La historia de mi centro. En búsqueda de la felicidad

La historia de mi centro. En búsqueda de la felicidad

CARTIF nace como muchos otros centros tecnológicos (CT), en el seno de un departamento universitario. En nuestro caso, nuestro Director General José R. Perán lo creó hace ya casi 30 años en el departamento de ingeniería de sistemas y automática de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales de la Universidad de Valladolid.

El centro va creciendo y evolucionando en conocimientos adquiridos, en número de investigadores que forman parte de él, así como en las instalaciones con las que va contando.

Es en el 2008 cuando yo entro en CARTIF, y me encuentro que el centro está inmerso en el proceso de implantación de un Plan de Marketing redactado por expertos en la materia con el objetivo de vender las tecnologías y conocimientos con los que contaba en aquel momento el centro a empresas identificadas en ese plan. En aquel momento el centro tenía una capacidad instalada orientada al mercado de casi un 50% de sus recursos. Es decir, la mitad de la plantilla estaba claramente enfocada hacia la transferencia. Con esa capacidad instalada se obtenía aproximadamente unos retornos de un 40%, es decir casi la mitad de los ingresos del centro procedían de facturación de empresas.

Con el «tocho» de plan de marketing, CARTIF se lanza al mercado, dedicando aún más recursos en intentar hacer transferencia, pero obteniendo prácticamente los mismos resultados… El crecimiento del centro estaba estancado y amenazaba ya la crisis de fondos públicos nacionales allá por el año 2011. El centro empieza a dedicar recursos al programa Marco Europeo, ante la previsión de escasez de fondos nacionales, convirtiéndose en el principal programa a partir del 2017-2018, momento en el que arranca la era de los kick-off, los work packages y el agobio porque el officer nos admitiera » el deliverable»… Los investigadores de CARTIF en aquella época solo tenían en su cabeza infodays, deadlines y reports… El nivel de estrés in crescendo por la exigencia en las justificaciones.

Impresión 3D máscaras antisalpicaduras

Unos años más tarde, concretamente el día 13 de marzo de 2020 cada persona de CARTIF salimos por la puerta con nuestros ordenadores y pantallas. Se iba a proclamar el estado de alarma, estábamos en una pandemia mundial por coronavirus… Los hospitales estaban colapsados, las residencias de ancianos blindadas, era una emergencia mundial. El mercado pedía a gritos ayuda… El mercado llamaba a la puerta…

CARTIF pone en marcha todo lo que está a su alcance como conocimiento y tecnologías. Se pone a fabricar los famosos EPIS (Equipos de Protección Individual) para sanitarios, a ceder equipos de esterilización,… Los investigadores se sienten orgullosos, quieren más, por primera vez en mucho tiempo no tienen que convencer al mercado, solo ofrecer lo que pide.

El centro vuelve a hacer click tras un periodo de confusión y la cultura de transferencia que siempre ha existido vuelve a aparecer, esta vez reforzada con la nueva subdirección general, recordando lo que somos: el agente que responde a las llamadas, y no calls, del mercado.

Porque los CCTT somos el agente que actúa de bisagra entre la ciencia y el mercado, tenemos que frenar la tendencia errónea de generar y luego transferir, propia de un organismo de investigación. Los centros tecnológicos debemos de interiorizar nuestro rol como agentes de innovación, haciendo que los investigadores se conviertan en tecnólogos, piensen en el mercado y se sientan orgullosos y felices de ayudar así al tejido empresarial y también como extensión natural a la sociedad.

Porque solo así….¡Seremos felices…!

Innovando con mayúsculas: i+d+I

Innovando con mayúsculas: i+d+I

Siempre he pensado que las siglas I+D+i respondían al mayor o menor riesgo de realización de las actividades asociadas y de ahí que las dos primeras fueran mayúsculas y la tercera minúscula.

Después de 15 años trabajando en un centro tecnológico me doy cuenta de que el hecho de hacer referencia a la investigación y al desarrollo en mayúsculas y la innovación en minúscula afecta a la impresión que se tiene sobre ese tipo de actividades. Psicológicamente lo que se tiene interiorizado, bajo mi punto de vista, es que la innovación es menos importante que la investigación y el desarrollo.

Partiendo de la base de que la innovación es aquella actividad con riesgo que se realiza y cuyo resultado está más cerca de su implementación y, por tanto, aumentan las posibilidades de generar valor, competitividad y en definitiva prosperidad, creo que la innovación se merece, como mínimo, escribirse también en mayúsculas.

Asimismo, la experiencia trabajando en CARTIF también me ha hecho reflexionar sobre el resultado de esa suma de tres variables: I+D+i, sobre la variable dependiente de la ecuación… Para mí el resultado es claro generación de IMPACTO. Y es impacto en una doble dirección: la investigación y desarrollo generan impacto sobre el estado de la técnica que no genera la innovación y que se materializa, principalmente en artículos y patentes, que cualquiera en cualquier parte del mundo puede aprovechar. La innovación genera impacto en el mercado dado que, en palabras del profesor Xavier Ferrás, «la innovación es la explotación con éxito de una idea con riesgo, que se materializa principalmente en beneficios y crecimiento, localizado en un punto concreto».

Xavier Ferrás.

Los centros tecnológicos somos entidades creadas para asumir tareas con riesgo y crear conocimiento tecnológico, pero sobre todo somos entidades creadas para valorizar ese conocimiento tecnológico y aplicarlo en el mercado y que se transforme en beneficio económico y social.

Es por ello importante para un centro tecnológico trabajar en que la i+d genere innovación, tratando de valorizar a medida los resultados para que el mercado interiorice y entienda el resultado generado y lo explote con éxito. Es importante apoyarse en colaboradores que agilicen los procesos de obtención de resultados y que, sobre todo, agilicen el proceso de transformar la i+d en I. En definitiva, se trata de colaborar para ganar valor. Se trata además de ayudar a construir sistemas de innovación eficientes, ajustando la obtención de resultados con riesgos a las exigencias del mercado desde el inicio de la concepción del resultado para que no exista un desfase temporal y/o tecnológico entre la generación y la explotación que cargan a los sistemas de innovación de ineficiencias y roturas de sus engranajes. Es importante contextualizar el marco de actuación a nivel global para avanzar en el estado de la técnica ganando posiciones, pero actuar en local en los procesos de valorización y transferencia, para que el beneficio económico repercuta en nuestros sistemas locales. Todo ello es clave para que los ecosistemas de innovación nazcan, aumenten sus capacidades y se consoliden en el tiempo. Todo ello es clave para que la innovación llame a más innovación.