El 5 de junio, y como cada año desde 1974, se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Anualmente, se elige un tema para conmemorar este día, en 2022 el seleccionado ha sido «Una Sola Tierra», consigna compartida por la Conferencia de Estocolmo de 1972 cuando se creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
REbuscando toda esta información, me he parado en el lema del año pasado, no solo por la temática si no porque me gustan los juegos de palabras. En 2021 modificaron las tan conocidas 3R del reciclaje (REducir, REutilizar y REciclar) para hacer el eslogan de las 3R del Medio Ambiente «REIMAGINA, RECUPERA, RESTAURA».
Y es que estas 3 palabras se alinean totalmente con nuestro trabajo diario pero la que me parece más importante, por la dificultad que conlleva, es la «R» de restaura…
Cuando escuchamos que es necesario restaurar un espacio, tendemos a pensar en una mina abandonada, un vertedero o algún espacio que está desolado y en el que tenemos que plantar un puñado de arboles para que vuelva a ser agradable a la vista.
La verdad es que los ecosistemas se recuperan de forma natural de todas las alteraciones, independientemente de si ha intervenido o no la mano del hombre, e incluso algunos de estos cambios son modificaciones naturales temporales o cíclicas. Entonces, ¿cuándo debemos actuar? La respuesta es fácil, cuando se ha roto el equilibrio ecológico que hace que los ecosistemas maduren y que maximicen los servicios y los beneficios producidos.
Si nos paramos a pensar realmente en los espacios que degradamos o los ecosistemas que rompemos nos daríamos cuenta de que detrás de cada uno de nuestros pasos tendría que haber un proyecto de restauración ambiental.
Por ejemplo, ¿qué pasa cuando construimos una carretera? Dividimos un paisaje, pero bueno, ¿qué es una línea en la infinidad de un campo castellano? Visto así, tampoco es para tanto… Sin embargo, ¿qué implicación puede tener esa pequeña línea en un ecosistema? Desde el punto de vista de la biodiversidad, los efectos pueden ser devastadores. ¿A qué lado de la carretera se han quedado los animales? ¿Y dónde se ha quedado la comida? ¿Y el agua? ¿Y las zonas de cobijo? ¿Y si hemos dividido una manada?
Los proyectos de restauración ambiental buscan alcanzar el estado original del que se partía, pero esto no implica que no se puedan construir carreteras o poner parques eólicos o explotar una mina. Los proyectos ambientales alteran los hábitats para imitar la estructura, función, diversidad y dinámica que tenía el ecosistema original incluyendo además la integración visual de los nuevos elementos en los paisajes.
Al igual que con la restauración de las obras de arte, debemos tener en cuenta muchos factores si no queremos que nuestros proyectos de restauración ambiental acaben siendo tan famosos como el Ecce Homo de Borja, ¿lo recordáis?.
Para que el resultado final sea lo esperado, se debe planificar muy bien, ya que esta es la etapa más importante y decisiva de una restauración, y debe abordarse desde un punto de vista integrador y multidisciplinar. Los ecosistemas son sistemas complejos en los que intervienen infinidad de variables, por ello la planificación debe afrontarse desde todas las perspectivas posibles: ecología, zoología, botánica, geología, hidrología, ingeniería…
Una vez realizado el diagnóstico de la zona, estudiado el ecosistema, establecidos los objetivos que se quieren conseguir y el enfoque que se va a dar, se deben definir las soluciones técnicas y evaluar la viabilidad de cada una de ellas, para ya después diseñarlas y ejecutarlas.
Si continuamos con el ejemplo anterior, para la correcta ejecución de grandes infraestructuras lineales, se debe tener en cuenta el fraccionamiento de los ecosistemas, y parte de su restauración pasa por realizar pasos de fauna, que no solo evitan accidentes de tráfico por colisión con animales o salidas de la vía, sino que permiten darle esa continuidad al hábitat fragmentado y evitar la pérdida de biodiversidad asociada. El diseño de los pasos de fauna, inferiores o en altura, debe realizarse adaptándose a las infraestructuras y acorde a las especies existentes en la zona, ya que las necesidades para los anfibios serán totalmente diferentes que para los mamíferos pequeños o para los grandes.
Los pasos de fauna inferiores, se pueden realizar aprovechando y adaptando las estructuras de drenaje, haciéndolos más amplios y luminosos para evitar el efecto túnel, y revegetando las entradas para favorecer la aproximación de los animales pero que no obstruyan el drenaje.
Los pasos de fauna superiores, en general los conocemos mucho más, aunque seguramente no nos hayamos dado cuenta y pensamos que son simplemente puentes o túneles sobre nuestras carreteras. El diseño de estas infraestructuras, tiene sus propias especificaciones técnicas de anchura, aislamiento acústico y lumínico y altura de las barreras laterales, pero también sobre la cobertura edáfica y vegetal y la forma de los accesos para que los animales tengan una visión amplia de la salida y no perciban que están cruzando por una zona de alto riesgo para ellos.
Si 50 años después de la creación del PNUMA podemos reutilizar el mismo slogan, no es porque llevemos hasta el extremo las 3R del reciclaje, sino porque debemos aprender de nuestros errores y restaurarlos para que esta vez sí o sí, seamos «UNA SOLA TIERRA» #OnlyOneEarth #WorldEnvironmentDay
- REimagina, REcupera, ¡RESTAURA! - 3 junio 2022
Que artículo tan interesante!