La innovación y las nuevas tecnologías traen consigo una variedad de posibilidades, obstáculos y cuestiones desconocidas que, para poder ser abordadas, necesitan formar equipos interdisciplinares que permitan reforzar las destrezas de cada profesional, enriqueciéndose de los conocimientos, experiencias y habilidades de los demás.
Así lo entiende CARTIF, y es todavía más patente cuando se quiere abordar el patrimonio cultural con los ojos del siglo XXI. Para muestra un botón: el área del centro que se dedica a esta tan difícil como apasionante materia está formada, a día de hoy, por ingenieros industriales e informáticos, físicos y arquitectos. Siempre abiertos a nuevas incorporaciones y siempre en estrecha colaboración con las profesiones que tienen su hábitat natural en este campo (historiadores, arqueólogos, etc.). Juntos trabajan para dar respuesta a los seis pilares fundamentales que internacionalmente se consideran para garantizar la sostenibilidad del patrimonio en sus acepciones tangible, intangible y digital.
La I+D+i aplicada y continuada lleva a productos, procesos y servicios que prueban ser útiles por sí mismos a medio plazo en la investigación, protección, conservación, restauración y difusión de los bienes del patrimonio cultural. No ya sólo con tecnologías, sino con metodologías en consonancia, llegando incluso a poderse evaluar sus impactos económicos y sociales tanto en zonas urbanas como rurales. No podríamos estudiar históricamente, ni analizar arquitectónicamente edificios o monumentos sin conocimientos científicos, sin los aparatos creados por ingenieros, ni los programas hechos por informáticos.
De hecho, la digitalización del patrimonio cultural, cuya correcta acepción y traducción tecnológica fue abordada en un blog anterior y ha colocado a CARTIF en primera línea para la definición de las prioridades de investigación científica y técnica de la UE en la materia, se expande ahora con la definición de nuevos modelos de negocio que permitan que ese patrimonio que ahora disfrutamos siga estando ahí para las generaciones venideras.
En cualquier caso, la tecnología y la innovación deber in permanentemente acompañadas de: directivas, guías y recomendaciones que tengan en cuenta a la población local; políticas donde al Patrimonio se le considere verdaderamente un activo; e incentivación de la formación profesional, la difusión, la concienciación y la educación, puesto que es imposible valorar lo que no se conoce.
Es por eso que el patrimonio cultural, lejos de ser algo inmóvil, está en continua evolución, incluso como concepto, y demanda perfiles profesionales actualizados que atiendan a todo lo que hemos comentado. Ahí es nada…Y estos perfiles se empiezan a cocinar en los proyectos colaborativos que venimos haciendo en CARTIF. Siempre contando con la visión empresarial, los requerimientos de las administraciones públicas, la singularidad y sensibilidad que cada sitio requiere, y los lugares y las gentes donde se encuentra. Otra forma de involucrar y hacer futuro con raíces en el pasado para la juventud.