Bajo las bóvedas de una iglesia gótica, entre los muros gruesos de un monasterio cisterciense, en las yeserías de un palacio renacentista o en las fábricas de tapial y entramado de una casa tradicional, late una misma realidad: el patrimonio construido forma parte esencial de nuestra historia y de nuestra identidad colectiva. Un legado físico hecho de piedra, madera, cal, ladrillo o tierra cruda, que fue concebido con un alógica constructiva sabia y adaptada a su tiempo.

Hoy, sin embargo, buena parte de estos edificios se deterioran, se vacían y, en demasiados casos, desaparecen sin haber tenido una segunda oportunidad. La falta de un uso actualizado, la pasividad, la ausencia de planes de mantenimiento, el coste que suponen y, sobre todo, algo de lo que se habla muy poco o se mantiene de tapadillo: la incomprensión técnica de cómo fueron construidos, están acelerando su pérdida.

Ciclo de vida del Monasterio de Nuestra Señora del Prado (Valladolid), edificio piloto del proyecto INHERIT. Elaboración propia

¿Cómo conservar lo que no se conoce? ¿Cómo mantener con criterio si ignoramos cómo se construyó, el por qué de los materiales o qué lógica estructural hay detrás? La conservación preventiva no es una moda: es una necesidad urgente si queremos preservar nuestra herencia cultural con rigor y responsabilidad.

En CARTIF consideramos esencial investigar y desarrollar soluciones técnicas, innovadoras, pero a la vez realistas y asumibles, que ayuden a afrontar este reto desde el conocimiento y el respeto por lo construido. Queremos contribuir a una conservación más inteligente y más útil que no se base en la improvisación ni en recetas estándar, sino en comprender cómo se construyen las cosas para poder cuidarlas mejor, con la convicción de que la conservación del patrimonio es un proceso colectivo: una forma de valorar lo que nos une, de implicar a la ciudadanía y de reforzar el vínculo con nuestro entorno. Proyectos en los que venimos trabajando , como INHERIT o iPhotoCult, respaldan esta visión y refuerzan la necesidad de ofrecer una nueva mirada tecnológica a la conservación del patrimonio. Ya en nuestro post «La ITV de la edificación histórica» abordamos esta perspectiva; si te interesa profundizar, te recomendamos su lectura.

Los edificios históricos no responden a las reglas de la construcción moderna. Sus materiales: cal, ladrillo, piedra, madera, tierra…, son porosos, naturales, adaptados al clima y al contexto y sus sistemas constructivos, muros portantes, bóvedas, armaduras de cubierta, obedecen a una lógica diferente. Evaluarlos con los mismos criterios técnicos que un edificio de hormigón armado o acero no solo es incorrecto, es injusto.

Necesitamos herramientas que hablen el idioma del patrimonio construido. Una mirada específica que valore su singularidad técnica. Porque la diversidad constructiva, lejos de ser un problema, es un valor añadido.

Hoy en día, muchas inspecciones diagnósticas dependen casi exclusivamente de la experiencia del técnico que las realiza. Esto es valioso, imprescindible incluso, pero también insuficiente si no se estructura la información de manera homogénea, trazable y útil para procesos posteriores como la planificación del mantenimiento, la rehabilitación o al evaluación del riesgo. No se trata de imponer una única manera de inspeccionar, sino de proponer una estructura técnica común, abierta a evolución, que respete la diversidad y aumente la eficacia de las decisiones.

Flujo de trabajo hacia el mantenimiento preventivo basado en HBIM: de la toma de datos al conocimiento. Elaboración propia

Por ello, consideramos fundamental abrir el debate y avanzar hacia una propuesta metodológica que dé respuesta a las necesidades específicas de este ámbito con criterios técnicos claros y una visión sistemática que permita:

  • Identificar y valorar los sistemas constructivos históricos desde su propia lógica.
  • Detectar y estructurar los síntomas de deterioro por ámbitos técnicos (cimentación, estructura, fachada, cubierta, particiones y acabados interiores, cerrajería y carpintería, accesibilidad, e instalaciones y sistemas inteligentes).
  • Evaluar los riesgos asociados, tanto físicos como funcionales o ambientales.
  • Generar datos estructurados y reutilizables, que permitan conectar con herramientas digitales como modelos H-BIM o plataformas de mantenimiento.

Este enfoque no se basa en estandarizar por simplificar. Al contrario: propone unificar criterios técnicos de forma inteligente, consensuando entre diferentes profesionales, adaptándose a distintos contextos y tipologías, y respetando la diversidad arquitectónica y cultural del patrimonio construido, siempre alineados al marco normativo actual (como la serie UNE 41805 sobre diagnóstico de edificios) y usando como referencia las recomendaciones del Plan Nacional de Conservación Preventiva del Instituto del Patrimonio Cultural Español (IPCE).

Adoptar una metodología técnica adaptada al patrimonio ofrece beneficios concretos tanto para técnicos y empresas como para administraciones públicas:

  • Costes reducidos a medio y largo plazo, al evitar intervenciones de emergencia.
  • Transparencia y trazabilidad, con datos organizados y comparables entre edificios.
  • Valoración del conocimiento técnico tradicional, reconociendo la lógica y la eficacia de sistemas y materiales históricos, a la vez que se cubren nichos profesionales absolutamente necesarios, que actualmente carecen de cobertura.
  • Apoyo real a la toma de decisiones, sin sustituir criterios técnicos profesionales.
  • Conectividad con modelos digitales y modelos H-BIM, que permiten planificar el mantenimiento, evaluar los riesgos de deterioro, registrar el envejecimiento de materiales, o el comportamiento energético (cuando sea necesario).

Este tipo de herramientas son claves para conseguir una gestión más útil y proactiva, que ayude a planificar mejor, a intervenir menos, y a conservar más, permitiendo alcanzar un patrimonio sostenible, resiliente, eficiente en el uso de recursos y, en definitiva, rentable.

El potencial de este enfoque no termina en la inspección o el diagnóstico. Se abre un camino hacia herramientas digitales capaces de integrar modelos 3D, imágenes geolocalizadas, sensores ambientales, estructurales o de cualquier otro tipo, y monitorización de lesiones o incluso sistemas de IA que anticipen patrones de deterioro.

Flujo de trabajo aplicado a la excolegiata de Nuestra Señora de la Asunción de Roa (proyecto iPhotoCult), con toma de datos mediante plataforma robótica terrestre (UGV)

Pero todo esto solo será útil si parte de una base sólida: datos fiables, técnicos y bien estructurados. Porque la tecnología, por sí sola, no conserva edificios. Lo hacen las personas con criterio, apoyadas por herramientas que respetan lo construido y lo comprenden desde dentro.

El patrimonio edificado no es una colección de piedras antiguas. Es una expresión viva de nuestra identidad, de nuestra manera de habitar, de nuestros oficios, nuestras decisiones y nuestra memoria. Y conservarlo, hoy más que nunca, es una forma de cuidarnos como sociedad.

Maria Esteban Ferrer
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