Hoy 16 de octubre se conmemora, como cada año desde 1979, el día mundial de la Alimentación, promovido por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO). Este año, la FAO hace un llamamiento especial a la consecución de alimentos saludables para todos los rincones del planeta y, en especial, para los lugares más desfavorecidos, aún más en estos momentos debido a la pandemia que nos asola. Además, se homenajea de manera especial a las personas que cultivan la tierra, recolectan, pescan o transportan nuestros alimentos. Ellos son hoy los #HéroesdelaAlimentación.
El día Mundial de la Alimentación se celebra cada 16 de octubre desde 1979 promovido por la FAO. Este año lo hace bajo el lema “2020; cultivar, nutrir, preservar, juntos”
Los cambios en los hábitos nutricionales en Europa son cada vez más patentes. El incremento de las enfermedades relacionadas con la malnutrición – y el impacto de este hecho en el sistema sanitario- de las que ya hablamos en un post anterior (Malnutrición por exceso), se traduce en más de un 70 % de la población adulta con sobrepeso y un 30 % de obesidad, mientras que 820 millones de personas en el mundo padecen hambre (Datos FAO, 2020).
Por otra parte, sistema alimentario actual -en el que se incluye cultivo, cría de animales, transformación, envasado y transporte- es el responsable del 37 % del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que se generan anualmente, y que las pérdidas y el desperdicio de alimentos colabora, además, con un 8-10 % sobre el total (Datos IPCC, 2019) como también comentamos en otro post (Dime lo que comes…y te diré si es bueno para el planeta).
Una gran parte de los sistemas alimentarios de Europa producen de forma no sostenible y muestran patrones de consumo no saludables. Es necesario alinear los objetivos relacionados de producción, con los relacionados con la nutrición y la salud.
Tristemente, con esos datos, podemos decir que si por algo se caracteriza nuestros actuales sistemas alimentarios es por la dietas poco saludables y poco sostenibles desde el punto de vista medioambiental.
De forma resumida, se puede decir que, a pesar del creciente interés de la población por la alimentación, la nutrición y la calidad de los alimentos y los beneficios que una dieta saludable tiene sobre la salud, la Unión europea lleva años experimentando una transición negativa marcada por el incremento de estas enfermedades no transmisibles (diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer o enfermedades respiratorias crónicas).
Por ello, los sistemas alimentarios necesitan enfrentarse a grandes retos como nutrir a una creciente población, concentrada además en núcleos urbanos, a la vez que reducir la presión en los sistemas productivos naturales en el contexto de un cambio climático. Logrando esta transformación, lograremos mejorar nuestra dieta, nuestra salud y la salud del planeta.
Todos tenemos un papel relevante en convertir nuestros sistemas alimentarios en más resilientes y robustos de manera que puedan adaptarse a cada situación y al cambio climático ofreciendo dietas saludables, asequible y sostenibles en un sistema justo para todos los integrantes.
En este contexto, surge la estrategia de la Granja a la mesa para lograr una alimentación sostenible (From farm to fork). Es una de las iniciativas de la Unión Europea para lograr la neutralidad climática para el año 2050 dentro del denominado Pacto Verde Europeo (European Green Deal). La estrategia de la Granja a la mesa, contempla la producción de alimentos con impacto ambiental neutro o positivo a la vez que se garantiza la seguridad alimentaria, la nutrición y la salud de las personas en un marco de precios asequibles y rentables. En ella, se reconoce como actores clave para lograr el cambio climático y preservar la biodiversidad a los agricultores, ganaderos y pescadores europeos, y se promueve un entorno de comercialización a través de canales cortos apostando por la mitigación del cambio climático y la reducción o eliminación del desperdicio alimentario.
El objetivo final de esta estrategia es lograr un sistema alimentario justo, saludable y sostenible en el que se produzcan alimentos seguros, nutritivos y de calidad a la vez que se minimiza el impacto sobre la naturaleza. Todo ello alineado con los objetivos de desarrollo sostenible (ODSs).
Quizá hoy sea un buen día para escribir nuestra carta de deseos; Querido sistema alimentario, quiero conocerte más sostenible y saludable. Para actuar a favor de un cambio y reducir el impacto sobre el cambio climático, me comprometo a seleccionar mejor mis opciones de alimentación y a contribuir con todas aquellas pequeñas acciones que estén en mi mano.
No hay duda de que eligiendo una dieta más saludable y sostenible estamos contribuyendo de manera consciente a un cambio. La elección de alimentos que impriman una menor huella (de carbono, agua o ecológica) contribuye a una reducción de la emisión de gases efecto invernadero y, por tanto, a frenar el calentamiento global. Además del menor impacto sobre el medio ambiente, conseguimos un mayor beneficio sobre nuestra salud ya que obtenemos una dieta más equilibrada. Mediante el consumo de una dieta variada o la elección de productos de temporada o alimentos menos procesados también logramos reducir la huella de carbono. Pequeñas acciones como consumir agua del grifo, planificar la compra, cocinar de manera tradicional o preservar adecuadamente los alimentos, contribuyen positivamente.
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