Recuperando nuestro vínculo con la naturaleza

Recuperando nuestro vínculo con la naturaleza

¡Al final no pude resistirme…fui a ver AVATAR 2, y en 3D! La sola idea de rememorar las sensaciones vividas hace ya 13 años, como espectador de uno de los más grandes avances tecnológicos de la animación del siglo XXI, pudo con la pereza de meterme en un cine la friolera de 3 horas. Sin embargo, esta vez quería ver cómo había evolucionado algo que ya en la primera película de la saga me llamó la atención: ser capaces de establecer un vínculo directo con la naturaleza. ¡Impresionante!

Vista la «peli», y de vuelta a la realidad, creo que nunca hemos perdido nuestro vínculo con la naturaleza, pero lo hemos ignorado pensando que ya no nos era necesario y que únicamente los avances tecnológicos harían de este mundo un sitio mejor, prescindiendo de nuestra esencia natural.

Es importante saber que toda medida desarrollada para proteger un ecosistema y la biodiversidad que lo habita nos protegerá, como parte de esa variedad de seres vivos y no hará otra cosa que mejorar nuestras condiciones de vida.

Fuente: Raúl Sánchez Francés

Actualmente hay una creciente necesidad de contactar con la naturaleza, bien por hartazgo ante una vida sedentaria y demasiado urbanita, bien por practicar deporte o bien por el mero hecho de entrar en contacto con la naturaleza y los árboles que la habitan; pero sin saber de los múltiples beneficios que ese «baño de bosque o naturaleza» está proporcionando. Aunque se cree que el concepto de baño de bosque (Shinrin-yoku en japonés) parece tener un origen ancestral, no fue hasta los cercanos años 80 del siglo XX cuando las autoridades forestales japonesas promocionaron el concepto para acercar a la gente los beneficios del bosque.

La sensación de bienestar que percibimos paseando por el monte tiene una explicación científica comprobada. Ya a mediados del siglo XX se demostró que ciertas coníferas eran capaces de depurar/desinfectar su entorno, generando un antibiótico natural (fitoncidas), como respuesta principalmente al ataque que continuamente reciben de los hongos. Esto tiene como consecuencia directa que la presencia de árboles en zonas residenciales mejora la salud de sus habitantes.

Fuente: Raúl Sánchez Francés

Existen claras evidencias acerca del papel esencial que juegan los espacios verdes y azules en el fomento de un estilo de vida más saludable y sostenible. En áreas urbanas y periurbanas, los espacios naturales disminuyen la exposición a factores potencialmente dañinos como el calor excesivo, ruido y la contaminación del aire. Los estudios han demostrado que las zonas verdes circundantes a espacios urbanos se asocian con una menor mortalidad. Del mismo modo, diversos estudios experimentales y observacionales han demostrado que la exposición a la naturaleza se asocia con mejoras cognitivas, de la actividad cerebral, de la presión arterial, del sueño, y de la actividad física y salud mental. Especial relevancia adquiere la mejora de la salud mental (ansiedad, depresión y estrés) debido a la actividad en la naturaleza.

Un aumento de espacios verdes/azules bien diseñados, equitativamente distribuidos y accesibles, como promueve el concepto de soluciones basadas en la naturaleza (NBS), constituye un factor importante para preservar y mejorar la salud mental y el bienestar.

La pandemia de COVID-19 y la posterior recesión económica han afectado a la salud mental de la población, con un aumento de los síntomas de ansiedad y trastornos depresivos y han revelado la necesidad de mejorar la comprensión de los tipos y características específicos de los espacios naturales que son claves para la salud mental.

Desde CARTIF llevamos tiempo trabajando en la re-naturalización de nuestras ciudades, entornos y todos aquellos espacios habitados que han perdido su carácter natural, con el propósito de hacer nuestras urbes más habitables… pero de manera natural y en convivencia con la naturaleza, proyectos como URBAN GreenUP, MyBuildingisGreen, NATMED… son una muestra de ello.

Teniendo en cuenta todo esto, la receta médica de baños de bosque, de soluciones basadas en la naturaleza o lo que hemos llamado terapias basadas en la naturaleza (Nature based Therapies) está cada vez más cerca.

Recientemente tuve la oportunidad de charlar con Odile Rodríguez de la Fuente, hija de Félix Rodríguez de la Fuente, sobre el vínculo con la naturaleza que su padre les inculcó a ella y sus hermanas y que aún mantiene, desde su faceta de divulgadora de la naturaleza, la cual realiza de una manera fantástica. Fue sin duda Félix quien percibió la desconexión ser humano-naturaleza en un momento clave del crecimiento del país, lo que hizo aún más difícil su trabajo pero que le ha permitido dejar una huella más profunda y duradera, sentando las bases del buscado vínculo con la naturaleza.

Se trata de explorar conexiones reales y profundas entre el ser humano y el mundo natural, que vayan más allá de los trabajos culturales en campo o de algunas experiencias de jardinería como la errónea percepción de que las tomateras engordan despacio al ser acariciadas…como si de una prueba de amor se tratara. Nada más lejos de la realidad, al acariciar una tomatera a diario su crecimiento en vertical se ralentiza y su tallo se engrosa, pero no es más que una reacción natural a una carga ficticia del viento.

Sin embargo, aún estamos a tiempo para proteger la naturaleza que nos rodea, para acercarla a nuestras ciudades y espacios habitados, y para volver a conectar, a vincularnos con ella.

La re-naturalización de nuestras ciudades

La re-naturalización de nuestras ciudades

El 54% de la población mundial vive actualmente en las ciudades y está previsto que esta cifra aumente hasta alcanzar el 70% a mediados del presente siglo. Las ciudades se han convertido en lugares desnaturalizados donde es difícil encontrar entornos naturales conectados. El actual modelo urbanístico presenta uno de los más graves desafíos mundiales del siglo XXI: el rápido y cambiante desarrollo de las actividades industriales, así como la incontrolada expansión urbana, provocan numerosos problemas sociales, ambientales y de salud.

Nuestras ciudades se enfrentan a desafíos ambientales relacionados con la baja calidad del aire, el efecto “isla de calor”, el aumento de los riesgos por inundación, el aumento en la frecuencia y la severidad de los fenómenos extremos, el abandono de las zonas industriales y los problemas de ámbito social (incremento de la criminalidad, exclusión social, desigualdad, marginalidad, pobreza y degradación de ambientes urbanos).

Los efectos de la concentración de población en las ciudades son generalmente “invisibles” para la mayoría de la ciudadanía, pero permanecen latentes y aparecen ante la opinión pública cuando ya han causado graves problemas y la recuperación ambiental es mucho más difícil.

En muchas de las ciudades del mundo, la calidad del aire ha mejorado significativamente en las últimas décadas. No obstante, la calidad del aire aún afecta a la salud de las personas y del ambiente. En Europa, la contaminación del aire debida a la industria ha sido reemplazada por la contaminación debida al tráfico rodado y a las calefacciones. La calidad del aire es, por lo tanto, un problema ambiental común para las ciudades grandes y medianas en todo el mundo.

Otra consecuencia del cambio climático y la acumulación de población en las ciudades es el efecto “isla de calor”: áreas urbanas más calientes que zonas rurales próximas debido fundamentalmente a la topografía urbana y a los materiales empleados en los edificios o en los pavimentos. La temperatura media anual de una gran ciudad puede ser de 1 a 3 oC mayor que en sus alrededores. Además, durante las noches de verano la diferencia de temperatura puede alcanzar los 12 oC.

En lo que a la gestión de espacios urbanos se refiere, los distintos tipos de lugares abandonados y deteriorados en las ciudades suponen un importante desafío. En estas zonas, el conflicto ambiental se centra en problemas ambientales como la contaminación del suelo y determinadas emisiones, buscándose únicamente la reutilización no adaptativa de esos espacios y olvidando la vertiente social del problema, lo que genera el escepticismo y rechazo de los ciudadanos ante las acciones a emprender.

A todos estos problemas se les puede hacer frente del mismo modo que la naturaleza lo haría: empleando soluciones desarrolladas durante miles de años. Son las conocidas como Soluciones Basadas en la Naturaleza (Nature Based Solutions – NBS). Así se conseguirá la reconversión de las urbes en lugares donde la naturaleza vuelva a estar presente y donde el ciudadano pueda acercarse de nuevo a ella.

Las NBS fomentarán un urbanismo sostenible, restaurarán áreas degradadas, desarrollarán medidas de adaptación y mitigación del cambio climático y mejorarán la gestión de los riesgos asociados al mismo. Las NBS, como acciones inspiradas en la naturaleza, presentan un enorme potencial para ser energéticamente sostenibles y resistentes a los cambios, pero su éxito dependerá de su adaptación a las condiciones locales.

La implementación en las ciudades de corredores verdes, sumideros de carbono, caminos vegetales, agricultura urbana (urban farming), sistemas de drenaje sostenibles (SUDS- Sustainable Urban Drainaje Systems), muros y tejados verdes, filtros verdes urbanos, espacios acuáticos, módulos de polinizadores, entre otras NBS, será una constante en los próximos años, con el fin de conseguir un urbanismo sostenible y la re-naturalización de nuestras ciudades.