Desde siempre me han apasionado las telecomunicaciones, y la idea implícita de conseguir un «mundo conectado», con o sin cables, donde la información fluya de un extremo al otro del globo terráqueo, independientemente de la ubicación y la forma nativa con la que cada país, ciudad o región tiende a comunicarse. Pero frente a esta idealización de un mundo conectado, de forma histórica y recurrente, existen problemas de entendimiento en esta comunicación. Bien porque el lenguaje es distinto, se usa diferente alfabeto en la escritura, o bien porque culturalmente las reglas en el uso del lenguaje y la forma de comunicarse difiere entre continentes, la realidad es que la comunicación global supone un reto al que a día de hoy seguimos enfrentándonos.

En la era de la digitalización y del Internet de las cosas (Internet of Things (IoT), en sus siglas en inglés), donde en la actualidad se recolectan, almacenan y procesan grandes volúmenes de datos, los problemas en la comunicación y representación única de la información queda de nuevo patentes. Difícilmente encontraremos dispositivos de captura de datos (de distintos fabricantes) que proporcionen la información usando un mismo formato, o que respondan usando la misma pregunta. Tal es el problema que existen disciplinas, entre las que se encuentra la telemática, centradas en definir y especificar protocolos de comunicación estándar de aplicación a diversos dominios. Pero, ¿y si queremos comunicar distintos dominios entre sí? A pesar de la existencia de estándares, el problema persiste. Nos encontramos ante una Torre de Babel digital, donde la heterogeneidad de protocolos, formatos de representación, reglas de comunicación y estándares vuelve a dificultar el entendimiento entre sistemas y soluciones.

Para resolver esta problemática, y cómo no, en el ámbito militar y tecnológico, nació el concepto de Interoperabilidad, entendida como la capacidad de las fuerzas armadas de diferentes naciones para colaborar eficazmente mediante la integración de sistemas y comunicaciones. Este enfoque de interoperabilidad fue luego adoptado por otros sectores, como el de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), con el desarrollo de sistemas que requerían compartir información de manera eficiente y sin conflictos entre dispositivos y plataformas diferentes. En este contexto TIC la interoperabilidad es entendida como la capacidad de diferentes sistemas, dispositivos o aplicaciones para comunicarse, intercambiar y utilizar información de manera efectiva y coherente.


Para conseguir esta interoperabilidad entre sistemas heterogéneos, es decir, sistemas que hablan distintos lenguajes y que representan la información de distinta manera, necesitamos cubrir varias dimensiones, cada una enfocada a un aspecto diferente de la comunicación y el intercambio de datos entre sistemas.

  • La interoperabilidad técnica se refiere a la capacidad de diferentes sistemas y dispositivos para conectarse y comunicarse entre sí a través de estándares y protocolos comunes. Esto incluye la compatibilidad de hardware, software, redes y comunicaciones.
  • La interoperabilidad semántica es la encargada de asegurar que la información intercambiada sea entendida de la misma manera por todas las partes, gracias a la generación de un vocabulario común (ontología). Se trata de garantizar que los sistemas interpreten los datos con el mismo significado, independientemente de cómo estén estructurados o etiquetados.
  • La interoperabilidad sintáctica permite asegurar que los sistemas puedan procesar e intercambiar datos de manera estructurada, es decir, que se utilicen los mismos formatos y estructuras de datos, como XML o JSON.
  • La interoperabilidad organizacional, por su parte, implica la alineación de políticas, procesos y regulaciones entre organizaciones para permitir una colaboración eficaz. Abarca acuerdos de gobernanza, políticas de seguridad y gestión de datos.

Uno de los sectores ampliamente beneficiado por estas soluciones de interoperabilidad es el sector de la construcción, donde la digitalización y el intercambio de información en todas las fases del ciclo de vida, ofrece un trampolín hacia su desarrollo y competitividad. Aquí, la creación de edificios inteligentes, altamente monitorizados y capaces de anticiparse a las necesidades de sus usuarios gracias a la digitalización y procesamiento avanzado de datos, permite disponer de edificios que contribuyen a los objetivos de eficiencia, descarbonización y sostenibilidad. En este contexto, las soluciones de interoperabilidad permiten que los diversos sistemas energéticos (como iluminación, climatización, ventilación, etc.) puedan funcionar de manera conjunta, compartiendo y procesando datos de forma fluida, independientemente de los fabricantes o plataformas. Esto ayuda a optimizar la gestión del edificio, reducir costes y mejorar la eficiencia energética, al permitir que los sistemas trabajen como un ecosistema integrado.

En CARTIF llevamos más de una década trabajando en proyectos de eficiencia energética donde las tecnologías habilitadoras de interoperabilidad, tanto técnica como semántica, suponen una pieza clave para la obtención de soluciones inteligentes, abiertas y altamente replicables. Proyectos como DigiBUILD, DEDALUS y BuildON son ejemplo de cómo estas tecnologías facilitan la creación de edificios inteligentes y sostenibles.

Susana Martín Toral
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