Cuando oímos eficiencia energética, siempre pensamos en la mejora de los procesos de nuestros lugares de trabajo, en los medios de transporte en los que nos movemos…, pero nunca lo hacemos en el día a día en nuestra vivienda, realizando las cosas que consideramos cotidianas. Acciones tan comunes como la elección y compra de un electrodoméstico o la forma en la que cocinamos, establece el grado en el que somos «eficientes energéticamente» en nuestras casas.

Si reflexionamos sobre este aspecto, nos damos cuenta de que muchas de estas actividades habituales tienen asociado el consumo de energía, y por tanto, cualquier acción enfocada a hacerlas más eficientes, repercutirá en gran medida en el consumo de nuestros hogares. Además, este concepto cobra especial relevancia en el marco actual de una escalada creciente de precios de la energía que consumimos, que se plantea duradera en el tiempo.

Es cierto, que algunas medidas implican una inversión económica, lo cual en muchos casos nos presupone una actitud negativa hacia ellas, aunque una reflexión sobre las mismas o una buena campaña de concienciación nos convenceria fácilmente sobre su necesidad. Así por ejemplo, ya son pocos los hogares con alguna bombilla incandescente, siendo ya muy habitual el uso de bombillas con tecnología LED. De igual forma se está avanzando en la introducción de electrodomésticos más eficientes en nuestros hogares. Estos vienen clasificados por una letra (A,A+,….) la cual indica el consumo del equipo. Si bien los que menos consumen suelen tener un coste más elevado, hay que tener en cuenta que con el paso del tiempo esta inversión se ve compensada con un menor gasto de electricidad.

Pero no todas las medidas que mejoran nuestra eficiencia energética en los hogares necesariamente implican un coste económico. Así por ejemplo, podemos ahorrar energía actuando en:

  • El control de las consignas de temperatura de calefacción y refrigeración, manteniendo unos valores adecuados de confort, y aunque si bien actualmente estamos más concienciados, seguro que todos conocemos viviendas donde sus inquilinos de forma habitual se encuentran en invierno en manga corta porque prefieren seleccionar una consigna de temperatura más alta de la necesaria.

  • La forma en la que ventilamos nuestra vivienda. No es necesario hacerlo durante un largo periodo de tiempo, como es muy habitual ver, y llevarlo a cabo en los momentos de día adecuados (ejemplo: en invierno en horas en las que la temperatura exterior es más alta o en verano a primera hora). Esta medida complementada con un uso adecuado de las persianas, abriéndolas en horas soleadas en invierno y cerrándolas en dichos periodos en verano, permite conseguir una reducción considerable de los consumos en climatización. Cierto es que con la actual situación de pandemia y las medidas COVID19 de aumentar la ventilación de los lugares cerrados, es difícil de aplicar de forma eficiente.

  • Al cocinar, tratar de aprovechar calores residuales de placas vitrocerámicas «apagando el fuego» unos minutos antes de acabar de cocinar o planificar nuestros menús y aprovechar el encendido de hornos para hornear varios platos.

  • Apagado de luces en zonas en las que no se permanezca, o desconectando standby de equipos que no se van a utilizar durante largos periodos de tiempo o por la noche.

  • Lavar de forma adecuada, usando los programas económicos tanto de lavadoras como de lavavajillas, y hacerlo preferiblemente a plena carga, lo cual no solo ahorra energía sino también agua, un bien en muchos casos escaso.

Estas y otras pequeñas medidas son un buen punto de partida para ahorrar energía en nuestros hogares. Tenemos que pensar que no ser eficiente no supone únicamente un mayor gasto energético o un aumento en nuestra factura de electricidad y gas, sino que también supone un perjuicio para nuestra sociedad y el entorno que nos rodea. En CARTIF investigamos en muchos ámbitos de la eficiencia energética, como en la edificación, desarrollando múltiples proyectos en este campo, y consideramos que la concienciación y formación energética de los usuarios finales de los edificios, incluso en medidas tan simples como las indicadas, es un aspecto importante y repercute en un progreso y beneficio social para todos.

Jesús Samaniego
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