La seguridad hídrica es un concepto esencial que se define como «la capacidad de la humanidad para proteger el acceso sostenible al agua, asegurando el bienestar, los medios de vida y el desarrollo socioeconómico.» Este concepto incluye tomar medidas para proteger los ecosistemas que proporcionan este recurso vital y asegurar los servicios ecosistémicos ligados al agua. No se trata únicamente de garantizar que haya suficiente agua, sino que también debe cumplir con altos estándares de calidad y satisfacer las necesidades agrícolas, industriales, energéticas y domésticas de una región específica.
La preservación de los sistemas ambientales, que constituyen las fuentes naturales de agua y los servicios ecosistémicos relacionados, se convierte en algo fundamental.
La Global Water Partnership1, red internacional dedicada a la gestión sostenible del agua, describe un mundo con seguridad hídrica como aquel en el que cada persona tiene acceso a agua segura y a un coste asequible para llevar una vida sana y productiva, y en el que las comunidades están protegidas contra inundaciones, sequías y enfermedades de origen hídrico. Además, añade que la seguridad hídrica promueve la protección ambiental y la justicia social frente a los conflictos que puedan surgir a causa de los recursos compartidos.
La ONU ha dado una voz de alarma respecto al déficit de agua que se prevé para el futuro. Según sus estimaciones, para el año 2030 la Tierra podría enfrentarse a un déficit del 40% si no se modifican los patrones de consumo actuales. El crecimiento de la población, especialmente en áreas urbanas, ha incrementado la contaminación que afecta a la calidad del agua, no solo a través de la contaminación atmosférica, sino también por el cambio en los usos del suelo. El consumo de agua se ha duplicado en el último medio siglo, y se estima que para el 2025 al menos dos tercios de la población mundial vivirán en zonas con gran estrés hídrico.
Así mismo, el cambio climático representa un riesgo adicional para la seguridad hídrica, reduciendo la disponibilidad de agua y volviéndola cada vez más impredecible en muchas partes del mundo, lo que nos conduce a importantes problemas de abastecimiento. Además, los fenómenos meteorológicos extremos, como sequías e inundaciones, afectan a ricos y pobres, alterando sus medios de vida y modelos de producción tradicionales.
En Castilla y León, la seguridad hídrica es ya un asunto crítico, dada la importancia de nuestro sector agrícola en la producción de alimentos, que dependen en gran medida de un suministro constante de agua. La agricultura de la región basa su fuerza en la producción de cereales, vino y productos hortofrutícolas, y se está viendo afectada por la variabilidad climática, incluidas las sequías prolongadas que agotan los recursos hídricos y ponen en peligro la sostenibilidad de los cultivos. Del mismo modo, la región está experimentando un estrés hídrico creciente agravado por el cambio climático, que amenaza la producción de alimentos y afecta el equilibrio de la economía rural, lo que incide en el aumento de un problema ya de por sí acuciante como es el despoblamiento de nuestros pueblos y entornos rurales.
Los agricultores se enfrentan a un desafío cada vez más arduo: mantener la productividad en un contexto de recursos hídricos limitados. Muchos han tenido que adaptar sus técnicas, invirtiendo en riego eficiente y diversificación de cultivos para mitigar el impacto de las sequías. Sin embargo, estas soluciones tienen un costo elevado que no todos pueden asumir, lo que resalta la urgencia de encontrar enfoques más inclusivos. Aquí es donde entran en juego las Soluciones basadas en la Naturaleza (SbN), ofreciendo una alternativa sostenible a seguir.
Las Soluciones basadas en la Naturaleza son vitales para abordar estos problemas de forma creativa y, al mismo tiempo, brindar beneficios adicionales en términos de sostenibilidad. La UNESCO, en su informe mundial sobre el desarrollo de los recursos hídricos, argumenta que las SbN pueden mejorar el abastecimiento y la calidad del agua al tiempo que mitigan el impacto de los desastres naturales. Un ejemplo claro son las cuencas hidrográficas y humedales restaurados, que actúan como filtros naturales para la purificación del agua. Al imitar los procesos naturales, las SbN mejoran la disponibilidad y calidad del agua, y reducen los riesgos relacionados con el agua.
Es esencial destacar la importancia de conservar los humedales y restaurar las cuencas fluviales en la región, ya que actúan como filtros naturales, mejorando la calidad del agua y regulando el flujo en tiempos de sequía. También se pueden explorar técnicas como la agro-forestería y la rotación de cultivos para mantener la fertilidad del suelo y reducir la dependencia de sistemas de riego intensivos. Estas prácticas imitan los procesos naturales y ayudan a mantener un equilibrio entre la producción y la conservación.
El Índice Global de Seguridad Hídrica (IGSH)3, que integra criterios como la disponibilidad, accesibilidad, seguridad y calidad del agua, estandariza las vulnerabilidades y riesgos hídricos, ayudando a identificar áreas prioritarias donde la acción es urgente. Este índice también resalta la necesidad de estrategias innovadoras que combinen infraestructuras verdes con soluciones tradicionales, maximizando el valor para la sociedad.
También es importante destacar la relevancia y el alcance de la seguridad hídrica en entornos urbanos, donde abarca cinco dimensiones: la ambiental, la doméstica, la económica, la urbana y la resiliencia ante desastres naturales. Todos estos aspectos convierten la falta de seguridad hídrica en uno de los mayores riesgos para la prosperidad global y subrayan la necesidad urgente de cuidar del recurso natural “agua”. Esto implica una gestión sostenible, consumo responsable, lucha contra la degradación y la reutilización.
En el Área de Recursos Naturales y Clima de CARTIF, desarrollamos diversos proyectos relacionados con la gestión sostenible del agua como base del aseguramiento hídrico, tanto para consumo humano como para consumo en agricultura.
Coordinamos el proyecto PRIMA NAT-med, en el que pretendemos desarrollar, implementar y validar un conjunto de Soluciones basadas en la Naturaleza, combinadas en SbN de Ciclo Hídrico Íntegro (FWC-NbS por sus siglas en ingles), integradas en las infraestructuras de agua existentes (grises o naturales) y basadas en fases específicas del ciclo del agua, para optimizar la provisión de servicios ecosistémicos relacionados con el agua (calidad y cantidad) y servicios ecosistémicos dependientes del agua (aspectos sociales, económicos y ambientales), empoderando a los actores y las comunidades locales de la región mediterránea. NATMed también demostrará el efecto de las diferentes SbN-CCA en cinco casos de estudio ubicados en España, Grecia, Italia, Turquía, Argelia.
Del mismo modo, a través de nuestra labor de coordinación del proyecto CIRAWA, trabajamos en 8 regiones de Cabo Verde, Ghana, Senegal y Gambia para mejorar la agricultura mediante el desarrollo de nuevas prácticas basadas en la agroecología que se apoyan en el conocimiento local y científico existente para ayudar a crear cadenas de suministro de alimentos más resilientes en el Oeste de África, y donde el manejo sostenible del recurso agua es esencial.
Desde el Área de Recursos Naturales de CARTIF, como otros muchos “guardianes del agua” trabajamos por y para la mejora de la seguridad hídrica, empleando las Soluciones basadas en la Naturaleza, como parte de nuestro compromiso vital con el futuro del planeta. Solo a través de una gestión inteligente y colaborativa podremos construir un mundo en el que cada persona tenga acceso al agua y pueda vivir con dignidad, garantizando que las generaciones futuras también lo disfruten.
1 https://www.gwp.org/
2 WWAP & ONU-Agua. (2018). Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2018: Soluciones basadas en la naturaleza para la gestión del agua. París: UNESCO.
3 Measuring global water security towards sustainable development goals
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