La pobreza energética se abre paso en Europa entre las olas de calor y los precios de la energía

La pobreza energética se abre paso en Europa entre las olas de calor y los precios de la energía

El pasado junio la Comisión Europea (desde el Centro de Asesoramiento sobre Pobreza Energética – Energy Poverty Advisory Hub: EPAH) publicó una guía para entender y abordar la pobreza energética, que se ha convertido en una realidad en Europa, y particularmente en España. Aunque no hay un acuerdo para una definición común de la pobreza energética, sí está comúnmente aceptado que hay pobreza energética cuando las personas no pueden mantener una temperatura adecuada en sus viviendas (ya sea calentando, enfriando o mediante la aplicación de otras soluciones energéticas a un coste asequible). La extensión y gravedad del problema se ha visto agravada en los últimos meses por el cambio climático, cuyas consecuencias en forma de olas de calor o sequías extremas son ya perceptibles a lo largo de todo el continente europeo; y por la crisis energética en Europa como consecuencia de la invasión de Ucrania.

El compromiso de la Comisión Europea (CE) para abordar los desafíos relacionados con el clima y medio ambiente, se ratificó con el Pacto Verde Europeo. Este establecía como una de las principales prioridades que la UE debe transformarse en una sociedad justa y prospera, donde no haya emisiones netas de GEI en 2050 y donde el crecimiento económico esté desvinculado del uso de los recursos. Además, se reafirma que esta transición debe ser justa e inclusiva, por lo que aliviar la pobreza energética es una condición previa clave en este contexto.

¿Cuáles son las causas de la pobreza energética?

Causas comunes pobreza energética
Causas más comunes de la pobreza energética. Fuente: EPAH, Introducción a la pobreza energética (2022)

La pobreza energética es un reto complejo y vinculado a varios factores, por lo que no hay una sola razón que podamos señalar como causa única, además de que su naturaleza varía mucho de un contexto local a otro y que ocurre a nivel doméstico, lo que dificulta bastante su identificación y cuantificación. La pobreza energética tiene consecuencias también para la salud y el bienestar de las personas, pues las temperaturas interiores extremas están relacionadas con enfermedades respiratorias y cardiovasculares, golpes de calor o exceso de muertes. En menores, puede tener también consecuencias relacionadas con un bajo rendimiento escolar, así como con el desarrollo de problemas de salud respiratorios a edad temprana, y un menos bienestar social y emocional.

En general, las causas más comunes que derivan en pobreza energética son tres: unos niveles de ingresos bajos, una falta de eficiencia energética en las viviendas, así como el bajo rendimiento energético de los edificios y sus sistemas, y los altos precios de la energía.

Relacionado con estas tres causas, cabe destacar también la gran influencia del cambio climático, haciendo que la pobreza energética suponga un problema para los colectivos más vulnerables no solo en invierno, sino también en verano, como consecuencia de las altas temperaturas registradas recientemente debidas a las olas de calor.

Y es que estas recientes olas de calor han batido récords de temperatura en todo el mundo este verano, y sus impactos y consecuencias para la sociedad y el medioambiente están siendo dramáticos en forma de incendios forestales y cultivos arrasados, infraestructuras clave afectadas (ej. cortes de suministro eléctrico, deformando carreteras y pistas, etc.), y causando graves problemas de salud en miles de personas (además del aumento de mortalidad).

En las ciudades el problema es aún mayor, pues se ve acrecentado por el llamado efecto isla de calor, fenómeno originado por cambios en la reflectividad (o absorción) de la energía solar en la superficie terrestre, con la consecuencia de que se eleva la temperatura en áreas urbanas. Esto es debido a que los edificios, pavimentos y techos tienden a reflejar menos luz solar que las superficies naturales, absorbiendo, reteniendo y volviendo a emitir el calor del sol.

Si seguimos analizando las causas de la pobreza energética anteriormente identificadas , bien es sabido que en España hay un importante número de edificios con un bajo rendimiento energético. Ya sea por su baja eficiencia energética en términos pasivos (la envolvente térmica no está aislada adecuadamente y eso supone importantes pérdidas en invierno y ganancias térmicas en verano) o por el bajo rendimiento de los sistemas de generación de calefacción y refrigeración. Y es que, en conjunto, los edificios son responsables del 40% del consumo energético de la UE, y del 36% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que es necesario poner un foco especialmente importante en la rehabilitación energética de lo ya construido.

Un importante avance en este sentido viene de la mano de la recién aprobada Ley de la Calidad de la Arquitectura, que tiene como objetivo garantizar la calidad de la arquitectura como bien de interés general, y dando respuesta a cuestiones sociales, medioambientales y de revalorización del patrimonio arquitectónico.

Con respecto a los precios de la energía como causa de la pobreza energética, la invasión rusa de Ucrania ha provocado un aumento de los precios de la energía no solo en España sino en toda Europa, en concreto de los combustibles fósiles. Como señala el reciente Informe de las Naciones Unidas sobre el Impacto global de la guerra en Ucrania: Crisis energética, este aumento de los precios de la energía está acelerando la crisis del costo de vida, y manteniendo el circulo vicioso de presupuestos familiares restringidos, inseguridad alimentaria, pobreza energética y creciente malestar social. La crisis está impactando profundamente a las poblaciones vulnerables en los países en desarrollo. Si bien durante los dos años de pandemia el mercado energético experimentó una gran volatilidad en los precios (por reducción de la demanda), la guerra en Ucrania ha afectado al suministro de combustibles fósiles y al mercado en general, en el que Rusia es el principal exportador de gas natural y el segundo exportador de petróleo.

¿Que pueden hacer los líderes mundiales ante esta situación tan cambiante?

Todo esto lleva a los líderes mundiales a replantearse sus políticas y planes energéticos. Pues mientras en el corto plazo, los países deben buscar primero cómo gestionar la demanda de la energía (nuevas tecnologías, cambios de comportamiento en el consumo de la energía, soporte de los sistemas pasivos, etc.), las medidas a medio y largo plazo pasan por alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como con el Acuerdo de París, enfatizando el uso de fuentes de energía renovables y la necesidad de la resiliencia climática/energética. En Europa especialmente, esto puede ser también una oportunidad para dirigir los esfuerzos hacia el objetivo de convertirse en el primer continente climáticamente neutro del mundo en 2050.

¿Qué hacemos desde CARTIF?

Dese el área de Políticas de Energía y Clima de CARTIF trabajamos para ayudar a las diferentes administraciones públicas en el desarrollo de planes y estrategias de adaptación y mitigación frente al cambio climático, como los planes enmarcados en el Pacto de los Alcaldes donde, además de tomar medidas para mitigar el cambio climático y adaptarse a sus efectos inevitables, los firmantes se comprometen a proporcionar acceso a energía segura, sostenible y asequible para todos, ayudando así a aliviar la pobreza energética.

En la actualidad CARTIF, junto con GEOCYL Consultoría S.L., está desarrollando el Plan de Acción por el Clima y Energía Sostenible de Logroño y entre los proyectos de investigación cabe destacar el proyecto NEVERMORE, donde trabajamos en el desarrollo de metodologías y herramientas para la evaluación de medidas de adaptación y mitigación a varias escalas, que les sirvan de referencias a los políticos a la hora de definir sus estrategias climáticas y energéticas.

¿Qué papel juega el sector edificatorio en la era post-COVID en el camino hacia la neutralidad climática?

¿Qué papel juega el sector edificatorio en la era post-COVID en el camino hacia la neutralidad climática?

Que el parque edificatorio, no solo en España, sino en Europa en general, está desactualizado es una realidad. Aunque esto puede ser un indicativo positivo de que las ciudades tienen años e historia, y los edificios pueden ser patrimonio con alto valor histórico, la verdad es que gran parte de estos no son eficientes energéticamente hablando. Aproximadamente el 85% de los edificios europeos fueron construidos antes de 2001 (según el documento de la Estrategia sobre una Oleada de Renovación)

La regulación específica sobre aislamiento térmico de la envolvente del edificio empezó a aparecer sobre los años 70, lo que significa que los edificios de más de 50 años de edad (más del 40%) se construyeron sin ningún tipo de requisito sobre el rendimiento energético. En general, los edificios son los responsables del 40% del consumo energético total en la UE, y del 36% de las emisiones de gases efecto invernadero. Hay que tener en cuenta que las actuales regulaciones para nueva construcción son suficientemente estrictas en cuanto a eficiencia energética y emisiones (a través de la Directiva de eficiencia energética en edificios de la Comisión Europea, la EPBD por sus siglas en inglés: Energy Performance Buildings Directive): pues desde 2019 es obligatorio que todos los nuevos edificios de uso público sean de energía casi nula (nZEB: nearly Zero-Energy Buildings), y, desde finales del año pasado (2020), es obligatorio para todos los nuevos edificios. Por todo ello, el foco se centra ahora en cumplir con mejores estándares de eficiencia energética en el resto del parque edificatorio.

La crisis de la COVID-19 que estamos viviendo ha puesto además el foco especialmente en los edificios, que se convirtieron en oficinas para el teletrabajo, guarderías o clases para los alumnos, incluso el principal lugar de entretenimiento y compras (por internet). Europa ve esto como una oportunidad de unir fuerzas y, a la vez que se aborda la manera de superar la crisis de la COVID-19, aprovechar también el esfuerzo que se lleva planteando desde hace años en renovación, para repensar, rediseñar y modernizar los edificios, adaptándolos a un entorno más ecológico y apoyando la recuperación económica.

Fuente: https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/fs_20_1610

La Comisión Europea, ya fijó en 2018 el objetivo a largo plazo de ser climáticamente neutra en 2050, y el pasado 2020 estableció un objetivo a medio plazo de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030 en un 55% respecto a los niveles de 1990. Para alcanzar este objetivo, los edificios deben contribuir especialmente, por ser responsables de un alto porcentaje de estas emisiones, aproximadamente con un 60% de reducción; además de una reducción del 14% del consumo energético final y del 18% del consumo energético para calefacción y refrigeración. Estas son las premisas de la Renovation Wave Strategy, o Estrategia sobre la Oleada de Renovación, para la mejora de la eficiencia energética de los edificios, con el objetivo de, al menos, duplicar las tasas de renovación durante los próximos 10 años, impulsando así la rehabilitación energética en los edificios de toda la Unión Europea.

Fuente: https://ec.europa.eu/energy/topics/energy-efficiency/energy-efficient-buildings/renovation-wave_en

Además, para apoyar esto, Europa está tratando de garantizar una financiación accesible y bien orientada, a través de diferentes iniciativas en el marco de Next Generation EU, el plan de recuperación post-pandemia, destinado a reconstruir la Europa posterior a la COVID-19, que también contará con la parte destinada a la rehabilitación energética en edificios.

En vista de toda esta transformación que se espera tenga lugar en Europa, desde la Comisión Europea han empezado a preocuparse también por la estética (pues, como decíamos al principio, se trata de transformar el parque edificatorio antiguo, pero prestando atención a su valor histórico y como patrimonio). Es de ahí de donde nace recientemente el nuevo Bauhaus Europeo, un laboratorio de prácticas para trabajar con los ciudadanos como una iniciativa para crear ciudades resilientes e inclusivas, co-diseñadas y co-creando un nuevo estilo para un futuro más armonizado y sostenible; materializando el Pacto Verde Europeo (European Green Deal) y acompañándolo de una estética que caracterice la transformación ecológica.

Es cierto que todas estas iniciativas existentes en el contexto europeo ayudan y facilitan la definición de estrategias de renovación del sector edificatorio, pero, y si nosotros fuéramos el político responsable de mejorar el sector edificatorio de nuestra región o municipio, ¿por dónde empezaríamos?

Primero, sería necesario generar un conocimiento lo más detallado posible del parque edificatorio. Pues de esta manera, las políticas sobre renovación y rehabilitación energética en edificios serán más precisas y concretas a los problemas reales, y las soluciones y financiación ofrecidas ajustadas al estado del parque edificatorio en cada caso.

Para ello, podemos hacer uso de las bases de datos públicas de edificios existentes. A nivel europeo destaca entre ellas el Building Stock Observatory (BSO), el Observatorio del parque edificatorio europeo, donde se recopila información de manera digital sobre el estado de los edificios europeos, proporcionando una mejor comprensión del rendimiento energético de los edificios a través de datos fiables, coherentes y comparables. Una relevante fuente de datos a nivel europeo es también TABULA/EPISCOPE, dos proyectos europeos, uno continuando el anterior, que proporcionan una base de datos de edificios residenciales en base a unas tipologías definidas según el tamaño, antigüedad u otros parámetros, con un conjunto de ejemplos para cada uno e los países analizados representando esos tipos de edificios.

Otra importante fuente de información para la caracterización del sector edificatorio son los certificados energéticos de los edificios (EPCs, por sus siglas en inglés: Energy Performance Certificates. Nuestra compañera Gema Hernández tiene un post con información más detallada sobre esto) mediante el análisis de la documentación aportada en el registro general de la región (comunidad autónoma) o a nivel nacional, dependiendo del país. Este certificado, más allá de la obtención de una etiqueta sobre el consumo energético del edificio y sus emisiones de CO2 (con letras de la «A» a la «F»), tiene datos concretos sobre el año de construcción, las características constructivas de la envolvente térmica del edificio, los sistemas de energía, medidas que se proponen para la mejora de la calificación energética, etc. De manera que se convierte en una valiosa información para conocer el estado de edificios y de las actuaciones que se podrían realizar para mejorar ese estado, y poder extrapolarlo a barrios, ciudades, regiones y países.

Desde CARTIF participamos en diferentes proyectos destinados a mejorar el conocimiento del sector edificatorio, y a dar soporte en la toma de decisiones que ayuden a definir estrategias futuras de renovación. Por ejemplo, en BuiltHub se lleva a cabo una recopilación de datos del parque edificatorio europeo, y se establece la hoja de ruta sobre cómo obtener datos fiables y útiles para el desarrollo de estrategias de renovación. Otros proyectos, como ELISE Energy Pilot, MATRYCS, y BD4NRG, utilizan los datos de los Certificados Energéticos de los Edificios (EPCs) para conseguir un mejor conocimiento del estado del sector edificatorio en distintas regiones (comunidades autónomas en el caso de España), mientras que también se participa en el desarrollo de un modelo de certificación común para toda Europa. O el proyecto TEC4ENERPLAN, donde se desarrollan técnicas avanzadas de la planificación energética multi-escala (de edificio a región), y apoyo al desarrollo de herramientas que sirven de base para cumplir los objetivos de eficiencia energética 2020-2050.