Actualmente, uno de los factores directamente asociados con el riesgo de padecer enfermedades y con la mortalidad son las dietas no saludables. Estas dietas se caracterizan por un bajo consumo de frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, un contenido pobre en ácidos grasos esenciales, fibras y un alto contenido en azúcar, sal, grasas no saludables y aditivos. Estas dietas y la baja ingesta de nutrientes esenciales tienen todavía un mayor interés en grupos más vulnerables,  despertando la necesidad de emprender un camino de cambio.

Como parte de la necesidad de hacer los sistemas alimentarios más saludables y sostenibles, se requieren dietas más saludables y sostenibles en las que los alimentos estén formulados de una manera más acorde a las recomendaciones nutricionales, a los gustos de los consumidores, más adaptados a los límites de los recursos existentes en el planeta, al avance y disponibilidad de la tecnología, todo ello dentro del marco de la regulación vigente.

La industria alimentaria se ha convertido en uno de los puntos centrales de la Agenda mundial de Desarrollo Sostenible debido a su contribución al PIB y a la importancia en el aseguramiento de la alimentación en países desarrollados y en desarrollo. En la necesidad implícita del compromiso con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es necesario hacer verdaderos esfuerzos para asegurar la eficiencia en la industria alimentaria. Como parte de esta estrategia, la innovación representa un importante recurso de ventaja competitiva para el sector.


De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la reformulación es una estrategia crítica para lograr estos ODS y más aún, con la premisa de que estos alimentos tengan un coste accesible.

La reformulación o la modificación de la composición o de la forma de procesado de alimentos y bebidas es la opción perfecta para mejorarlos, sustituyendo o eliminando aquellos componentes que pueden ser potencialmente críticos para nuestra salud o incrementando aquellos que aportan algún beneficio. La reformulación se apoya en las bases de la tecnología de alimentos, pero necesita de la innovación para dar ese pasito de los alimentos ya existentes hacia aquellos con un concepto más actualizado y global con las tendencias de salud y sostenibilidad.

Así, la innovación en el desarrollo de alimentos es crucial a la hora no solo de lanzar nuevos productos al mercado, sino también de mejorar y hacer más eficientes los procesos propios de la industria alimentaria y en su misión de satisfacer las necesidades de los consumidores.

Lo ideal, desde mi punto de vista, sería poner el foco en crear productos que contribuyan a una dieta saludable dentro del marco imperioso de las necesidades actuales y futuras de eficiencia de los procesos e integrando el uso de tecnologías que faciliten toda esta labor.

Así, la innovación en productos de alimentación y reformulación incluye la mejora desde el punto de vista nutricional; reducción de sal, de azúcar o de grasa, por citar algunos ejemplos más que conocidos, o la incorporación de ingredientes que incrementen su valor como fibra dietética, vitaminas y minerales.

Primero, debemos poner el foco en cuál o cuáles son los aspectos a reformular para integrar en ese primer punto todos los factores mencionados. Realmente, son muchos los aspectos a tener en cuenta, pero vamos a recoger algunos de los más relevantes:

  • Aspectos tecnológicos: incorporación de ingredientes para enriquecer o reducción de ingredientes para mejorar el perfil nutricional, ingredientes para generar una funcionalidad dentro del producto (textura, viscosidad, conservación…) y la compatibilidad en la formulación con el resto de ingredientes, coste de producción (ingredientes, energía, agua), necesidad de un envasado especial, de una nueva tecnología.
  • Consideraciones organolépticas: mejora de perfil sensorial, de textura, de apariencia.
  • Tendencias de mercado: formatos, tamaños, incremento de vida útil, demanda específica de consumidores (alergias, intolerancias, etc.), demanda de sostenibilidad.
  • Otros aspectos: costes asociados, impacto sobre el medio ambiente, vías de comercialización, normativas aplicables, etc.

Como vemos, no cabe duda de que estamos ante una aventura compleja para integrar todos nuestros deseos en un solo producto.

En cualquier caso, y con el objetivo claro de a dónde queremos llegar, debemos tener en cuenta el tipo o tipos de ingredientes que vamos a utilizar en la reformulación, cómo afectarán desde el punto de vista tecnológico, la legislación que aplica al producto y los parámetros relacionados con la seguridad y vida útil, y por encima de todo, la aceptación sensorial por parte de los consumidores.

La industria alimentaria debe enfocar sus esfuerzos de forma alineada con las estrategias de salud y promover alimentos con mejor perfil nutricional, además de más sostenibles y competitivos. En este sentido, alinear todos los puntos que sustentan este cambio incluye la necesidad de innovar de una manera inteligente, basada en la evidencia científica con  alimentos más saludables, más sostenibles y seguros donde el uso de la tecnología y la integración de la economía circular estén naturalmente presentes.

Allanar este camino entre la ciencia y el mercado es objetivo de CARTIF, en donde, desde el área de Alimentación trabajamos en la generación de propuestas de valor para la industria alimentaria, desarrollando alimentos saludables e innovadores que aúnen viabilidad técnica, rentabilidad económica y siempre a demanda del consumidor. De esta manera, también desde el área de Alimentación contribuimos al desarrollo sostenible en pro de favorecer una sociedad más próspera, con lo que mejor sabemos hacer: innovar.

Belén Blanco Espeso
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