Las barreras del Green Manufacturing

Las barreras del Green Manufacturing

El mayor obstáculo no son las barreras tecnológicas sino las psicológicas y organizativas.

En la anterior entrada, explicamos los tres pasos (reducir, recuperar, reemplazar) con los que una fábrica puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a su consumo energético.

Supongamos que Pedro es un joven ingeniero recién contratado en una gran fábrica como Responsable Energético para reducir sus emisiones y mejorar su imagen corporativa, siguiendo los pasos del proyecto REEMAIN.

Nuestro nuevo responsable energético, empieza por la primera etapa: reducir, que es la más fácil de llevar a cabo, al menos en lo que respecta a desconectar la maquinaria que no se está utilizando. Estos gestos permiten a la fábrica ahorrar energía y dinero al mismo tiempo y no suelen provocar tensiones dentro de la estructura organizativa de una factoría. Utilizando un símil ciclista, “este tramo es llano y con el viento a favor”.

Sin embargo, el siguiente paso, tarde o temprano pasará por analizar los distintos reglajes energéticos de los sistemas de producción en busca de reglajes energéticos alternativos que permita reducir su consumo energético y aquí, volviendo a los símiles ciclistas, es donde “la carretera se empieza a empinar”.

Los incentivos salariales de los responsables de producción suelen estar basados en el cumplimiento de la producción planificada. Esto se traduce en una presión de arriba a abajo dentro del organigrama de la factoría para que nada impida cumplir las cifras de producción efectiva. A continuación, una vez asegurada la producción, el siguiente parámetro a optimizar, de cara a los incentivos, es el coste económico de dicha producción. Pero estudiado y optimizado de forma agregada o global.

Por ejemplo; los procesos térmicos de fundición suelen especificar un posible rango de temperaturas de trabajo. La temperatura mínima de trabajo será aquella que garantiza que el metal fundido no se solidifica antes de tiempo bajo las condiciones nominales de funcionamiento. La máxima la fijan las características de la propia maquinaria y el producto. Muy ocasionalmente, por paradas de producción, el metal fundido se enfría ligeramente y, provoca defectos por “caldo frío” con el consiguiente rechazo de las piezas producidas y por tanto la no consecución de los objetivos de producción. ¿Cómo se evita este problema en la mayoría de los casos? Pues optando por la solución más fácil, que consiste en subir la temperatura del metal fundido de forma permanente para tener algo más de margen frente a eventuales paradas, se produzcan éstas o no.

Otro ejemplo práctico son los sistemas de aire comprimido de las fábricas. De nuevo, para evitar problemas de falta de suministro y su correspondiente “reprimenda”, los responsables de mantenimiento acaban haciendo funcionar los compresores a la potencia necesaria para suministrar aire comprimido a fábrica y media y se evitan problemas.

Lo que los ejemplos anteriores pretenden mostrar es el hecho de que, a veces se sobredimensionan los reglajes energéticos de los procesos con el consiguiente aumento del consumo energético. Esto es así porque los actores involucrados en la producción y mantenimiento perciben que no hacerlo podría perjudicarles en otros indicadores como el cumplimiento de la producción y coste total planificados. En la medida que estos dos indicadores clave sean los únicos o principales criterios de evaluación del desempeño de los trabajadores de producción y mantenimiento, siempre habrá resistencias internas a la implantación de los cambios necesarios para conseguir una fabricación más limpia.

En el pasado, otros indicadores secundarios no considerados importantes como la seguridad en el trabajo o el respeto de los derechos laborales, ganaron importancia y se convirtieron también en indicadores clave a la hora de evaluar el desempeño de una fábrica. Ya existen empresas como Google (iniciativa Google Green) o IKEA (iniciativa People and Planet Positive) que han emprendido reestructuraciones internas con el único fin de reducir las emisiones asociadas aún a costa de empeorar alguno de los KPI económicos.

En la próxima entrada hablaremos de ejemplos de iniciativas de fabricación más limpia.

Green Manufacturing

Green Manufacturing

Cómo reducir el uso de recursos, residuos y emisiones en tres pasos

Los anglosajones lo llaman Green Manufacturing y en español podríamos llamarlo “fabricación limpia”. De entre sus posibles acepciones, en este post y sucesivos nos centraremos solo en aquella que se refiere a la ecologización de la fabricación, es decir, reducir el uso de los recursos naturales, potenciar el reciclado y reutilización de residuos y recortar las emisiones de gases de efecto invernadero para lograr que disminuyan la contaminación y los residuos generados.

Cada vez más empresas emprenden iniciativas e inversiones para reducir la utilización de los recursos naturales y energéticos, la generación de residuos y la emisión de contaminantes. Estas acciones, unidas al aumento del reciclado y la reutilización de lo que antes se consideraba un recurso sin valor, derivan en la obtención de beneficios económicos y de relaciones públicas.

Existen iniciativas de este tipo individuales o colectivas, con financiación privada, pública o mixta. Una de ellas, en la que personalmente estoy involucrado, es el proyecto demostrativo REEMAIN, financiado por el VII Programa Marco de la UE, en el que promovemos la innovación en el uso de recursos (energía y materiales) en la fabricación.

Entre otras acciones, este proyecto incluye la optimización del trío Producción-Producto-Proceso, la recuperación de posibles energías desperdiciadas en el proceso productivo y la integración de sistemas de energía renovables. En el proyecto contamos con tres fábricas demostradoras: una fábrica de galletas, una fundición de hierro y una fábrica textil de tela vaquera.

La “receta” que utilizamos se basa en tres pasos consecutivos: primero Reducir, después Recuperar y por último Remplazar.

Existe incluso un planteamiento mixto mediante centrales de co o tri-generación a partir de biomasa (con o sin refuerzo de paneles solares) donde una central anexa a la fábrica produce una parte o la totalidad de la electricidad, agua caliente (o vapor) e incluso el agua fría que la fábrica requiere para su funcionamiento. Las propuestas de esta etapa presentan un gran impacto sobre los sistemas productivos existentes, ya que suponen la instalación de grandes infraestructuras anexas; además, su interconexión con los sistemas productivos existentes es compleja. En algunos casos, su introducción obligará a realizar cambios en la organización de la producción.

En la próxima entrega hablaremos de las ventajas y de la carrera de obstáculos que tendrá que superar una fábrica que decida volverse “verde”, o al menos, intentarlo.