Las nuevas directivas europeas sobre eficiencia energética, que establecen en un 55% la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) a alcanzar para el año 2030, están activando los proyectos de renovación profunda de edificios, ya que son en gran medida responsables de estas emisiones. Esta alta demanda de transformación del parque inmobiliario existente nos hace plantearnos la necesidad de ejecutar este tipo de proyectos de renovación en el menor tiempo posible. Además, no podemos olvidar la necesidad de ofrecer un adecuado balance de coste/beneficio para las intervenciones propuestas.
Y en este proceso de transición hacia edificios climáticamente neutros, ¿cómo puede ayudar el uso de nuevas tecnologías y la aplicación de metodologías como BIM (Building Information Modelling en su definición en inglés) en la realización de proyectos de renovación profunda? El uso de modelos BIM, tradicionalmente utilizados en edificios de nueva construcción, puede proporcionarnos una ayuda importante en la toma de decisiones a la hora de escoger las soluciones a implementar en los proyectos de renovación.
Este era uno de los objetivos principales del proyecto H2020 BIM-SPEED , mejorar los proyectos de renovación profunda de edificios residenciales, reduciendo el tiempo y los costes asociados de los mismos, y fomentando el uso de BIM entre los diferentes grupos de personas involucradas. Para ello, se estandarizaron procesos, con la creación de Casos de Uso, y se desarrollaron diferentes herramientas basadas en BIM que formaban parte del ecosistema de la plataforma web BIM-SPEED, así como material de formación sobre uso1. Para afrontar los problemas de interoperabilidad se implementaron diferentes ETLs (Extract, Transform and Load) y conectores BIM.
Asimismo, se pudo comprobar cómo de beneficioso resulta la combinación de técnicas de Machine Learning con modelos BIM para la toma de decisiones en los proyectos de renovación profunda, permitiendo seleccionar de un modo automático la opción de renovación más adecuada, en función de la regulación existente en cada país vinculada a la envolvente del edificio, así como una serie de parámetros de entrada definidos por el usuario sobre restricciones en la implementación2. También resultó de gran interés por parte de los usuarios finales la combinación del proceso Scan to BIM, con la creación automática de muros en BIM, utilizando nubes de puntos como datos de entrada3.
Y ahora, ¿qué más?
Las posibilidades que tiene el uso de modelos BIM no acaban con la fase de renovación del edificio. Estos modelos también pueden jugar un papel clave en la fase de operación y mantenimiento. El desarrollo de gemelos digitales de edificios basados en modelos BIM puede ayudar a la optimización y control de edificios para mejorar su rendimiento energético. En esta línea comienzan su andadura proyectos comoBuildON, coordinado por CARTIF, y SMARTeeSTORY, éste último centrado en el control y optimización del rendimiento energético de edificios históricos no residenciales. En entradas posteriores os iremos contando los avances al respecto.
2 Mulero-Palencia, S.; Álvarez-Díaz, S.; Andrés-Chicote, M. Machine Learning for the Improvement of Deep Renovation Building Projects Using As-Built BIM Models. Sustainability2021, 13, 6576. https://doi.org/10.3390/su13126576
3 Álvarez-Díaz, S.; Román-Cembranos, J.; Lukaszewska, A.; Dymarski, P. 3D Modelling of Existing Asset Based on Point Clouds: A Comparison of Scan2BIM Approaches. In 2022 IEEE International Workshop on Metrology for Living Environment (MetroLivEn); IEEE, 2022; pp 274–279. https://doi.org/10.1109/MetroLivEnv54405.2022.9826964
Asistimos en la actualidad a una profunda transformación del modelo energético global, impuesta por la necesidad de frenar el incremento constante de la temperatura de la Tierra generado por el cambio climático. El compromiso adquirido por la UE de alcanzar la neutralidad climática en 2050 y reducir las emisiones de GEI al 55% respecto a los niveles de 1990 para 20301 , supone un reto enorme y exige un cambio radical, según el cual estamos ya evolucionando desde el sistema energético tradicional centralizado y basado en combustibles fósiles, hacia un sistema descentralizado, descarbonizado y basado en fuentes de energía renovables.
En este contexto surge la figura de las Comunidades Energéticas como actor clave que promueve el despliegue territorial de energías renovables, empodera al ciudadano y facilita la generación de nuevos servicios, consolidando economías locales y luchando contra la pobreza energética y el cambio climático.
¿Cómo se puede constituir una Comunidad Energética?
En la mayoría de casos se generan a partir de un grupo de ciudadanos que cuenta con el apoyo de una entidad pública. Este apoyo puede venir a través de la cesión de suelo o una cubierta de un edificio para la instalación de paneles fotovoltaicos destinados a autoconsumo colectivo. Pero hace falta algo más, hay que dotarla de aspecto jurídico. En este sentido, existen dos figuras, la Comunidad de Energías Renovables (CER)2 y la Comunidad Ciudadana de Energía (CCE)3 . La CER está enfocada a la producción y consumo de energía renovable, mientras que la CCE está más dirigida al sector eléctrico, incluyendo agregación y almacenamiento de energía eléctrica, además de la prestación de servicios de recarga y eficiencia energética.
El siguiente paso es decidir qué tipo de entidad jurídica responde mejor a las necesidades de la comunidad. Las opciones son: cooperativa, asociación o sociedad mercantil (S.L o S.A), siendo las dos primeras las más habituales, y en particular, la asociación, la más sencilla de implementar porque para constituirla no es necesaria una escritura pública. Se hace un acuerdo de constitución entre tres o más personas físicas o jurídicas, y un acta fundacional. Además, presenta como ventaja el hecho de que la participación de sus miembros es abierta y voluntaria, no exigiéndose un capital mínimo.
Finalmente, nada tendría sentido si no hay un proyecto concreto detrás. Este puede ser un autoconsumo colectivo, una red de calor y frío, un parque fotovoltaico ciudadano, la prestación de servicios energéticos, movilidad eléctrica compartida o servicios de recarga de vehículos eléctricos, principalmente.
Para hacer realidad cualquiera de estos proyectos, la tecnología juega un papel clave. Se trata de electrificar la red sin usar energías fósiles y las Comunidades Energéticas son una herramienta muy valiosa para cambiar el sistema energético actual y avanzar en la dirección de la transición energética, promoviendo la generación distribuida. Las tecnologías de generación renovable ya están maduras y siguen en constante evolución. Las baterías de acumulación, complemento indispensable de la generación renovable, son competitivas y están en constante mejora. Además, las herramientas de gestión inteligente permiten dotar a las Comunidades Energéticas de una independencia de la red gracias a la gestión inteligente de los datos y a la implementación de herramientas de toma de decisión basadas en Inteligencia Artificial, machine-learning y conocimiento predictivo del comportamiento de los usuarios, elementos medioambientales, socioeconómicos y del sistema eléctrico.
El cambio climático es un fenómeno que se ha observado a nivel científico durante décadas, pero no fue hasta los años 80 que este término se popularizó y su relevancia no ha hecho más que crecer desde entonces. A día de hoy, no hay una sola semana en la que no aparezca un titular alarmante que nos indica cómo las temperaturas alcanzan nuevos máximos, las lluvias dejan de regar los campos y los desastres naturales son más frecuentes y dañinos, tanto material como humanamente.
Ante tal situación, la conciencia sobre el cambio climático ha aumentado en los medios y en la opinión pública y, con ella, la presión sobre los gobiernos y las empresas para tomar medidas más significativas. En este contexto es donde surgen las políticas climáticas y de sostenibilidad, medidas y acciones que gobiernos y empresas toman para abordar los desafíos del cambio climático y promover un futuro sostenible.
Aunque fue en 1972 cuando se creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) durante la primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, la preocupación por el medio ambiente no es algo nuevo, sino que existen teorías de que allá por el 1750 a.C. el mesopotámico Código de Hammurabi ya establecía multas y castigos para quienes dañaran el medio ambiente o pusieran en peligro a otros.
Desde esa época hasta la actualidad han cambiado mucho las cosas y, a día de hoy, de forma anual tienen lugar las Conferencias de las Partes (COP) que son cumbres realizadas por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) en las que las 197 partes integradoras consensuan las medidas climáticas de los años venideros. De las 27 que han tenido lugar, las más relevantes sin duda han sido la COP3 o Protocolo de Kioto y la COP21 o Acuerdo de París.
Las políticas climáticas se centran, principalmente, en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, que son la mayor causa del calentamiento global. Con este objetivo se promocionan energías renovables, se busca la mejora de la eficiencia energética y se impulsa la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles en los sectores que actúan como grandes motores económicos de nuestra sociedad (véase el transporte, la industria o la construcción).
Las políticas climáticas suelen tener un objetivo claro en el momento de su implementación, pero a veces pueden generar efectos inesperados, tanto positivos (co-beneficios) como negativos («trade-offs»). Estos co-beneficios no solo pueden verse relfejados en la situación medioambiental sino que llegan a generar beneficios económicos y hasta sociales.
Esta interrelación entre economía, sociedad y medio ambiente no se tuvo en cuenta hasta la aparición del concepto de sostenibilidad se enfocan en promover la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS o SDGs por sus siglas en inglés) que son un total de 17 metas específicas que abordan desafíos globales de los tres pilares básicos: protección medioambiental, desarrollo social y crecimiento económico.
Pese a que la aplicación de medidas en los sectores más tradicionales es imprescindible para reducir nuestro impacto ambiental, tanto los dirigentes como la propia sociedad han comprendido que es necesaria una reestructuración desde los pilares más básicos, desde nuestro día a día. Es por ello que nuevos paquetes legislativos aparecen continuamente tratando de modificar hábitos de consumo e incluso la educación con la que las nuevas generaciones se formarán.
Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y es importante tener en cuenta que la implementación de políticas climáticas y de sostenibilidad puede ser un proceso complejo y que requiere una cuidadosa planificación y evaluación de los efectos esperados. Siendo esto así, ¿cómo es posible tomar una decisión tan relevante si existe la posibilidad de generar un mayor perjuicio? Aquí es donde se introduce el concepto de «Modelos Integrados de Evaluación» o IAMs por sus siglas en inglés.
Los IAMs son herramientas de análisis que permiten estimar y evaluar los efectos de diferentes políticas climáticas en diversos ámbitos como la economía, el medio ambiente y la conciencia social, eligiendo en qué regiones y sectores se quiere hacer especial hincapié. A través de estos modelos, los responsables políticos pueden tomar decisiones sustentadas en datos científicos sobre qué medidas tomar para abordar el cambio climático o pueden utilizarlas como justificación para decisiones polémicas.
La utilidad de los IAMs es gigantesca siempre y cuando sean bien utilizados, pero si no se dan las condiciones oportunas puede convertirse en meras representaciones incompletas del futuro. El correcto funcionamiento de estos modelos pasa por una implicación real de los políticos y demás partes interesadas en la etapa de creación del IAM así como por definir correctamente la política a modelar (cuál es el tema a tratar y el objetivo de su implementación, qué resolución espacial y temporal tiene, etc.)
Una vez cumplidas estas condiciones, es indispensable asegurar que la política y modelo elegido sean compatibles ya que no todos los IAMs tienen las capacidades suficientes para pronosticar el impacto de dicha medida ya sea porque no incluye el sector de aplicación, porque la ubicación geográfica no se puede especificar o porque el horizonte temporal es demasiado amplio y el IAM no lo contempla. En lo que se está trabajando actualmente es en crear IAMs con mayor diversidad y capacidad en cuanto a implementar políticas que no solo estén relacionados con la economía, sino también con los factores sociales y ambientales.
Desde CARTIF, el tema de los IAMs es algo que llevamos tiempo tomándonos muy en serio y, de hecho, hemos desarrollado junto a nuestros colegas de UVA un IAM llamado WILLIAM. Además somos partícipes de varios proyectos europeos orientados hacia la mejora en la capacidad de evaluación, transparencia y consistencia de los modelos como pueden ser IAM COMPACT o NEVERMORE.
En la actualidad, la descarbonización del sector industrial se encuentra en el centro de la agenda europea, ya que se busca reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar los objetivos climáticos acordados. La Unión Europea pretende ser neutra en términos climáticos de cara al año 2050; es decir, se ha fijado el objetivo de tener una economía con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Según Eurostat, el sector industrial representa aproximadamente el 20% de las emisiones totales de gases efecto invernadero en Europa. Por lo tanto, la actuación sobre este ámbito es crucial para la lucha contra el cambio climático.
Un aumento de la eficiencia energética de la industria en Europa es fundamental para lograr los objetivos climáticos mencionados y una forma eficaz de abordarlo es el aprovechamiento y revalorización del calor residual que se produce en los procesos industriales. Esto se puede lograr a través de las bombas térmicas de alta temperatura, que funcionan sin consumo eléctrico y utilizan el calor residual para producir energía térmica de alto valor energético y para procesos industriales. La integración de estas tecnologías podría cubrir potencialmente el 15,3% de la demanda térmica de los procesos industriales. Para conocer más acerca de las bombas de calor os invito a visitar el siguiente artículo de nuestro blog donde encontraréis una perspectiva muy alentadora sobre estas tecnologías.
Además, la potencial integración de energías renovables es fundamental para el cambio y estas tecnologías pueden trabajar de forma complementaria con fuentes de energía renovable como puede ser la energía solar térmica.
CARTIF forma parte del consorcio del proyecto PUSH2HEAT, de investigación y desarrollo en el ámbito de la descarbonización industrial. Se trata de un proyecto financiado a través del programa de investigación e innovación Horizon Europe que tiene como objetivo superar las barreras para el despliegue de tecnologías de bombas de calor de alta temperatura para un mayor aprovechamiento del calor en el sector industrial. Actualmente el mercado para este tipo de tecnologías es limitado, pero con la creación e implementación de hojas de ruta de explotación y modelos de negocio adecuados se pueden alcanzar cifras muy prometedoras en el camino a la reducción de las emisiones en el sector energético. Basado en una demanda anual estimada de calor de proceso de 298TWh entre 90 y 160ºC que potencialmente podría ser cubierta por tecnologías de bomba de calor y asumiendo un COP de 4 para la bomba de calor, se podrían evitar 45Mt de emisiones de CO2eq al cambiar de caldera de gas a estas tecnologías accionadas eléctricamente. Esto correponde a, aproximadamente, el 8,3% del objetivo global de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero de la UE27 de 2020 a 2030.
PUSH2HEAT, con una duración de 48 meses, reunirá a expertos de los distintos ámbitos para conseguir impulsar el mercado y abordar las barreras técnicas, económicas y de normativa de valorización del calor residual existentes mediante la demostración a gran escala de tecnologías de mejora del calor en diversos contextos industriales con temperaturas de suministro entre 90 y 160ºC.
Desde CARTIF estamos encantados de trabajar con un consorcio que despierta motivación por alcanzar resultados satisfactorios a los desafíos que se plantean en el proyecto y continuar con la necesaria transición energética para un futuro más sostenible en el sector industrial.
Si queréis estar al día del proceso, ¡estad atentos a los resultados!
«Bombas, bombas…» Así rezaba una de las canciones más conocidas de un artista español del panorama musical de principios y mediados de los 90 en España. Aunque desde entonces ha llovido demasiado, podemos relacionar la temática con la actual crisis energética que estamos sufriendo, provocada por la situación bélica entre Ucrania y Rusia.
Hablamos de las bombas de calor, conocidas por sus siglas en inglés como HP (Heat Pumps).
El concepto de funcionamiento de las bombas de calor es muy sencillo, de hecho, todos tenemos en casa una máquina de frío muy similar, el frigorífico. Las bombas de calor, al igual que el frigo, basan su funcionamiento en comprimir un líquido refrigerante contenido en un circuito cerrado. Este líquido es capaz de recoger calor del entorno (en el caso del frigo recoge calor de su interior enfriando éste) y gracias a al comprensión que sufre, aumenta su temperatura. A continuación, este calor es disipado en la rejilla de la parte posterior.
Este mismo funcionamiento aplica a las bombas de calor, son capaces de recoger calor del exterior (a pesar de que la temperatura sea baja) y gracias a la comprensión que sufre el refrigerante, aumenta su temperatura, siendo posible así la calefacción de interiores.
Debido a que las bombas de calor son un equipamiento altamente eficiente éstas nos ayudan a reducir la factura energética de nuestros hogares.
Seguro que has oído hablar de la aero-termia, ¿verdad? Pues si tienes dudas de sobre en qué consiste, te diré que está basada en el funcionamiento de una bomba de calor que recoge calor del aire en el ambiente exterior (de ahí su nombre).
Es sabido y demostrado que más de un 40% de la energía consumida en Europa es utilizada para la climatización de viviendas. En este sentido, las bombas de calor son el aliado perfecto puesto que nos ofrecen una eficiencia de en torno a 400%, es decir, por cada unidad de energía que gastan, que suele ser energía eléctrica, son capaces de producir 4 unidades de energía térmica (tanto calor como frío) con lo que nos ofrecen unas altas tasas de ahorro. Además, hoy en día nuevas tecnologías nos permiten llegar a temperaturas de calefacción cada vez más altas debido al uso de nuevos líquidos refrigerantes y nuevas tecnologías, como las bombas de calor basadas en ondas acústicas que sustituyen la fuente de energía eléctrica por ultrasonidos para excitar el líquido refrigerante y aumentar así su temperatura, pero…
¿Es oro todo lo que reluce? Vamos a verlo; realmente cuando se habla de ahorros por el uso de las bombas de calor hay que hablar de ahorros en energía y luego ya… vemos el dinero. Calcular los ahorros económicos que provienen de ese ahorro de energía es sumamente complicado en los tiempos en los que vivimos, me explico; actualmente el precio de la electricidad (fuente de energía más común de las bombas de calor) vive en una montaña rusa constante, en la que se puede ver cada día cómo cambia considerablemente el precio entre los periodos valle-llano-punta, además de la diferencia que hay en el precio intra-diario (nadie sabe muy bien por qué, explicaciones podría haber muchas que darían para varias entradas de este blog).
Además del precio, se han de considerar las distintas fuentes de energía y es que no es lo mismo sustituir una caldera de gas o gas-oil, emisores eléctricos o cualquier otra fuente de calefacción por una bomba de calor. Esto incrementa la dificultad para hablar de ahorros económicos en cuanto a que también entran en juego las distintas fuentes de energía.
Una tercera derivada en el sentido económico, y algo que los fabricantes de bombas de calor no suelen contar, es que en el caso de su instalación en una vivienda, normalmente ésta no está preparada para dar cobertura al nuevo consumo eléctrico que se va a producir por la instalación de la bomba, y me explico con un ejemplo:
Imaginemos que tenemos una caldera de gas de 37kW de potencia que nos suministra calor en una vivienda y queremos sustituir esta caldera por una bomba de calor. Hemos dicho con anterioridad que ese equipamiento nos ofrece una relación de 4 a 1 en cuanto a producción de calor y consumo eléctrico, por tanto, para cubrir 37kW de calor, hemos de consumir 37/4 = 9.25kW de potencia eléctrica que seguramente no tendremos contratados y contratarlos va a encarecer la factura que vamos a pagar todos los meses en cuanto a término fijo utilicemos o no la bomba de calor.
Entonces ¿ahorramos o no? La forma ideal para estimar el ahorro que supone la instalación o sustitución de una caldera antigua por una bomba de calor debería hacerse implementando algún protocolo de medida y verificación de confianza, como se ha hecho en el proyecto REUSEHEAT en el que ha participado CARTIF en la aplicación del IPMVP (International Performance Meassurement and Verification Plan). Para ello se han utilizado datos monitorizados de los sistemas de generación de calor de varios demostradores que , conectados a internet por medio de diferentes protocolos IoT, envían estos datos a una plataforma común en la que se calculan los ahorros energéticos.
Estos ahorros se calculan en base a un modelo matemático realizado con los datos del periodo de tiempo antes de la instalación de la bomba de calor. Una vez que se saben los consumos reales después de la instalación de la bomba de calor, la condiciones con las que se han conseguido estos consumos (meteorológicas, de confort interior, etc.) se llevan al modelo y se calcula la energía que se hubiera consumido en las condiciones anteriores a la instalación de la bomba.
En este momento, sabiendo la energía que se ha ahorrado, se podría estimar económicamente el dinero que hemos ahorrado por el uso de bombas de calor, en base a un precio medio, una estimación más detallada del mismo o como mejor se considere.
El proyectoREUSEHEAT muestra resultados muy satisfactorios por el uso de este tipo de tecnología y el ahorro de energía que se produce. Además, las bombas de calor son consideradas una fuente de energía renovable (cuando además de utilizar energía aero-térmica cumplen determinadas condiciones) y limpia y evita un gran porcentaje de emisiones de CO2. Se habla de que podrían reducir un 70% de emisiones de gases de efecto invernadero.
Desde CARTIF creemos que debemos seguir apostando por este tipo de tecnologías y las innovaciones que nos ayuden a mejorarlas, no solo para las bombas de calor basadas en aero-termia, sino también geo-termia, hidro-termia,etc.
El proceso de cierre de un proyecto exitoso, ejecutado durante 7 años de forma continua (60 meses de ejecución y casi un año de preparación), siempre conlleva una sensación agridulce.
Por un lado, aparece la satisfacción del deber cumplido tras alcanzar el objetivo, que no es otro que lograr los grandes impactos energéticos y medioambientales comprometidos. Además, en el caso de mySMARTLife, en el que los principales beneficiados son los ciudadanos, esa sensación de satisfacción es todavía mayor. Pero también es cierto que se produce una cierta sensación de melancolía, sobre todo relacionada con la previsible falta de contacto con las muchas personas de entidades de diferentes países que te han acompañado durante todo este proceso. Es algo así como estar aliviado, contento y satisfecho, pero algo triste a la vez por tener que despedirte de colegas y amigos con los que no va a ser tan fácil mantener el contacto por la lejanía. Algo difícil de explicar, pero que seguro muchos de los que leéis este blog, habéis experimentado en alguna ocasión.
Tras unos días en los que en CARTIF hemos conseguido recuperarnos del tremendo esfuerzo que ha requerido el cierre de nuestro proyecto mySMARTLife, como dice la famosa canción de Mecano (tan apropiada para estas fechas), toca hacer balance de lo bueno y malo.
Y el balance, sencillamente, no puede ser mejor. mySMARTLife ha sido un proyecto que ha contado con tres ciudades de la envergadura de Nantes en Francia, Hamburgo en Alemania y Helsinki en Finlandia, rodeadas de unos sólidos ecosistemas de innovación, que se comprometieron a mejorar la eficiencia energética en un 55% en tres distritos y a cubrir la demanda energética restante con al menos un 54% de fuentes de energía renovable. Además, también se comprometieron a realizar un despliegue masivo de acciones de electro-movilidad y a mejorar y robustecer las plataformas de adquisición de datos y toma de decisiones con las que ya contaban en las tres ciudades. Y para ello, el proyecto se comprometió a diseñar, implementar y evaluar 140 acciones, ya ejecutadas con éxito y que han conseguido apalancar más de 200 millones de euros de inversión, recibiendo cerca de 18 millones de euros de financiación por parte de la comisión europea bajo el programa Horizonte 2020.
Además de estas acciones más visibles, el proyecto también ha contado con otras tres ciudades que se comprometieron a planificar, de forma estructurada, su transición energética hacia la sostenibilidad. Algo que ya es inevitable por el entorno energético, económico y social en el que nos encontramos, las ciudades de Palencia en España, Bydgoszcz en Polonia y Rijeka en Croacia ya se comprometieron a ello con rigurosidad 7 años atrás.
En CARTIF nos felicitamos por haber cumplido este compromiso tan ambicioso. Los números, que tan habitualmente son fríos, en este caso permiten certificar el rotundo éxito del proyecto.
147.054 m2 de espacio calefactado han sido rehabilitados o construidos bajo criterios de alta eficiencia energética. 8.777,59 MWh de energía neta se han ahorrado al año en los tres distritos por las acciones de eficiencia energética desplegadas y 4.350 vehículos eléctricos, se han desplegado en las tres ciudades (entre ellos, 388 autobuses eléctricos). En definitiva, 33.145 toneladas de CO2 no se emiten anualmente a la atmósfera en el conjunto de las tres ciudades. En castizo, una pasada….
Este éxito abrumador se complementa, además, con los tres planes de transición energética en las ciudades seguidoras, que ya están comenzando la fase de implementación de las acciones estudiadas en muchos casos. Como el district heating de Palencia, la ciudad que tenemos más cercana a nosotros, que ya está en su fase de ejecución. Como ya se dijo anteriormente, los números en este caso sí reflejan los logros de las 6 ciudades acompañadas por el resto de socios del proyecto.
Antes de despedir mySMARTLife, quisiera mencionar o resaltar algunas de las acciones más emblemáticas o innovadoras. En Helsinki se desarrolló un Atlas Energético 3D que ayuda a planificar las acciones de aprovechamiento solar en toda la ciudad. En Hamburgo se inyectó hidrógeno (H2) en una red de gas. Durante varios días se consiguió inyectar un porcentaje de hasta un 40% de hidrógeno en la red. En Nantes, se diseñaron y desplegaron 22 autobuses eléctricos de 24 metros de longitud y capacidad para 150 pasajeros. En Hamburgo, además de desplegar 80 autobuses eléctricos, se realizó la electrificación completa de una estación de depósito de autobuses para su recarga principalmente nocturna. Por último, se realizó el pilotaje por primera vez en Francia o Finlandia de dos mini-autobuses eléctricos bajo conducción autónoma en condiciones de circulación real. Estos son unos pocos ejemplos de las acciones desplegadas por mySMARTLife.
Pero como en CARTIF no nos tomamos ni un minuto de reposo, ya estamos preparados para comenzar nuevas aventuras. Los días 31 de Enero, 1 y 2 de Febrero comenzamos NEUTRALPATH, proyecto alrededor de la temática de distritos limpios de energía positiva, en los que trabajaremos con las ciudades de Zaragoza, Dresden, Estambul, Vantaa y Gante. Pero esto será objeto de un próximo blog. Permaneced atentos…