«Divide et impera», consigna popular romana atribuida posteriormente a la figura del emperador romano Julio César. «Divide y domina» o más conocida como «Divide y vencerás», fue el fundamento estratégico sobre el cual se forjó el imperio romano (27 aC-476 dC). Casi nada. Acorde a la relevancia política y bélica de esta consigna, en el ámbito matemático, dio nombre a una de las ocho estrategias heurísticas clásicas de resolución de problemas junto a la codificación, organización, experimentación, analogía, introducción de elementos auxiliares, búsqueda de regularidades y suposición del problema resuelto.
La estrategia resolutiva en cuestión basada en fraccionar un problema en un conjunto de sub-problemas más pequeños, resolver estos sub-problemas, y combinar las soluciones. Es una metodología muy empleada en diversos campos científicos y que bajo diferentes nombres, teoremas, o métodos, como el método de integración por partes (calculo integral) o principio de los trabajos virtuales (resistencia de materiales), ha promovido la resolución de problemas complejos convirtiéndolos en múltiples problemas «fácilmente» resolubles.
Si por algo se caracteriza el mundo de la ingeniería es precisamente por este afán de transformar los problemas. Todos hemos oído alguna vez el chiste de cómo calcula un ingeniero el volumen de una vaca y cómo, frente a las funciones de aproximación a una superficie y su posterior integración que realizaría un matemático o la actuación de un físico empleando el principio de Arquímedes y metiendo la vaca en una piscina, el ingeniero daría su solución aproximando la vaca a una esfera.
En el campo de la ingeniería estructural, rama encargada del diseño y cálculo de elementos y sistemas estructurales para asegurar de antemano una respuesta estructural óptima (segura, resistente y funcional) aplica la mecánica de medios continuos, un modelo de cálculo super bonito en el mundo «académico» cuya aplicación en la vida real es muy «chunga». Por eso recurrimos al método de los elementos finitos, otro ensalzamiento ingenieril del «divide y vencerás», en el que la estrategia es convertir el medio continuo en un número finito de partes, «elementos», cuyo comportamiento se especifica mediante un número finito de parámetros en ciertos puntos característicos o «nodos». Comúnmente se llama a esto «simulación», aunque como mínimo debería ponerse el apellido de numérica.
Profesionalmente, trabajo en este campo para diseñar «cosas» de forma óptima. Pero cuando esas cosas son conjuntos de elementos configurables o catálogos de productos, y se quieren abarcar todas las opciones para ofrecer la mejor, podríamos hablar de la necesidad de desarrollo de aplicaciones de dimensionamiento o configuradores de cálculo de sistemas y productos. Pues bien, tras años trabajando en estos desarrollos para diferentes sectores, puedo decir, sin miedo, que desmembrar un proyecto entre los diferentes equipos de conocimiento sería el iceberg que nos deje congelados. Parece lógico pensar, que si estamos hablando del desarrollo de alguna aplicación de validación resistente de un producto configurable necesitemos quien conozca a la perfección dicho producto, con todas sus variantes y sus posibilidades, su terminología, su sentido, su coste y hasta su alma, si se me permite decir. Del mismo modo que se necesita, a ese nivel de conocimiento, alguien capaz de calcular y validar el producto en términos resistentes y funcionales y de quien sepa transformar, transcribir o visualizar adecuadamente esa validación numérica en alguna plataforma de fácil manejo. PUES NO, preparen los botes salvavidas. Una dosis de realidad difícil de digerir para un ingeniero y acérrimo defensor de los proyectos multidisciplinares como yo y de parcelar los problemas.
La experiencia profesional con sangre, sudor y lágrimas incluidas, ha mejorado nuestra concepción de la estrategia evitando estrategias sectoriales que dirigen el objetivo global, y en definitiva el producto, a un segundo plano. Y para entenderlo, nada más nuestro que esa conocida expresión de «zapatero a tus zapatos». ¿Sabéis de lo que os estoy hablando? ¿Aún no?
Esa compartimentación del proyecto es contraproducente frente a la detección temprana de errores, inevitables por otro lado y derivados de la falta de concepción y entendimiento entre profesionales (por ejemplo, los arquitectos y los ingenieros no hablan ni siquiera en la misma escala). Además relega las funciones del «experto» del producto a marcar las normas, reglas o rangos de consideración, lo cual parece bastante ilógico pues se aparta al experto del transcurrir del proyecto y claro, ¿Cómo detectamos los fallos?, y lo más importante ¿cuándo? en la evaluación final…o sea que seguimos, cual músicos del Titanic, hasta el final y luego ya veremos cómo nos trata el océanos de correcciones y versiones finales en la que nos veremos sumergidos por fallos e imprevistos que de unos derivan en la carga de trabajo de otros. Ahora sí sabemos de lo que estamos hablando, ¿verdad? Y esto sin entrar en las responsabilidades que también se han visto diluidas. Es culpa de…,Si me hubiese indicado que…
Es imposible ofrecer un servicio en este sentido, dirigido al desarrollo de una aplicación de verificación de cumplimiento de un producto configurable, si este no es concebido como un proyecto exclusivo de ingeniería de cálculo. O el todo incluido o «nada», y me refiero al verbo. Ahora bien, para obtener esta exclusividad, como ingenieros debemos comprender bien el producto, entender aspectos en los que quizá ni el cliente, con 30 años en el negocio, había tenido tiempo de pensar, debemos hacernos expertos y pensar. Es la única forma de afrontar con éxito un servicio de estas características. Aunque no quería usar el término holístico, por su uso indiscriminado, en este cometido encaja como un guante. Esa concepción del «todo», todo se debe considerar en todas sus partes, evitando interpretaciones, vorágines casuísticas, lecciones de bestialismo computacional o transcripciones y visualizaciones erróneas (el cliente nunca sabe lo que quiere hasta que lo tiene), pero sobre todo, el objetivo debe ser actuar en tiempo frente a posibles fallos.
¿Y dónde vamos a encontrar a alguien que quiera aprender, que plantee preguntas, que quiera mejorar el producto y el rendimiento de otras empresas, que tenga la capacidad para hacerlo, bien a nivel computacional o mediante técnicas experimentales o científicas y que encima pueda implementarlo en alguna plataforma para que su usabilidad, mejore por ejemplo, la competitividad de los diferentes departamentos técnicos y de ventas de otras empresas? ¿Te imaginas dar a un botón para obtener el trabajo semanal de un técnico?
El patrimonio cultural, en el amplio sentido de la palabra, es la herencia recibida de nuestros antepasados, que viene a ser el testimonio de su visión del mundo, de sus formas de vida y de su manera de ser, teniendo que legarse a las generaciones futuras. Conocer el patrimonio cultural es conocer la identidad de una sociedad concreta y me atrevería a decir que, sin duda, ayuda a conocernos incluso a nosotros mismos.
En el momento que estemos viajando a un determinado lugar para “empaparnos” de ese conocimiento, y siempre que estemos alejados de estereotipos y banalizaciones, estaremos haciendo turismo cultural. A pesar de que esta clase de turismo es controvertido en ocasiones (debido fundamentalmente a cómo se gestionan los recursos), es incuestionable que no tiene nada que ver con el turismo de sol y playa que sorprendentemente seguimos vendiendo como casi el exclusivo en España, que es el segundo país del mundo con mayor cantidad (y calidad) de patrimonio cultural (e incluso natural).
El turismo cultural supone una gran oportunidad para el desarrollo local, contribuyendo decididamente a conservar y hacer sostenible el Patrimonio, pues está más que demostrado que genera recursos y empleo para la comunidad. Pero para que esto ocurra, debe orientarse no sólo en beneficio del patrimonio cultural sino de la propia gente que habita el lugar donde éste se asienta. Sólo si los habitantes son realmente parte activa del desarrollo turístico, puede surgir la chispa entre el patrimonio y el turismo cultural, y sólo así acabará siendo un matrimonio bien avenido más allá de la conveniencia.
El caso es que desde la década de 1970, cuando la UNESCO lanzó la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural, junto con propuestas para su conservación y promoción, el turismo cultural ha experimentado un inusitado crecimiento, particularmente en Europa, y en especial desde los años 80. De hecho hoy en día existen 1121 sitios declarados Patrimonio de la Humanidad en el mundo. En su mayoría se reparten en tres países, dos de ellos Europeos: China (55), Italia (55) y España (48).
Europa es un destino de turismo cultural clave gracias precisamente a un patrimonio incomparable que incluye museos, teatros, sitios arqueológicos, ciudades históricas, sitios industriales, así como música y gastronomía. Según el análisis de CARTIF en 2021 para el proyecto TExTOUR, se estima que el turismo cultural representa el 40% de todo el turismo europeo. Esto supone 5 millones de puestos de trabajo directos y un aporte de 143.000 millones de euros al año a la economía de la UE. De hecho, la UE promueve por un lado un enfoque equilibrado entre las necesidad de impulsar el crecimiento y, por otro, la preservación de monumentos, sitios históricos y tradiciones locales.
Pandemias aparte, se estima que el turismo cultural seguirá siendo uno de los mercados clave en Europa en los próximos años. Es importante saber que los turistas culturales gastan un 38% más por día y permanecen en un mismo lugar un 22% más que otros turistas. Alemania es el país más grande en términos de tamaño de mercado, seguido por el Reino Unido, Italia, Francia, los Países Bajos y España. Las tendencias muestran que el turismo cultural se está convirtiendo lentamente en un turismo creativo. Con él, los turistas participan activamente en experiencias de aprendizaje, poniéndose en la piel de la gente y la cultura local.
En sus inicios el turismo cultural fue impulsado principalmente por el interés de la generación del “baby boom” (nacidos desde finales de la década de 1950 – mediados de la década de 1970) en visitar los principales sitios y atracciones culturales, como museos y monumentos, a menudo viajando en grupo. Las generaciones posteriores: generación Y (los “milenials”: nacidos entre 1980 y 1995) y generación Z (los “centenials”: nacidos entre 1995 y 2010), demandan experiencias más auténticas, únicas, a pequeña escala y personales, más allá de experiencias populares y cotidianas. Para ellos es más importante “estar” en un lugar que simplemente “ir” a ese lugar. Estas generaciones prefieren viajar a su aire, por lo que las plataformas de alquiler de pisos y los servicios locales personalizados no dejan de crecer.
Desde luego la tecnología ha generado una modificación sustancial en los hábitos de los viajeros. La reciente publicación de cinco nuevos estándares en España por parte del UNE contribuye a aportar soluciones a los desafíos que deben abordar tanto los destinos, como las empresas y agentes que operan en ellos mediante un modelo digital y sostenible que viene como un guante al turismo cultural. Este modelo debe ser parejo en desarrollo tecnológico y social a la digitalización del Patrimonio Cultural, que es la gran asignatura pendiente, y donde CARTIF está listo para ayudar. ¿Nos necesitas?.
Cada paisaje produce sensaciones específicas, diferentes, únicas. Al contemplar una pradera salpicada de árboles sentimos algo totalmente distinto a lo que sentiríamos si contemplásemos una zona desértica. Esto mismo ocurre con los paisajes culturales1. No nos producen las mismas emociones contemplar una iglesia románica que unas pinturas rupestres.
Numerosas investigaciones concluyen que existe una correlación significativa entre nuestra personalidad y las preferencias paisajísticas. Otras investigaciones defienden que la relación hombre-paisaje tiene una base «innata», que se remonta a las necesidades de supervivencia de los humanos primitivos. Su entorno exigía capacidades perceptivas y predisposiciones, que hoy en día -a nivel psicológico- siguen funcionando. Esto explica el por qué seguimos prefiriendo los paisajes abiertos y ligeramente llanos (poder ver a los depredadores), con vegetación y buen acceso al agua (cubrir necesidades vitales).
Se puede decir entonces, que el sistema afectivo que se pone en juego en la valoración de los paisajes es una consecuencia de estrategias personales más amplias relativas a la personalidad, factores innatos y la actitud del individuo hacia el mundo (potenciada por sus experiencias y la sociedad en la que vive).
Es decir, la valoración de los paisajes depende de factores totalmente subjetivos y, por lo tanto, difíciles de cuantificar. Entonces, ¿qué hago si quiero medir «lo que nos gusta» de cierto tipo de paisaje cultural?
Aquí es donde entra la llamada «computación afectiva», que no es otra cosa que el estudio y el desarrollo de sistemas y dispositivos que puedan reconocer, interpretar y procesar emociones humanas.
CARTIF dentro del proyecto SRURAL está aplicando este conjunto de técnicas para obtener el «valor de afección» de cualquier paisaje cultural («medir lo que nos gusta el paisaje»). Con este fin se viene desarrollando un sistema cognitivo que utiliza como entradas el lenguaje verbal y las expresiones faciales por un lado, y por otro, ciertas señales fisiológicas del sujeto (ritmo cardiaco, sudoración y temperatura corporal) mientras observa el paisaje mediante unas gafas de realidad virtual como dispositivo inmersivo.
Estas entradas se introducen en una red neuronal previamente entrenada mediante técnicas Deep Learning2 para obtener como salida el valor de afección de dicho paisaje.
Esta información es muy útil para la toma de decisiones de los gestores del territorio para, por ejemplo, orientar las campañas de promoción turística hacia zonas con un valor de afección alto, pero que no tienen un número significativo de visitas. También para hacer un perfilado y segmentación de turistas según el tipo de paisajes más afín y así hacer campañas de promoción focalizadas y, por lo tanto, más efectivas.
También pude utilizarse para saber cuándo es necesario tomar alguna medida correctora o por lo menos realizar algún estudio de causas, al ver que cierta zona de interés turístico con un número importante de visitas tiene un valor de afección relativamente bajo.
Para ser realmente útil, esta información tiene que ser filtrada y procesada (no podemos saturar a la persona encargada de tomar las decisiones), debiendo ser mostrada de la forma más amigable posible utilizando interfaces intuitivos y geolocalizando dicha información. Por ello, el sistema en desarrollo incorpora módulos específicos que mediante técnicas de Minería de Datos y Big Data, muestra al usuario de la aplicación la información ya procesada y lista para sacar conclusiones, lo que llevará rápidamente a la toma de decisiones objetivas basadas en datos.
1 Se entiende por paisaje cultural aquel paisaje que combina patrimonio natural y cultural, y que ha sido modificado por el ser humano para adaptarlo a sus necesidades en función de sus creencias, actividad económica, y sociedad que conforma. Los ejemplos más obvios de estas modificaciones son los cultivos tradicionales, los edificios y las infraestructuras.
Es un hecho conocido cómo nuestro entorno ha cambiado vertiginosamente en los últimos años. Este entorno se encuentra en constante transformación, con incertidumbres y aspectos de difícil predicción.
El sector de la construcción en particular, no ha estado ajeno a dichos cambios. En Europa tiene un gran peso en la recuperación de las economías, presentando una evolución positiva que se espera se siga manteniendo. Actualmente se puede hablar de la confluencia de dos corrientes que afectan a dicho crecimiento. Por un lado, una que lo favorece: los estímulos que le llegan con los fondos Next Generation. Pero por otro lado, la escasez de materias primas y el aumento de precios al que se suma el problema recurrente de la escasez de mano de obra actúan en su contra. Así y tal como indicaba en sus previsiones a finales de 2021 el informe de Euroconstruct, el sector de la construcción a nivel europeo todavía conservará inercia para crecer en 2022 (3,65%), si bien para 2023 (1,5%) y 2024 (1,2%) se considera un avance más moderado.
En el caso de España, también se apuntaba a un crecimiento del 8% en 2022. Sin embargo, la incertidumbre ha aumentado debido a aspectos como la evolución de la inflación y el despliegue del Plan de Recuperación sufragado por los citados fondos europeos. Si bien estos fondos, ofrecen un gran potencial para el crecimiento de la actividad, principalmente en el caso de la rehabilitación, también es cierto que esa incertidumbre no permitirá alcanzar todo el desarrollo que se podría prever.
Además de los problemas a los que se está enfrentando la economía, el sector también tiene que hacer frente a grandes retos a nivel europeo como son la sostenibilidad y la digitalización. Tradicionalmente el sector de la construcción no ha prestado la misma atención que otros sectores industriales a la innovación. Poner el foco en estos aspectos debe permitir un cambio en esta industria, siendo ambas indudablemente, la vías de innovación del sector.
Es necesario por lo tanto pensar en un nuevo enfoque, siendo la innovación una oportunidad para crear valor. Una manera de acelerar este proceso de innovación y mejorar la calidad de sus resultados pasa por la investigación colaborativa.
Desde la UE se está trabajando activamente para fortalecer los marcos que soporten los enfoques de innovación abierta. El paradigma de la innovación abierta consiste en «un modelo de innovación basado en una red y colaboración, en la co-creación entre todos los actores de la sociedad traspasando los límites organizacionales mucho más allá de los esquemas normales de colaboración. Este modelo permite alcanzar una gran ventaja competitiva, así como beneficios de la innovación para un gran número de colaboradores«.
Un buen ejemplo de proyecto europeo colaborativo de innovación abierta es el proyecto Metabuilding Labs en el que CARTIF participa y entre cuyos objetivos está el construir un sistema de innovación para el sector. Este comprenderá a los sistemas nacionales de innovación organizados como «metaclusters» en forma de Plataformas Tecnológicas Nacionales de la Construcción. Algunos de estos sistemas ya existen y en otros casos será necesario desarrollarlos como parte del proyecto.
Con su desarrollo se busca un tipo de innovación abierta, reuniendo a todas las partes interesadas de la cadena de valor del entorno construido en un nuevo ecosistema de innovación. Todo ello a través de una plataforma digital sectorial y de una red supranacional de instalaciones, capacidades y servicios de prueba OITB (Open Innovaton Test Beds). Esta red abarca 12 países con un punto de entrada único, la plataforma.
El objetivo de los bancos de prueba de innovación abierta, es poner los nuevos avances tecnológicos al alcance de las empresas y usuarios. Esto permite avanzar en la introducción de componentes y elementos en el mercado, pasando de la valoración en laboratorios a prototipos en entornos industriales.
El desarrollo de la plataforma permitirá una comunicación fluida y un mapeo dinámico de los activos y de los recursos del ecosistema tanto a nivel nacional como regional. Las Pymes innovadoras, tendrán así acceso a los recursos, buscando involucrarlas y dando apoyo. Así se logrará una masa crítica aprovechando las redes de trabajo del consorcio que les permita desarrollar y probar nuevas soluciones innovadoras de envolventes de edificios.
Dentro de estas instalaciones de prueba que se ofertarán se encuentran las O3BET Building Enveloped Testbeds. El consorcio diseñará, desarrollará y proporcionará ocho instalaciones de prueba innovadoras para elementos de envolvente de edificios. Estas instalaciones a escala 1:1, en condiciones reales, asequibles, industrializadas y con todos los sensores y equipamientos necesarios permitirán hacer de puente entre las pruebas de laboratorio y los edificios a gran escala, manteniendo bajo control todas las condiciones interiores necesarias y dejando que las condiciones exteriores varíen en un entorno real.
O3BET comprende Open Source, Open Data y Open Access.
Open Source. Se diseñará como un modelo BIM abierto accesible a todos los actores ,que aproveche las máximas capacidades de esta metodología para que socios y terceros las repliquen fácilmente en toda Europa.
Open Data. Para cualquier ensayo, los datos monitoreados se consolidarán y se almacenarán en una plataforma de datos abierta, otorgando el acceso a todos y como tal reforzar la ciencia y la innovación abierta.
Open Access. En el contexto de OITB, aplicable también para O3BET. Cualquier usuario interesado puede acceder a las instalaciones, capacidades y servicios de los bancos de prueba, independientemente de si es socio del consorcio o no. Los miembros de la plataforma Metabuilding Labs tendrán condiciones más favorables. Se buscará la forma de facilitar la participación de las PYMES considerando su tamaño y capacidad para encontrar sus instalaciones de prueba más adecuadas.
Con el desarrollo de este tipo de colaboración se añade un componente al enfoque tradicional de la innovación, potenciando una participación más cercana a la fase productiva, de desarrollo de productos y tecnología y favoreciendo la creación de valor. Obviamente, las dificultades actuales para un nuevo crecimiento empresarial (particularmente en la construcción) no van a solucionarse únicamente con este tipo de iniciativas, pero si pueden colaborar en la consolidación de su progresiva y necesaria transformación.
«Innovar es una actividad de riesgo cuyo principal riesgo es no practicarla»
El patrimonio cultural y natural, según la definición de la UNESCO, es una fuente irremplazable de vida e inspiración. Las zonas rurales de Europa representan ejemplos extraordinarios de patrimonio cultural, tanto el tangible como el intangible, y patrimonio natural. Pero este patrimonio no solo debe ser salvaguardado sino que se debe promover su uso como motor para el crecimiento, la competitividad y el desarrollo sostenible e inclusivo1. Según el Plan PAHIS 20202, en los últimos años se ha profundizado en la llamada Economía del Patrimonio Cultural, de acuerdo con los criterios actuales que establecen que los bienes patrimoniales no deben percibirse como una carga o un gasto, sino como un recurso capaz de generar desarrollo y cohesión social. Este post intentará explicar brevemente cómo puede aplicarse la tecnología en el modelado y la monitorización del efecto del patrimonio en el desarrollo sostenible de las áreas rurales.
El comunicado de la Unión Europea «Una visión a largo plazo para las zonas rurales de la UE»3 menciona el prometedor Observatorio de las Zonas Rurales de la UE, cuyo principal objetivo es mejorar la recogida y el análisis de datos de las zonas rurales, pero los primeros resultados no llegarán hasta finales de 2022. Este observatorio pretende incrementar la cantidad y calidad de los datos disponibles, ya que esto es esencial para entender las condiciones del medio rural y actuar apropiadamente.
Autor de la foto: Santiago Sierra Durán (Salento, Colombia)
Las zonas rurales se enfrentan a desafíos como el envejecimiento y la despoblación. Los planes de regeneración rural basados en el patrimonio pueden contribuir a contrarrestar estos problemas y fomentar el desarrollo sostenible. Esta es una tarea compleja, pero las técnicas de computación avanzada pueden ayudar a encontrar una solución de compromiso entre los posibles planes de regeneración que se podrían desarrollar en una zona y los limitados recursos disponibles para ello.
Una forma de enfrentarse a este tipo de problemas es mediante el análisis de buenas prácticas o casos de éxito (que en este caso se han denominado Modelos), y cómo las actividades innovadoras y los aspectos transversales interactúan positivamente en estos modelos. Lo siguiente es trasladar esas lecciones aprendidas, convenientemente adaptadas, para que puedan ser replicadas en otras zonas rurales (que se han denominado Replicadores), y sirvan para ayudar en la creación e implementación de las estrategias de regeneración basadas en el patrimonio.
Para poder tener evidencias cuantificables sobre el impacto y la validez de las acciones, que se puedan comparar y valorar su efectividad, es necesario establecer un sistema de monitorización robusto basado en un conjunto seleccionado de indicadores o combinaciones de indicadores, es decir KPI (indicadores clave de rendimiento, por sus siglas en Inglés de Key Performance Indicators) que cubran multitud de aspectos. Además, también se necesita un procedimiento de evaluación que asegure una valoración sólida y fiable del impacto de las estrategias desarrolladas. Los parámetros obtenidos de la situación de partida tanto de los modelos como de los replicadores se han utilizado para definir un conjunto inicial de KPI, que se ha utilizado para la evaluación inicial de la línea base de los replicadores.
La metodología que se ha desarrollado permite analizar un conjunto inicial de indicadores tan grande como sea necesario, y reducirlo mediante una serie de criterios objetivos, hasta dejarlo en un tamaño adecuado y más fácil de gestionar, dejando solo los KPI relevantes. Aun así, lo más probable es que los indicadores seleccionados sean muy diversos y no se puedan combinar o comparar fácilmente. Para tratar de solventar esta dificultad, se pueden aplicar diversas técnicas. Una de ellas está basada en la Toma de Decisiones en Grupo, o cómo alcanzar acuerdos cuando un grupo de personas vota u opina sobre un tema. En este caso, se trata de un grupo de expertos que deben ponerse de acuerdo en cómo tienen que combinarse los indicadores, por decirlo de una manera sencilla, qué peso debe tener cada indicador, para obtener unos KPI significativos.
El impacto de las estrategias se evalúa en términos del Capital Cultural y Natural a través de los KPI, y de acuerdo con el Marco de los Capitales Comunitarios (conocido como CCF por sus siglas en inglés, Communities Capital Framework). Los KPI considerados inicialmente para cada replicador pueden ser adaptados e ir más allá en su análisis aplicando técnicas como la Dinámica de Sistemas, que es una técnica de modelado que permite trabajar con el comportamiento no lineal de los sistemas complejos a lo largo del tiempo, utilizando niveles, flujos, bucles internos de realimentación y retardos temporales.
El proyecto RURITAGE ha identificado 6 áreas (peregrinación, producción de alimentos locales de manera sostenible, migración, arte y festivales, resiliencia y gestión integrada del paisaje), que se ha denominado Áreas de Innovación Sistemática, en las cuales se está llevando a cabo la demostración del potencial del patrimonio como generador de desarrollo económico, social y ambiental en las zonas rurales. CARTIF se encarga del desarrollo de la plataforma de monitorización que permite evaluar el impacto de los planes de acción para regenerar las zonas rurales. Se han desarrollado varios tableros de mandos integrados, o cuadros de mando4, para mostrar el valor de los KPI y su evolución a lo largo del tiempo. El proyecto RURITAGE ha desarrollado y puesto en marcha todo un esquema de monitorización para evaluar el rendimiento de las acciones de regeneración rural en seis replicadores en diferentes zonas de Europa. La monitorización del rendimiento todavía está en marcha y durará 2 años y medio en el marco del desarrollo del proyecto.
1 RURITAGE, Rural regeneration through systemic heritage-led strategies, 2018. (https://www.ruritage.eu) Horizon 2020, Grant agreement No 776465.
2 Consejería de Cultura y Turismo, Plan PAHIS 2020 del Patrimonio Cultural de Castilla y León, Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 2015.
Aunque a veces lo olvidemos, los bosques proporcionan enormes beneficios al planeta en general y al ser humano en particular. Nos ayudan a mitigar los efectos del cambio climático actuando como sumideros de carbono y eliminando grandes cantidades de dióxido de carbono de la atmósfera. Los bosques nutren los suelos y sirven de barrera natural contra la erosión del suelo, deslizamientos de tierra, las inundaciones, avalanchas y los fuertes vientos. Los bosques albergan más de tres cuartas partes de la biodiversidad terrestre mundial, y representan una fuente de alimentos, medicinas y combustible para más de mil millones de personas.
Pero los bosques están seriamente amenazados por la deforestación, el cambio climático y los incendios. El avance de la frontera agrícola y la tala no sostenible de los bosques hacen que cada año se pierdan 13 millones de hectáreas de bosque. El cambio climático está permitiendo que las especies de plantas e insectos invasores tengan ventajas sobre las especies nativas incrementando así sus efectos negativos. Existe además una relación directa entre los incendios, la deforestación y las pandemias: la destrucción de los bosques, en especial los tropicales como la Amazonia, Indonesia o el Congo, posibilita que los seres humanos entren en contacto con poblaciones de fauna silvestre portadoras de patógenos.
Respecto a los incendios forestales se ha constatado que cada vez hay menos incendios, pero son más destructivos. Algunos de ellos, los más terribles, son los llamados «incendios de sexta generación«, y están asolando los bosques del planeta. Este tipo de incendios no se puede combatir e incluso tienen la capacidad de modificar la meteorología del lugar donde se encuentra el fuego. Frente a este tipo de incendios solo vale una estrategia defensiva, intentar dirigirlo a zonas no pobladas y confiar en que la lluvia ayude a controlarlo. Ni siquiera zonas que apenas han tenido incendios se libran de esta tragedia: en los últimos años se han quemado 5,5 millones de hectáreas en el Círculo Polar ártico. El Ártico se está calentando dos veces más rápido que el resto del planeta y, como consecuencia, se están generando incendios de alta intensidad.
Queda claro que es fundamental prevenir los incendios y para ello hay que plantear estrategias que permitan reducir la vulnerabilidad de los bosques. Fijándonos en nuestro contexto más cercano, la estrategia forestal de la Unión Europea promueve la gestión forestal sostenible y respetuosa con el clima y la biodiversidad, intensificando la vigilancia de los bosques y brindando un apoyo más específico a los silvicultores. Se convierte en evidente que se necesita una mejor gestión forestal con énfasis en la protección y regeneración sostenible. Sin embargo, tenemos una disminución constante de masa forestal ya que el proceso de «reforestación» no puede competir con la tasa de deforestación en toda Europa. Además, en Europa, los datos muestran un gran aumento en la explotación forestal durante los últimos años, lo que reduce la capacidad de absorción de CO2 del continente y posiblemente indica problemas más amplios con los intentos de la UE para combatir la crisis climática. Otra paradoja con respecto a los bosques dentro de la UE es que una gran parte de ellos son propiedad privada de empresas productoras de madera. Como resultado, la tala regular de esos bosques, junto con la naturaleza privada de su propiedad hacen que la concienciación pública y la ecología sean aún más difíciles de lograr. La pérdida de biomasa de 2016 a 2018, en comparación con el período de 2011 a 2015, ha aumentado un 69%, según datos de satélite.
España, como les sucede a todos los países de la zona mediterránea, es especialmente vulnerable a los incendios, dado el escenario de sequía y desertificación, acelerada por el cambio climático. En España tenemos amplia experiencia apagando incendios forestales: colaboramos a nivel internacional y conseguimos extinguir el 65% de los incendios en su fase de conato (menos de 1 hectárea), aunque esto a veces produce el efecto llamado «la paradoja de la extinción» (que consiste en que perdemos la oportunidad de que pequeños incendios vayan eliminando el matorral que hay en el sotobosque y así favorecemos que haya grandes y peligrosas acumulaciones de combustible). En España se destinan 1.000 millones de euros al año a la extinción de incendios, sin embargo, tan solo 300 millones de euros a su prevención.
La extinción es necesaria y positiva pero no es suficiente, hay que invertir en otra serie de medidas (prevención, detección y recuperación) que permitan hacer frente a los incendios forestales desde una perspectiva más amplia y completa. En este sentido es muy importante aprovechar las nuevas herramientas que ofrecen recientes tecnologías y avances científicos.
Por ejemplo, el uso de imágenes obtenidas con drones y satélites y redes de sensores junto con técnicas de inteligencia artificial permiten detectar incendios con mayor rapidez y precisión y ya hay en marcha numerosos proyectos de investigación en varios países: Bulgaria, Grecia, Portugal, Líbano, Corea y muchos otros. Incluso hay retos planteados por la Agencia Espacial Europea para usar imágenes satélite e inteligencia artificial en la detección de incendios y otros retos similares de la NASA, H20.ai y Cellnex. Otra iniciativa interesante es ALERTWildfire, consorcio de varias universidades norteamericanas que proporciona cámaras y herramientas contra incendios para descubrir, localizar y supervisar fuegos forestales. También hay sistemas comerciales para detectar fuegos forestales, como éste de Chile, que usa Inteligencia Artificial y varios tipos de sensores o éste otro de Portugal.
Ya en España, los ministerios de Transición Ecológica y Agricultura han desarrollado el proyecto Arbaria capaz de «predecir» con un considerable porcentaje de acierto dónde se producirán incendios.
Buscando un enfoque global en la prevención y gestión de incendios se acaba de lanzar el proyecto europeoDRYADS, en el que participa CARTIF. Este proyecto tiene como objetivo el desarrollo de una plataforma holística de gestión de incendios basándose en la optimización y reutilización de recursos socio-tecnológicos de última generación. Estas técnicas se aplicarán en las tres fases principales de los incendios forestales:
En la fase de prevención, DRYADS propone el uso de una herramienta de evaluación de riesgos en tiempo real que pueda recibir múltiples entradas de clasificación y trabajar con un nuevo indicador de factor de riesgo impulsado por una red neuronal. Para crear un modelo de comunidades adaptadas al fuego, en paralelo a la actividad anterior, DRYADS utilizará materiales de construcción activados por álcali que integran cenizas de madera post-incendios para edificios e infraestructura resistentes al fuego. DRUADS también utilizará una variedad de soluciones tecnológicas, como la infraestructura de satélites europeos Copernicus y enjambres de drones para una supervisión forestal precisa.
En la fase de detección, DRYADS propone varias herramientas tecnológicas que pueden adaptarse a muchas de las necesidades del proyecto: uso de realidad virtual para la formación, dispositivos portátiles para el quipo de protección de los servicios de emergencia, vehículos sin conductor -UAV (drones(, UAG y aeronaves- para mejorar la capacidad de análisis temporal y espacial, así como para aumentar la cobertura del área inspeccionada.
Por último, DRYADS construirá una nueva iniciativa de restauración forestal basada en técnicas modernas, como agrosilvicultura, drones para esparcir semillas, sensores de Internet de las cosas que podrán adaptar el proceso de siembra en función de las necesidades del suelo y al mismo tiempo con la ayuda de la IA para determinar los factores de riesgo posteriores al incendio.
Los resultados del proyecto DRYADS se demostrarán y validarán en condiciones reales en varios espacios forestales de España, Noruega, Italia, Rumanía, Austria, Alemania, Grecia y Taiwan.
En resumen y a modo de conclusión, para combatir los incendios forestales no solo hay que centrarse en su extinción sino que una buena gestión sostenible de los bosques basada en la prevención y en la introducción de técnicas modernas es imprescindible para reforzar su resiliencia, el aprovechamiento de los recursos y su capacidad de recuperación. Así se conseguirán nuevas oportunidades para el entorno rural, la conservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Esperemos que por una vez los árboles nos dejen ver el bosque y podamos evitar su destrucción.