reutilización de recursos socio-tecnológicos de última generación. Estas técnicas se aplicarán en las tres fases principales de los incendios forestales:

  • En la fase de prevención, DRYADS propone el uso de una herramienta de evaluación de riesgos en tiempo real que pueda recibir múltiples entradas de clasificación y trabajar con un nuevo indicador de factor de riesgo impulsado por una red neuronal. Para crear un modelo de comunidades adaptadas al fuego, en paralelo a la actividad anterior, DRYADS utilizará materiales de construcción activados por álcali que integran cenizas de madera post-incendios para edificios e infraestructura resistentes al fuego. DRUADS también utilizará una variedad de soluciones tecnológicas, como la infraestructura de satélites europeos Copernicus y enjambres de drones para una supervisión forestal precisa.
  • En la fase de detección, DRYADS propone varias herramientas tecnológicas que pueden adaptarse a muchas de las necesidades del proyecto: uso de realidad virtual para la formación, dispositivos portátiles para el quipo de protección de los servicios de emergencia, vehículos sin conductor -UAV (drones(, UAG y aeronaves- para mejorar la capacidad de análisis temporal y espacial, así como para aumentar la cobertura del área inspeccionada.
  • Por último, DRYADS construirá una nueva iniciativa de restauración forestal basada en técnicas modernas, como agrosilvicultura, drones para esparcir semillas, sensores de Internet de las cosas que podrán adaptar el proceso de siembra en función de las necesidades del suelo y al mismo tiempo con la ayuda de la IA para determinar los factores de riesgo posteriores al incendio.

Los resultados del proyecto DRYADS se demostrarán y validarán en condiciones reales en varios espacios forestales de España, Noruega, Italia, Rumanía, Austria, Alemania, Grecia y Taiwan.

En resumen y a modo de conclusión, para combatir los incendios forestales no solo hay que centrarse en su extinción sino que una buena gestión sostenible de los bosques basada en la prevención y en la introducción de técnicas modernas es imprescindible para reforzar su resiliencia, el aprovechamiento de los recursos y su capacidad de recuperación. Así se conseguirán nuevas oportunidades para el entorno rural, la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Esperemos que por una vez los árboles nos dejen ver el bosque y podamos evitar su destrucción.

Planes de movilidad sostenible: ahora o nunca

Planes de movilidad sostenible: ahora o nunca

Es ya un hecho que el momento actual y las próximas décadas son y serán claves en la evolución de la sociedad y del estado de la Tierra, determinando si esta es o no capaz de soportar la gran carga que supone la población humana. A día de hoy, los indicadores son más que preocupantes, y continúan empeorando constantemente.

Ante estos cambios, resulta indispensable la creación de políticas orientadas a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), fijando unos objetivos claros desde este momento hasta 2050. En este ámbito, la ruta establecida por el Gobierno de España en la Estrategia de Descarbonización a Largo Plazo (ELP 2050) permitirá reducir un 90% las GEI a 2050 con respecto a 1990, teniendo en cuenta que es de esperar que el 10% restante sea absorbido por los sumideros de carbono.

planes de movilidad sostenible

Dentro de todos los objetivos definidos para lograr la mencionada descarbonización, la movilidad juega un papel clave, por lo que se hace totalmente imprescindible aunar fuerzas e impulsar cambios en lo que a movilidad se refiere. A pesar de depender, a día de hoy y en gran medida, de los combustibles fósiles, la movilidad sostenible pasa por fomentar la utilización de vehículos eléctricos y transportes y combustibles alternativos, así como por intentar reconducir en cierto modo las costumbres de los ciudadanos en lo relativo a los desplazamientos.

El número de desplazamientos en un día medio laborable superaron los 123 millones en 2007, según la encuesta de movilidad de las personas residentes en España 2006-07 de Movilia. Aproximadamente un 83% de la población realiza al menos un desplazamiento en día laborable y, de estos, más de un 16% (20,3 millones) correspondieron a viajes de ida al trabajo, teniendo que añadir en este caso también el viaje de vuelta. Así pues, y tomando como base el estudio Movilia mencionado anteriormente (estos datos, por tanto, no tienen en cuenta los efectos de las crisis económicas posteriores a la realización del estudio, ni por supuesto de la pandemia), el número de desplazamientos in itinere nacionales en un día medio laborable era en 2006-07 de unos 37 millones sobre el total de 123 millones (casi una tercera parte), realizándose aproximadamente un 63% de los mismos en vehículo privado, como indica el proyecto E-Cosmos.

A tenor de los datos anteriores, puede deducirse que la movilidad de los trabajadores/as tiene, en España, un peso muy elevado sobre el conjunto de la movilidad colectiva, según datos del Observatorio del Transporte y la Logística en España, lo cual tiene como consecuencia un elevado impacto ambiental, social y económico derivados en gran medida de los desplazamientos realizados en medios de transporte ineficientes y contaminantes, como es el automóvil privado.

Por otra parte, desplazarse en automóvil privado para ir y volver del trabajo (o durante la jornada laboral) es un factor de riesgo para la salud, dado que los accidentes de tráfico se han convertido en la primera causa de muerte por accidente laboral en España. De hecho, en España, los accidentes laborales de tráfico (in itinere + durante la jornada laboral) constituyeron un 11,6% del total de accidentes de trabajo con baja, según el Ministerio de Trabajo, Migraciones y Seguridad Social, Gobierno de España. El tiempo de descanso que se pierde para evitar los atascos diarios, habituales en las grandes ciudades, soportar el estrés que conlleva la conducción en horas punta o conducir con la preocupación de llegar tarde al trabajo o no poder estacionar el vehículo incrementan el riesgo de accidente al volante.

Para solucionar toda esta problemática se hace enormemente necesario establecer una muy buena colaboración entre las empresas, las entidades públicas y los proveedores de servicios de movilidad. La constitución de vías de colaboración entre todas estas entidades hará posible la generación de planes de movilidad sostenible para el personal reales y efectivos, que tengan en cuenta las necesidades de sus plantillas y que además deriven en actuaciones reales y provechosas que hagan posible una drástica reducción de los desplazamientos en vehículo privado.

Dada la enorme necesidad que en este momento existe respecto a la consecución de una movilidad cada vez más sostenible, desde el centro tecnológico CARTIF colaboramos con diversas entidades con un objetivo común: desarrollar planes de movilidad sostenible. En este ámbito, trabajamos muy activamente con varias empresas con el principal objetivo de lograr hacer más sostenibles los desplazamientos in itinere de sus empleados, trabajando para ello conjuntamente con todos los agentes implicados.

Es responsabilidad de todos intentar dar el salto y contribuir activamente a la descarbonización del planeta, así que… luchemos todos juntos para intentar que las nuevas generaciones puedan desarrollarse en las mismas (o incluso mejores) condiciones que lo hicimos nosotros desde el punto de vista medioambiental.

CARTIF posee el conocimiento para acompañar a las entidades que lo deseen en el camino a la descarbonización del planeta, no solo en lo relativo a planes de movilidad sostenible, sino también en relación a otras muchas medidas que pueden tomarse al respecto. Es ahora o nunca…

El cambio climático, una realidad a la que tenemos que enfrentarnos

El cambio climático, una realidad a la que tenemos que enfrentarnos

El cambio climático es una realidad cada vez más visible en nuestro planeta y que afecta a millones de personas en todo el mundo. Estos cambios en el clima, son claramente reconocibles por el aumento de las temperaturas, la disminución de los recursos hídricos, el aumento del nivel del mar o eventos de precipitación cada vez más irregulares y torrenciales. Las consecuencias, efectos e impactos ocasionados por estos cambios en la climatología son cada día más frecuentes y relevantes, causando daños materiales de gran magnitud y provocando desplazamientos de la población al hacer inhabitables las áreas en las que vivían, siendo ejemplos muy claros las sequías extremas, las inundaciones o la desertificación. En nuestro día a día, podemos ver como se manifiestan estos cambios en el clima. Un claro ejemplo es el invierno que acaba de comenzar con temperaturas medias más suaves de lo normal y temperaturas máximas inusualmente elevadas para la época del año.

En este contexto de cambio climático, el termómetro sigue batiendo récords de aumento y se estima que en España las temperaturas medias están aumentando en torno a 0,3ºC por década, lo cual nos da una idea del elevado ritmo de calentamiento al que se está viendo sometido nuestro país y en general el planeta. Además, hay que tener en cuenta que, aunque logremos reducir las emisiones causantes del cambio climático tratando de evitar las consecuencias que este ocasiona, las tendencias de cambio reflejadas en las variables climáticas se mantendrán en las próximas décadas debido a la inercia del sistema climático. Ante una perspectiva tan negativa, es necesario hacernos la siguiente pregunta: ¿ cómo podemos contribuir a mitigar y reducir los impactos del cambio climático o adaptarnos a ellos generando territorios más resilientes?

Para ayudarnos en esta lucha, tienen una importancia vital las estrategias de mitigación y adaptación. Las estrategias de mitigación persiguen reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera, que son, en última instancia, el alimento del cambio climático antropogénico. Por su parte, las estrategias de adaptación, persiguen limitar los riesgos derivados del cambio del clima, reduciendo nuestras vulnerabilidades. Ambas estrategias son complementarias de tal modo que, si no tenemos en cuenta la mitigación, la capacidad de adaptación se puede ver fácilmente desbordada y desarrollar una adaptación que no sea baja en emisiones carece de sentido.

Pero y ¿ qué podemos hacer como ciudadanos? Nosotros podemos contribuir con pequeñas medidas como el reciclaje, el uso del transporte público o la bicicleta, el comercio de proximidad que minimiza el transporte, los productos ecológicos y sostenibles…, todas ellas ayudan a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la adaptación requiere de grandes respuestas que generalmente deben ser promovidas por las administraciones u organismos que se encarguen de la gestión del territorio. Por lo tanto, no debemos pasar por alto que la lucha frente al cambio climático debe ser un esfuerzo de todos (ciudadanos, administraciones, empresas, etc.) integrando el mayor número posible de agentes y cubriendo un enfoque multisectorial y sistémico que no pierda de vista la perspectiva social del problema.

Bajo esta perspectiva de cambio climático y para promover su adaptación, la Unión Europea ha lanzado la Misión de Adaptación al Cambio Climático que pretende fomentar y apoyar la transición hacia la resiliencia en Europa a nivel de los individuos, las ciudades y las regiones, tanto en los sectores privados como públicos como economía, energía, sociedad, etc. Su objetivo principal es apoyar, al menos, a 150 regiones y comunidades europeas hacia la resiliencia climática en 2030. Para ello, la misión ayudará a las regiones y comunidades a entender mejor, prepararse y gestionar sus riesgos climáticos, buscar oportunidades, así como facilitar la implementación de soluciones innovadoras y resilientes proporcionando información sobre las distintas fuentes adicionales de inversión.

De forma complementaria y para dar respuesta a las necesidades de adaptación generadas por los cambios en el clima, es necesario dotar a las entidades de un marco común que garantice una homogeneidad de criterios en la concepción del cambio climático. En este sentido, la acción pública frente al cambio climático en España, se coordina y organiza a través del Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático (PNACC), que establece el marco de referencia y coordinación nacional para las iniciativas y actividades de evaluación de impactos, vulnerabilidad y adaptación. Tiene como principal objetivo evitar o reducir los daños presentes y futuros derivados y construir una economía y una sociedad más resilientes.

Este plan cubre las necesidad a nivel nacional estableciendo las bases para el desarrollo de estrategias más detalladas a nivel regional o municipal que ayuden a los territorios en la consecución de sus objetivos mediante la implementación de líneas prioritarias de acción frente a los impactos ocasionados por el cambio climático. Como punto de partida de toda estrategia de adaptación, se requiere conocer en detalle cómo serán las variables climáticas (temperatura, precipitación, viento, etc.) actuales y futuras de cara a poder evaluar la vulnerabilidad de nuestro territorio y promover medidas que consigan hacerlo más resiliente frente a los impactos climáticos. Como punto de partida, el visor de escenarios climáticos de AdapteCCa desarrollado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPAMA) en coordinación con la Oficina Española de Cambio Climático (OECC) y la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) junto con el Atlas Interactivo del IPCC nos aportan datos relevantes para comprender el clima futuro mediante diferentes proyecciones climáticas. Toda la información que recopilan, permite obtener una idea de la magnitud de los cambios en el clima futuro y permite establecer la línea base para la evaluación de la vulnerabilidad y riesgo, así como para la definición de medidas de actuación para cada uno de los sectores prioritarios identificados en cada territorio. Finalmente, la implementación de las medidas identificadas y seleccionadas, debe llevar asociada un sistema de monitorización y seguimiento que permita evaluar la consecución de los objetivos de adaptación propuestos.

Desde CARTIF, trabajamos para ayudar a las diferentes administraciones públicas en el desarrollo de planes y estrategias de adaptación frente al cambio climático. Hay que destacar los proyectos en los que trabajamos recientemente junto a GEOCYL Consultoría S.L. en el desarrollo de las estrategias de adaptación al cambio climático del municipio de Valladolid (Proyecto EACC_Val) y de la Comunidad Autónoma de Extremadura (Proyecto EACC_Extremadura).

Además. el proyecto RethinkAction que coordina CARTIF, permitirá anteponernos a los efectos generados por las medidas de adaptación y mitigación mediante el desarrollo de modelos de evaluación integrada que permitan la evaluación de dichas medidas en regiones climáticas relevantes de Europa.

Inteligencia Artificial y Análisis inteligente de Datos: ¡¡estadística y matemáticas, no magia!!

Inteligencia Artificial y Análisis inteligente de Datos: ¡¡estadística y matemáticas, no magia!!

Inteligencia Artificial, Machine Learning, Deep Learning, Dispositivos Inteligentes…,- términos con los que constantemente nos bombardean en los medios de comunicación haciéndonos creer que estas tecnologías son capaces de hacer cualquier cosa y resolver cualquier problema al que nos enfrentemos. ¡¡Nada más lejos de la realidad!!

Según la Comisión Europea1, «los sistemas de inteligencia artificial (IA) son sistemas de software (y en algunos casos también de hardware) diseñados por seres humanos que, dado un objetivo complejo, actúan en la dimensión física o digital mediante la percepción de su entorno a través de la obtención de datos, la interpretación de los datos estructurados o no estructurados que recopilan, el razonamiento sobre el conocimiento o el procesamiento de la información derivados de esos datos, y decidiendo la acción o acciones óptimas que deben llevar a cabo para lograr el objetivo establecido»

La IA engloba múltiples enfoques y técnicas entre las que se encuentran el aprendizaje automático, el razonamiento automático y la robótica. Dentro de ellas centraremos nuestra reflexión en el aprendizaje automático a partir de datos, y más concretamente en el Análisis Inteligente de los Datos orientado a extraer información y conocimiento que nos ayude a tomar decisiones. Se trata de esos datos (históricos o en continuo) que son almacenados por las empresas a lo largo del tiempo y que muchas veces no son puestos en valor. Esos datos que reflejan la realidad de una actividad en concreto y que nos van a permitir crear modelos estadísticos y matemáticos (en forma de reglas y/o algoritmos) que contienen información acerca de cómo es la realidad, de cómo son las cosas tal y como ocurren en la actualidad. ¿Cuáles son entonces los actores principales que intervienen en cómo «cocinar» los datos para obtener información relevante? Los datos, que serán nuestros «ingredientes»; los algoritmos, capaces de procesar esos datos, que serán nuestras «recetas»; los informáticos y matemáticos, que serán los «jefes de cocina» capaces de mezclar correctamente los datos y los algoritmos; y los expertos de dominio, que serán nuestros «catadores» particulares y cuyo cometido será validar los resultados obtenidos.

En primer lugar los datos, esos datos a partir de los cuales queremos extraer información con la que generar modelos o hacer predicciones. Mediante un proceso de aprendizaje continuo de prueba y error, basado en analizar cómo fueron las cosas en el pasado, que tendencias había, que patrones se repetían, etc. se pueden generar modelos y realizar predicciones que serán tan «buenas» como lo son los datos. No es cuestión de cantidad de datos, sino de su calidad. ¿Qué significa eso exactamente? Significa que si a un sistema de IA le enseñamos a multiplicar (dándole ejemplos de multiplicaciones correctas) sabrá hacer esa tarea (multiplicar) pero nunca sabrá restar o dividir. Y que si le damos ejemplos ‘incorrectos’ (3*2=9 en lugar de 3*2=6) aprenderá a multiplicar, pero de forma errónea. Necesitamos por tanto que los datos, ingredientes fundamentales de nuestra receta, estén bien organizados, sean de calidad y podamos confiar en ellos (deben ser relevantes).

Por otro lado están los algoritmos de IA, nuestras «recetas» que nos dicen cómo mezclar correctamente los «ingredientes», como utilizar los datos disponibles para intentar resolver nuestro problema. Son algoritmos que nos permiten construir sistemas informáticos que emulan la inteligencia humana a la hora de automatizar tareas. Sin embargo no todos los algoritmos sirven para resolver cualquier tipo de problema. ¿Qué hay entonces en el «interior» de estos algoritmos? Se trata principalmente de fórmulas matemáticas y estadísticas propuestas hace décadas y cuyas bases han avanzado poco en los últimos años, pero que son ahora más efectivos gracias, no solo al aumento en la cantidad de datos que pueden analizar, sino también al aumento en la potencia de cálculo de los ordenadores, que está permitiendo realizar cálculos mucho más complejos, en menos tiempo y a bajo coste. Sin embargo, aptitudes como la intuición, la creatividad o la consciencia son habilidades humanas que (de momento) no hemos conseguido transferir a una máquina de forma efectiva. Serán, por tanto, – nuestros «jefes de cocina» y nuestros «catadores» los encargados de aportar esos factores humanos en nuestra particular «cocina».

Es por ello que no todos los problemas se pueden resolver utilizando IA ¿Por qué? Porque ni los datos son capaces de «hablar» por si solos, ni son «portadores» de la verdad absoluta, ni los algoritmos son «videntes» capaces de adivinar lo impredecible. Lo que realmente saben hacer los datos y los algoritmos es contestar a las preguntas que les planteamos tomando como base el pasado, siempre y cuando las preguntas planteadas sean las adecuadas. Tras el fallo de una máquina, ¿ cómo se relacionan matemáticamente los datos proporcionados por los sensores que monitorizan la máquina con el fallo producido? Cuando se analiza una imagen, ¿ cómo de parecida es a las imágenes que se han analizado previamente? Cuando se le hace una pregunta a un asistente virtual, ¿ qué respuesta se ha dado más habitualmente en el pasado a esa misma pregunta? Se trata, por tanto, de interrogar a los datos de la forma correcta para que nos revelen la información que queremos.

A lo largo del último siglo la IA ha logrado sobrevivir a varios ‘inventos’ tecnológicos con escasez de financiación e investigación, provocados principalmente por el entusiasmo descontrolado que se puso en la tecnología los años previos2. Ha llegado al momento de «aprender» de nuestros datos históricos y no volver a cometer los mismos erros. Reconozcámosle a la IA las capacidades que realmente tiene y dejemos a los magos de su capacidad de hacer realidad lo imposible. Solo de esta forma la IA entrará en una primavera perpetua.


1 https://op.europa.eu/en/publication-detail/-/publication/d3988569-0434-11ea-8c1f-01aa75ed71a1

2 https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-030-22493-6_2

La red eléctrica del futuro será más robusta y eficiente

La red eléctrica del futuro será más robusta y eficiente

red eléctrica

El sector energético está experimentando una profunda transformación para dar respuesta a la necesidad de luchar contra el cambio climático y así contribuir a la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta. Esto se está articulando a través de la llamada «Transición Energética», que implica dos grandes transformaciones en la red eléctrica. Por un lado, la tradicional generación centralizada se está viendo reemplazada por un número creciente de plantas de generación renovable distribuidas y situadas más cerca del consumidor final. Además, está aumentando el número de «autoconsumidores«, es decir, consumidores capaces de producir energía renovable, principalmente fotovoltaica, para su propio uso. En segundo lugar, se está asistiendo a un crecimiento de la demanda de energía eléctrica, con nuevas necesidades como la del vehículo eléctrico o la climatización de edificios.

Todo ello redunda en una mayor complejidad de la red eléctrica, especialmente la de distribución, pero también la de transmisión, porque el flujo de energía eléctrica ya no es unidireccional, sino bidireccional. Se hace imprescindible disponer de un sistema de gestión más flexible que aporte mayor eficacia al transporte y distribución de la energía eléctrica. Asimismo, los operadores de red necesitan nuevas tecnologías y herramientas para garantizar un servicio fiable y de calidad. Estos cambios, que ya forman parte del presente, son posibles gracias a la evolución de las redes eléctricas tradicionales hacia las redes inteligentes, también conocidas como «smart grids»

El concepto smart grid se refiere a una nueva característica de la red eléctrica: además de transportar energía, transporta datos. Para lograrlo son necesarias tecnologías digitales que faciliten la comunicación bidireccional entre el usuario y la red, herramientas informáticas y domóticas para la gestión de la flexibilidad de la demanda y los recursos distribuidos de generación y almacenamiento, así como la tecnología y equipamientos necesarios capaces de dar respuesta a la volátil generación renovable.

Una de las amenazas para garantizar el suministro adecuado y de calidad a los diferentes actores de la red de media y baja tensión son las averías. Es necesario disponer de los medios necesarios para localizarlas rápidamente, dando continuidad al suministro tras una reconfiguración de la red, siempre que esta sea útil para aliviar los efectos de la avería, en el tiempo más breve posible.

Existen dos índices para medir la calidad de suministro en un sistema eléctrico: el SAIDI (System Average Interruption Duration Index) y el SAIFI (System Average Interruption Frequency Index). En el índice SAIFI se tiene en cuenta el número de indisponibilidades por usuario, mientras que en el índice SAIDI se tiene en cuenta el tiempo acumulado de no disponibilidad. Estas indisponibilidades se generan como consecuencia de varios tipos de defectos entre los cuales los más frecuentes son los defectos de tierra y de fase, siendo los primeros los más repetitivos.

Cuando se produce un defecto a tierra en una red de distribución de media tensión, el interruptor automático de una de las salidas de la estación de transformación de alta a media tensión disparará por medio de la protección de defecto a tierra.

Posteriormente, y para descartar que el defecto sea transitorio, actuará la funcionalidad de reenganche, cerrando el interruptor. Si el defecto persiste, se volverá a producir el disparo hasta agotar el número de reenganches previsto. Si el defecto es permanente, la parte afectada de la red quedará sin servicio y habrá que localizar el defecto y reconfigurar la red para poder seguir dando servicio al mayor número de usuarios posible.

Tradicionalmente, tras la detección de un defecto permanente por parte de los equipos de telecontrol, es posible realizar una operación de reconfiguración a distancia desde el centro de control. Esta operación es llevada a cabo por un operador, siguiendo un protocolo definido y puede llevar varios minutos en el mejor de los casos.

Una red moderna y automatizada permitirá que este protocolo se realice sin la intervención del operador, de forma automática entre los equipos de telecontrol. A esta característica de la red se la conoce como self-healing, y permite que la red se configure de forma autónoma ante un defecto permanente, sin la intervención manual del centro de control. Esto acelera notablemente el tiempo de restablecimiento del servicio de suministro eléctrico.

CARTIF ha desarrollado, en el marco del proyecto INTERPRETER (H2020, GA#864360), una herramienta de ayuda dirigida a operadores de redes de media y baja tensión. Esta herramienta, conocida como GCOSH-TOOL, ayuda a evaluar distintos escenarios mediante la aplicación de distintos protocolos de actuación ante la aparición de uno o varios defectos en la red. Su funcionamiento se basa en proponer una secuencia de problemas de optimización con diferentes restricciones y funciones objetivo, lo que permite calcular la potencia que deberá ser entregada a cada cliente asegurando que se satisface la demanda. Para ello, será necesaria una reconfiguración de la red que permitirá asegurar el suministro eléctrico a la mayor cantidad posible de usuarios en el escenario escogido por el operador en función de objetivos técnicos y económicos.

Las redes inteligentes del futuro tendrán mayor flexibilidad y fiabilidad que las tradicionales y proporcionarán una mayor calidad de suministro de energía eléctrica a los usuarios. Estos estarán conectados en tiempo real, recibiendo y aportando información que les permitirá optimizar su propio consumo eléctrico y mejorar el funcionamiento del sistema global (gestión activa de la demanda). Por otro lado, la tendencia hacia la generación distribuida de fuentes renovables lleva a una estructura en forma de microrredes interconectadas entre sí que tendrán la capacidad de reconfigurarse de manera automática ante cualquier avería. La rápida evolución de la tecnología está permitiendo que estos cambios se produzcan muy deprisa, de modo que la llamada transición energética se está convirtiendo en una realidad, y ya disponemos de la infraestructura necesaria para reducir las emisiones de CO2, contribuyendo así a frenar el cambio climático.